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LAS OTRAS FÁTIMAS

TEXTO CARLOS G. TUTOR Y OLGA CANALS

QUINCE AÑOS DESPUÉS DE QUE LA VIRGEN SUPUESTAMENTE SE APARECIERA EN FÁTIMA, DOS NUEVAS MANIFESTACIONES DE UNA «SEÑORA LUMINOSA», OCURRIDAS EN LAS LOCALIDADES BELGAS DE BEAURING BANNEUX Y CON DOS SEMANAS DE DIFERENCÍA ENTRE SÍ, CONSIGUIERON CAPTAR LA ATENCIÓN DEL MUNDO. AUNQUE AMBAS ACABARON SIENDO «BENDECIDAS» POR LA IGLESIA CATÓLICA, DURANTE LAS MISMAS TUVIERON LUGAR DETERMINADOS HECHOS QUE, DESDE LA PERSPECTIVA ACTUAL, PODRÍAN ASOCIARLAS MÁS CON EL FENÓMENO DE LOS OBJETOS NO IDENTIFICADOS QUE CON UNA APARICIÓN MARIANA CONVENCIONAL.

Aprincipios de la década de 1930, Europa se hallaba en una situación harto complicada. Las secuelas de la guerra y la fuerte crisis económica habían hecho mella en un continente que luchaba por sobrevivir. Beauraing, una localidad ubicada al sur de Bélgica, no era inmune a los problemas de la época y la pobreza se dejaba ver entre sus calles. Sin embargo, el futuro de este pueblo de dos mil habitantes, que pronto se convertiría en «el Lourdes del Norte», estaba por escribirse. El 29 de noviembre de 1933, pasadas las seis de la tarde, Fernande y Albert fueron a buscar a su hermana Gilberte al convento de las Hermanas de la Doctrina Cristiana de Nancy, donde ésta estudiaba.

De camino, los niños recogieron a dos amigas, Andrée y Gilberte Degeimbre. Al llegar a la congregación, llamaron al timbre y aguardaron la salida de Gilberte. Jugaban a la puerta del convento cuando, de pronto, algo sobresaltó a Albert. «¡Mirad, una mujer de blanco que camina por el aire!», gritó. Los niños se giraron. «Entonces vimos una mujer de blanco –recordaba Gilberte Degeimbre, fallecida en 2015 a los 92 años de edad–, iluminada, que parecía caminar por el

como a unos 50 centímetros por encima del puente del ferrocarril, junto a un árbol.Tenía los pies envueltos en una nube de humo y andaba sin mirarnos. ¡Estábamos aterrados!». Los niños relataron lo que estaban viendo a una monja, pero ella no vio nada anormal. No obstante, mientras se iban, miraron hacia atrás y observaron que la extraña mujer seguía allí.

Al día siguiente, regresaron a buscar a Gilberte como hacían siempre. Y volvieron a ver a la mujer luminosa, andando por el aire, aunque extrañamente ajena a ellos, sin dirigirles la mirada. Ante la insistencia de los pequeños, sus padres, incrédulos pero movidos por la curiosidad, les acompañaron el día después. Así, el 1 de diciembre, a las siete de la tarde, los niños volvieron al convento con seis personas más. La extraña señora estaba de nuevo allí, a escasos metros frente a ellos, pero esta vez mirándolos. «Abrió los brazos y vimos rayos dorados que salían de su cabeza y reflejos azules en su ropa.Tenía los pies envueltos en una nube, era de talla mediana y parecía una chica de 18 años. Vimos sus ojos azules», declaró Andrée Degeimbre.

Los rumores sobre la misteriosa aparición comenzaron a extenderse entre los habitantes de Beauraing y al día siguiente un grupo más numeroso acompañaba a los niños hasta el lugar del suceso. Era el 2 de diciembre y, para sorpresa de todos, la figura se comunicó con los niños. Primero asintió con la cabeza cuanaire, do le preguntaron si era la Virgen Inmaculada y luego, cuando quisieron saber qué quería de ellos, contestó: «Que seáis buenos». A continuación, la mujer abrió los brazos y desapareció. Sin embargo, instantes después volvió a mostrarse y mirando al cielo les dijo: «¿Es verdad que seréis siempre buenos?». A lo que los niños respondieron: «Sí, siempre seremos buenos».

