Kiosko y Más

Pecho frío

JAVIER AZNAR

Todos cometemos errores de juventud. Hay quienes reniegan de un tipo de peinado del pasado, de votar a cierto partido político o de la elección de unos pantalones de dudoso gusto. Yo, por ejemplo, no fui benzemista durante una época de mi vida. Era de los que prefería a Higuaín en el once. No me escondo. No creía demasiado en Karim. Y no, no me siento orgulloso de esa fase. Le achacaba cierta desidia, ese aire tan disperso suyo y un estado de forma francamente mejorable. Le decía ‘pecho frío’. De su calidad he de decir que nunca dudé, la verdad, porque eso ya sería entrar en la categoría de los terraplanistas. Pero sentía que le faltaba algo para triunfar del todo en el Madrid. Luego me di cuenta de que, claro, al que le faltaba algo era a mí.

El mejor Benzema, mi favorito, es el que vimos con la mano vendada. El más regular, el más inspirado, el más inteligente. Estilizado y punzante como punta de sílex. Nunca supimos del todo qué le pasó, o por qué nunca quiso operarse, porque todo lo que rodea a Benzema siempre fue algo misterioso, pero ese vendaje ya forma parte de la historia reciente del club. Se debería guardar la mano vendada de Benzema para exponerla en la sala de trofeos del Madrid, como si del brazo incorrupto de Santa Teresa de Jesús se tratara. O al menos un meñique.

Las despedidas en el Real Madrid siempre son algo anticlimáticas y dejan regusto amargo. Es inevitable. Tal vez porque nunca se terminan de ir del todo los grandes jugadores. Conviene recordar que Zidane se despidió del Bernabéu en camiseta de tirantes y empatando a tres contra el Villarreal como broche a una penosa temporada en blanco. Benzema anunció que se iba un domingo por la mañana tras catorce temporadas con un inesperado comunicado del club y una semana de idas y venidas, rumores y un principio de acuerdo de renovación. Todo misterioso, todo muy Karim.

Benzema es tan bueno que en esta temporada suya que todos nos atrevemos a calificar como «pobre» ha sido capaz de marcar un ‘ hat trick’ en el Camp Nou en unas semifinales de Copa o un doblete en Anfield en Champions. Sin darse apenas importancia. Por mucho menos que esto se firman renovaciones millonarias y se pagan auténticas morteradas por cualquier otro delantero. Pero Karim nunca fue cualquier otro delantero. Se nos olvida. Esperamos tanto de él, sobre todo tras estas últimas temporadas suyas tan especiales, que ya solo juega, como dijo una vez, para los que saben de fútbol.

Uno se lleva preparando toda la vida para el momento doloroso de decir adiós a tu jugador favorito. Es algo que llevas ensayando mentalmente durante varias temporadas. Pero para lo que nadie te prepara es para que te pueda emocionar tanto el adiós de ese futbolista que nunca lo fue. De ese que criticaste. De ese del que dudaste. Me pillaste con la guardia baja, Karim.

Me encantaría poder viajar en el tiempo, pero no para corregir este error de juventud mío. Al contrario. Me encantaría poder volver a dudar de Benzema. Volver a pensar que tal vez no tenga futuro. Y ver cómo se convierte, poco a poco, en un líder silencioso. Escuchar el silencio de los detractores. Notar cómo detiene el t iempo con un control. Observar cómo se mece sobre el oscuro abismo del fondo del Calderón. Oír cómo corea su propia afición el nombre de Morata cuando va a tirar un penalti mientras él ni se inmuta. Ver cómo vuelve loco a los centrales con sus movimientos entre líneas. Disfrutar de su generosidad en el campo. De una última noche de Champions en primavera. De un nuevo último recuerdo del pecho frío.

«Me encantaría poder volver a dudar de Benzema. Y ver cómo se convierte, poco a poco, en un líder silencioso»

DEPORTES

es-es

2023-06-05T07:00:00.0000000Z

2023-06-05T07:00:00.0000000Z

https://lectura.kioskoymas.com/article/282230900082517

Vocento