Antonio Villarroel, director general de la Asociación Nacional de Obtentores Vegetales (ANOVE) y Geslive, explicó en SER Agricultor la importancia de la herramienta Vegtrace, nacida el pasado año y que está concebida para garantizar la trazabilidad de las semillas desde el origen hasta el producto final. Según Villarroel

“hasta ahora la trazabilidad estaba bien establecida hasta el agricultor. Sin embargo, detrás del agricultor faltaba incorporar también al semillero y a la empresa de semillas”.

Ahondando en esta idea el directivo de ANOVE, subrayó el hecho de que Vegtrace “aporta mucho valor, por que permite prevenir problemas, identificar el eslabón concreto de la cadena de valor en el que se ha registrado cualquier anomalía y, de este modo, poder subsanarla”.

Transparencia Villarroel considera que no solo es necesaria la mayor transparencia en toda la cadena de valor que origina la llegada de una variedad al mercado, sino que “va a ser obligatorio”. A este tenor, argumentó que “la semilla es el origen de todo y es preciso que el agricultor y el consumidor puedan conocer todo su recorrido.

El director general de ANOVE también insistió en la importancia vital de mantener a salvo de manera sólida la propiedad intelectual, toda vez que esta es una de los pilares sobre los que se asienta el esfuerzo investigador de las empresas obtentoras que es, comparativamente con otros sectores, uno de los más comprometido en cuanto a recursos humanos y económicos. Es también un rasgo de los países más avanzados. Algo de lo que, en su opinión, depende la respuesta de la agricultura a los restos globales y a las expectativas de los consumidor y de la industria agroalimentaria.

Relacionado con este punto de vista, Villarroel destacó las grandes expectativas que se abre a la mejora varietal en relación con las técnicas de edición genéticas, entre ellas CRISPR, que van permitir “la llegada de una nueva revolución vegetal”.

Todo ello, si la legislación europea termina por aplicar criterios científicos sobre dichas tecnologías, claramente diferentes de la transgenesis, prácticamente prohibida en Europa. “Si la UE no reacciona a tiempo, otros países donde ya se están aplicando estas técnicas se convertirán en competidores con ventaja de la biotecnología europea” concluyó Villarroel.