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El Valladolid es de Segunda

▶ Los pucelanos no pasan del empate ante el Getafe y son condenados a la división de plata. El Almería se salvó a cinco minutos del fin tras anotar el 3-3 de penalti

IVÁN MARTÍN

Todo terminó como empezó. El Valladolid, que ya estaba en descenso antes de iniciarse la jornada, no pasó del empate sin goles ante un timorato Getafe y retornó a Segunda solamente una temporada después de abandonarla.

Lejos de que los cinco partidos de la lucha por eludir la única condena de la noche comenzaran tímidos, la jornada unificada, desde el primer minuto de juego, evidenció lo contrario. La lata se abrió en Sevilla, donde, tras las lágrimas de Joaquín al pisar el verde del Villamarín por última vez, en el primer suspiro del partido, Ayoze castigaba al Valencia. Solo una casi inverosímil encadenación de resultados mandaba a Segunda a los del Turia, pero el gol del Betis, aparte de sembrar el terror en el Valencia, despertaba al resto de implicados.

Pero, pese al vendaval de ocasiones y goles en todas las plazas, durante toda la primera parte el equipo que acompañaba a Elche y Espanyol rumbo a Segunda División siempre fue el mismo: el Real Valladolid. Era él mismo quien regentaba la penúltima posición liguera en la víspera de este episodio final del campeonato, era él quien con una derrota confirmaba su descenso y fue su guardián, Masip, quien en la orilla del descanso obró el milagro ante un esquinado remate de Mata. El empate mantenía con vida a los pucelanos.

Como si una consecuencia directa de la mano de Masip fuera, el Espanyol le dio la vuelta al marcador al Almería al regreso de los vestuarios. La inferencia era obvia: con empate a cuarenta puntos entre andaluces y castellanos, el Almería caía al pozo. Sin embargo, los de Rubi no aguantaron más de diez minutos en la decimoctava posición que le arrastraba a Segunda. Su hombre más importante, su número diez Adrián Embarba, con una bella vaselina, empataba el encuentro en Barcelona y devolvía el terror a los vallisoletanos. Embarba, a una infinidad de kilómetros de la ciudad atravesada por el Pisuerga, silenciaba a un abarratodo Zorrilla.

Entretanto, el prodigio Gabri Veiga le había hecho un bonito doblete a un tranquilo Barcelona para que Vigo estallase en júbilo. Vaya manera la del jovencísimo atacante de irse del club de su vida: salvándolo del ostracismo a última hora. El Cádiz, por su parte, sobrevivía en Elche; el Valencia, por medio del incesante Diego López, hallaba la calma en Sevilla... El incendio solo afectaba a Barcelona y Valladolid.

Asimismo, en otra carambola del azaroso presente, un golazo de un desconocido, un adolescente italiano llamado Koleosho, firmaba el 3-2 en Cornellà y, por segunda vez en la noche, enviaba al Almería a Segunda. Pero, de nuevo, en el ocaso de una noche de infarto, Embarba ponía las tablas en Barcelona. Lo hacía de penalti a cinco minutos del fin tras una entrada clamorosa de Simo sobre Ramazani. El árbitro, en primera instancia, intuyó que el atacante belga había simulado su caída –incluso le enseñó una tarjeta amarilla–, aunque el decisivo VAR, justo en este caso, salvó a los andaluces y condenó a un Valladolid que fue incapaz de herir al Getafe. La desazón inundaba a Pucela: un año después de salir del ella, el Valladolid regresaba a Segunda.

Masip (Valladolid)

«Lo hemos intentado, pero no lo hemos conseguido; sé que no hay consuelo»

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2023-06-05T07:00:00.0000000Z

2023-06-05T07:00:00.0000000Z

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