LOS PEQUEÑOS PARECÍAN INMUNES AL DOLOR

Durante los siguientes días, las visiones se sucedieron, siempre bajo el mismo árbol, un espino. Cada vez acudían más personas y se creó una comisión médica para estudiar el fenómeno. Cuando la visión aparecía, los niños caían ruidosamente de

rodillas, pero no les quedaban marcas. Los médicos realizaron cortes en los niños y les acercaron cerillas, pero ellos permanecían insensibles, con la mirada fija en el espino. Gilberte Degeimbre recordaba así las apariciones: «Para mí eran como un

flash, muy breves, pero según las personas que había allí, podían durar entre treinta y cincuenta avemarías. Cuando la Virgen aparecía, nos arrodillábamos como movidos por una fuerza. Un día, un hombre fuerte me sostuvo por los brazos, pero cuando ‘ella’ llegó me arrodillé de todos modos y él cayó conmigo», rememoraba.

Entre el 4 de diciembre y el 2 de enero de 1933, se produjeron apariciones casi a diario, hasta llegar a 33. Los niños iban al espino al anochecer y, de repente, cuando la mujer se hacía visible, se arrodillaban y seguían rezando, de manera más acelerada y en un tono más agudo. Normalmente, la señora se limitaba a sonreír o a mirar al cielo, hasta que abría los brazos y desaparecía. En pocas ocasiones contestó a las preguntas que le hacían. Dijo que quería una capilla, que rezaran mucho y que la gente acudiera allí en peregrinación. El 29 de diciembre, la mujer extendió los brazos y dejó ver junto a su pecho «un corazón de oro, del tamaño de una naranja, brillante y envuelto en pequeños rayos luminosos de unos 10 centímetros de extensión». Por ello, más adelante se la conocería como la Virgen del Corazón de Oro.

Finalmente, el 2 de enero la aparición les anunció: «Mañana diré un secreto a cada uno de vosotros». Aquel martes, cuando los médicos interrogaron a los pequeños, supieron que la mujer se había dirigido a cada uno de ellos por separado y se había despedido.

El impacto de las apariciones fue espectacular. Se calcula que llegaron a Beauraing unas 150.000 personas provenientes de Bélgica, Francia, Holanda, Alemania y Luxemburgo. Se publicaron más de 100 artículos en la prensa belga y en prestigiosos medios extranjeros y más de 200 médicos examinaron a los niños buscando contradicciones que no lograron encontrar. El doctor De Greeff declaró: «El examen de los niños y los acontecimientos permiten descartar cualquier hipótesis de histeria, alucinación colectiva o hipnosis. No es posible explicar los hechos sin recurrir a una causa sobrenatural», dictaminó cuando fue preguntado acerca de una posible explicación convencional para los hechos.

Lo que muy pocos podían imaginar era lo que iba a ocurrir sólo doce días después de aquellas misteriosas apariciones y, llamativamente, a apenas ochenta kilómetros de Beauraing…

La noche del 15 de enero de 1933, Mariette Beco, de 11 años, miraba a través de la ventana. La casa de la familia Beco estaba a las afueras de Banneux, un pequeño pueblo de unos 300 habitantes. De repente, la niña observó una silueta luminosa, pero su mente le hizo pensar que era un reflejo de la lámpara de gas, de modo que la movió y volvió a mirar al exterior. Para su sorpresa, la luz seguía allí. «Vi una hermosa señora que tenía la cabeza muy iluminada, como si la luz irradiara de su propio cuerpo», explicó después.

UNA ROSA SOBRE EL PIE DERECHO

Asustada, Mariette llamó a su madre. Ésta miró a través de la ventana y también vio una silueta luminosa, aunque no pudo distinguir ningún rasgo con claridad. Se asustó y exclamó: «¡Es una bruja!». Pero Mariette vio que aquella mujer tenía apariencia celestial. Llevaba un vestido blanco y un cinturón azul, un rosario y una cruz de oro. Además, iba descalza y se apreciaba una rosa dorada sobre su pie derecho. En cierto momento, la niña vio que la figura le hacía señas para que saliera. Cuando iba a hacerlo, su madre lo impidió. Aquella primera visión causó una honda impresión en la pequeña Mariette. La consecuencia inmediata fue un aumento en la religiosidad de la niña. Los dos siguientes días tras el suceso, Mariette salía de su casa al anochecer para ir a rezar al huerto, donde había visto a la mujer luminosa, pero no ocurrió nada extraordinario. Hasta el miércoles, cuando a lo lejos vio una silueta que se acercaba flotando por encima de los pinos del bosque.

