El pasado fin de semana del 26 al 28 de mayo, el Hipódromo de la Zarzuela fue testigo por primera vez del Festival de Campo, una feria rural repleta de actividades, folclore, música y gastronomía que, dado el éxito de esta su primera edición, se celebrará cada año por estas f echas. Pero también fue testigo de unas lluvias que no se habían visito por estos l ares desde hacía mucho t i empo, casi como un reconocimiento hacia las necesidades del campo español.

Esta gran feria, organizada de forma privada por Pedro González de Arispe y Chema Pérez Castells, tiene entre sus motivaciones el reencuentro con el origen de los productos de consumo, por lo que la presencia de productores y servicios de todos los gremios ha permitido conectar los dos mundos que rodeaban el recinto: la ciudad bulliciosa y frenética con el mundo rural apacible y silencioso, otro de los objetivos del evento.

Trescientos expositores, una galería de arte rural, conciertos en directo, juegos tradicionales, actividades, talleres, catas de vino, demostraciones culinarias, camiones y puestos de productos locales… Las diez hectáreas de este recinto dieron para todo eso y mucho más.

Otra de sus intenciones ha sido el disfrute al aire libre a través de experiencias propias, como montar en globo aerostático, probar el tiro con arco, practicar el tiro al blanco deportivo de bolas de plástico con aire comprimido o el lanzamiento de hacha… Incluso bailar al son de Nena Dacont e y Modestia Aparte en l os conciertos nocturnos que se organizaron.

Y planes como la conducción de un 4×4 eléctrico, los circuitos de ‘agility’ con mascota o el curso de supervivencia impartido por Maikol García compitieron en diversión con los de los más pequeños: la granja escuela, el laberinto de alpacas de paja, las actividades de la guardería Baby Scout, el circuito de conducción infantil, las sesiones de abrazoterapia con la burrita Leonor, el taller de dibujo…

En palabras de Lolo De Juan, «existe un paraíso en esta vida a poca distancia de nuestro mundanal ruido, que nos recuerda la simpleza de la felicidad, la dulzura y paz del entorno (…); quizás todos los que habitan la ciudad sienten la necesidad de volver a sus raíces para respirar el amanecer de los recuerdos de juventud, volver a disfrutar de las tardes en el pueblo, los sonidos, los olores. Las esencias (…) El campo español regresa a la ciudad».

El campo siempre está ahí, y esta vez vino a Madrid.

La feria ha permitido conectar la ciudad bulliciosa y frenética con el mundo rural apacible y silencioso