Estaba sobre una pequeña nube gris y se detuvo frente a ella, tan cerca que la niña dijo poder sentir el calor que emanaba. La pequeña rezó y la visión la acompañaba moviendo los labios. De repente, le hizo señas para que la siguiera, conduciéndola a través de un camino hasta una fuente cercana y haciendo dos paradas para rezar. La aparecida le pidió que metiera las manos en el agua y le dijo: «Esta fuente está reser- vada para mí. Buenas noches. Adiós», tras lo cual se elevó por encima del pinar. Mientras iba alejándose, no dejaba de mirar a la niña. Tras esta última aparición, el padre de Mariette, antes incrédulo, acabó convirtiéndose.

Al día siguiente, la escena se repitió. Esta vez, la figura anunció que era la Virgen de los Pobres y que la fuente estaba destinada a aliviar a los enfermos. El día 20, la Virgen volvió a aparecerse y pidió una capilla. Tras ello, las visiones cesaron durante tres semanas. Las últimas cuatro apariciones ocurrieron entre el 11 de febrero y el 2 de marzo. En una, cumpliendo el deseo de un sacerdote, Mariette solicitó una señal a la Virgen: «Creed en mí; yo creeré en vosotros», respondió. El 2 de marzo tuvo lugar la última aparición. Pese a que había estado lloviendo todo el día, la niña salió como de costumbre. De repente, la lluvia paró y surgió la mujer. «Estaba más hermosa que nunca, pero no son-

reía», explicó Mariette. En aquella ocasión, le dijo: «Soy la Madre del Salvador. La Madre de Dios. Rezad mucho. ¡Adiós!», y, en cuanto desapareció, volvió a llover. La niña empezó a llorar inconsolable, pues adivinó que no volvería a ver a la figura celestial.

CURACIONES INEXPLICABLES

Las ocho apariciones de Banneux tuvieron un carácter casi íntimo. Mariette Beco estaba prácticamente sola, apenas acompañada por sus padres y algunos adultos. En Beauraing, en cambio, cada día había más fieles, la gente estaba convencida del carácter religioso de las apariciones y la última de ellas reunió a 25.000 fieles. A priori todo parecía indicar que Banneux pasaría pronto al olvido, incluso sin que se analizara la verosimilitud del caso, pero no fue así.

Las primeras curaciones con el agua de la fuente que había señalado la Virgen no tardaron en ocurrir. En marzo, Ernest Boutet, que era hemipléjico, sanó tras beber de la misma y el número de visitantes fue creciendo de una forma tan asombrosa que pronto se ordenó una investigación canónica de los hechos. Nada parecía poder detener la fama de Banneux. En

agosto, cuando se inauguró la primera capilla, asistieron al oficio alrededor de 60.000 personas.

En la actualidad, la pequeña capilla de las apariciones está repleta de exvotos de todo tipo, muestra de lo que ocurre en el lugar. Fabian Delarbre, responsable del santuario, nos explica: «Con el paso del tiempo, las curaciones no han disminuido. A menudo, vienen peregrinos a contarnos las historias de sus casos. Pero nosotros hemos elegido no estudiarlas, no se ha creado una oficina médica como en Lourdes, aunque eso no quiere decir que no ocurran».

Por su parte, Beauraing no se quedó atrás. Una de las primeras curaciones fue la deTilman Côme, un obrero que llegó al lugar de las apariciones el 11 de junio de 1933, con lesiones en la columna vertebral a causa de un accidente.Tras el duro viaje, que su médico le recomendó no hacer, apenas podía moverse. Se puso a rezar, pareció desfallecer y su mujer pensó que se estaba muriendo, pero de repente abrió los ojos, dijo «gracias» y se levantó. Luego explicaría que sintió un «choque » seguido de un «dulce calor» y vio a la Virgen, que le dijo: «Hasta mañana». A partir de entonces, recibió mensajes en varias ocasiones. Su caso alcanzó gran notoriedad y la prensa habló de una segunda ola de apariciones. Pero la Iglesia restó credibilidad a los hechos, por lo que es difícil saber qué hubo de real en los mismos. En realidad, ni tan siquiera la curación deTilman Côme fue reconocida como milagrosa, algo que sí ocurrió en otros casos.

Uno de ellos lo protagonizó Maria Van Laer, una mujer con osteomielitis. Los médicos habían dicho que no tenía remedio, pero el 23 de junio de 1933 acudió a Beauraing y, a la mañana siguiente, la enfermedad había desaparecido. La otra curación que la Iglesia reconoció fue la de MarieMadeleine Group, una mujer con un mioma en la matriz que, según el informe médico, tenía hemorragias abundantes y prolongadas. Fue a Beauraing en julio de aquel mismo año y, durante el viaje de vuelta, tuvo la intensa sensación de que había sanado, algo que unos días después confirmó un examen médico.

El 22 de septiembre del mismo año, varios médicos que estudiaron las supuestas curaciones emitieron un dictamen: «Hechos extraordinarios y realmente preocupantes, especialmente curaciones súbitas, se producen en Beauraing cada día», declaró el Dr. Wibo. Pero las sanaciones milagrosas no parecieron terminar tras las apariciones, ya que todavía hoy se siguen reportando casos. El responsable de la atención a los enfermos, M. Ghisselinx, explica: «Yo mismo he presenciado dos curaciones. Una mujer discapacitada llegó al santuario en silla de ruedas y, de repente, se levantó y se puso a bailar. Periódicamente recibimos mensajes de personas que se han curado. El último fue hace un mes».

Como en tantos otros casos, en los de Beauraing y Banneux surgen cuestiones difíciles de resolver desde una perspectiva religiosa. ¿Por qué la Virgen iba a tomarse tantas molestias en aparecer para casi no hablar y dar un mensaje tan breve y confuso como presto a infinitas interpretaciones? ¿Por qué se apareció dos veces seguidas en dos lugares cercanos sin que aparentemente ambas visiones tuvieran relación? ¿Se trató de una casualidad o todo formó parte de un «plan»?

Al igual que en Lourdes, donde al principio Bernadette llegó a confundir a la Virgen con un fantasma o con el demonio –o que en Fátima, donde los niños tuvieron que sufrir innumerables penitencias–, en Beauraing y Banneux observamos un comportamiento poco angelical o al menos confuso en las figuras protagonistas de las visiones, más relacionado con otros fenómenos sobrenaturales. Una vez más, al igual que en Fátima, nos encontramos con una mujer de muy baja estatura y parca en gestos o palabras y, nuevamente, las similitudes de ambas apariciones con la casuística de los No Identificados se nos antoja clara. FENOMENOLOGÍA PARANORMAL En Banneux, por ejemplo, nos encontramos con unas de las apariciones más atípicas de la Virgen en todo el mundo, cargadas de similitudes con el fenómeno OVNI. La Virgen era un extraño ser que desprendía luz y que surgía flotando por encima de los árboles, emanaba calor y se desplazaba levitando sobre un camino. Siempre se manifestaba de noche y, en una ocasión, su aparición coincidió con una modificación del clima, pues dejó de llover en tanto estuvo presente. Por algún motivo, durante la primera noche, la madre de la vidente pudo apreciar una silueta envuelta en luz, aunque no llegó a percibir con claridad la imagen concreta que su hija sí decía ver. Esta fue la única interacción de dicha aparición con otras personas en Banneux.

En Beauraing también hubo una ocasión en la que las personas que estaban presentes llegaron a ver algo más allá de las reacciones de los videntes. Fue durante la última aparición. Fernande no había visto a la Virgen la vez anterior, así que decidió quedarse a rezar con la esperanza de verla una última vez. Entonces, los presentes observaron una bola de fuego que estalló sobre el espino. La propia vidente vio el fenómeno y dijo que la bola explotó justo antes de aparecer la Virgen. Por otra parte, las apariciones parecían afectar también a los animales, que de hecho suelen mostrarse sensibles a los fenómenos paranormales. «Era muy extraño –recordaba Gilberte Degeimbre–, porque cuando las personas se acercaban a las vallas del convento, los perros se lanzaban con violencia hacia ellos y ladraban; pero cuando María se aparecía, los animales cesaban en sus ladridos».

DESORIENTADOS

En Beauraing también tuvieron lugar alteraciones en el clima, ya que en más de una ocasión la gente percibió que se detenía el viento mientras los niños permanecían en éxtasis. De hecho, los propios videntes mostraron signos de desorientación temporal cuando recuperaban la normalidad.

Como siempre, estamos ante un fenómeno complejo, delicado y difícil de explicar. Para los creyentes, la explicación puede ser sencilla y asumible como perteneciente al ámbito de la fe, pero una vez más nos hallamos ante apariciones que se asemejan a la Virgen en la forma pero no en el fondo, plagadas de pequeños detalles que para los estudiosos del fenómeno OVNI resultan muy familiares.

Al final, siempre queda la duda, acompañada, eso sí, de algo que parece una constante en las apariciones marianas. Después de éstas, dos nuevos lugares quedaron señalados para siempre. «Quiero que se construya aquí una capilla», repiten sus protagonistas, como si quisieran delimitar un punto concreto para que la gente acuda a él. En Beauraing y Banneux el objetivo se cumplió de nuevo, pues ambos santuarios son importantes puntos de peregrinación para miles de fieles de los países centroeuropeos.

En Europa

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https://lectura.kioskoymas.com/article/282187946061086

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