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“La economía lineal no es sostenible, el planeta no da”

Manuel Enríquez Jiménez Presidente de ASA El arquitecto navarro ha sido elegido recientemente nuevo presidente de la Asociación Sostenibilidad y Arquitectura (ASA)

ION STEGMEIER

Manuel Enríquez ya ejerce de arquitecto en el estudio ByE y de docente en la ETSAUN. Ahora, desde la presidencia de la Asociación Sostenibilidad y Arquitectura (ASA), además, contribuirá más a favor de la sostenibilidad en su sector, porque si algo tiene claro es que se trata de un largo camino.

¿Hasta qué punto la sostenibilidad preocupa hoy a los arquitectos?

Vitrubio escribió en el año 25 antes de Cristo los diez libros de De Architectura y decía: “Los edificios estarán bien construidos si desde el principio se ha tenido en cuenta la orientación y el clima”. Eso es sostenibilidad. Hasta finales del siglo XIX la relación con el clima ha sido así. La gente se levantaba cuando salía el sol, se acostaba cuando se ponía...

¿Y cómo construían?

El caserío es el típico ejemplo. Son edificios muy volumétricos, la fachada principal orientada a la solana, muy buen factor de forma, mucho volumen interior para poca envolvente... En la planta baja se estabulaban los animales, que producían calor; en el bajocubierta se almacenaba el grano, que también producía calor, y eso era un colchón térmico para los habitantes que vivían en la planta intermedia. Eso estaba en nuestra esencia constructiva hasta la revolución industrial y la creación de las grandes urbes.

¿Habría que mirar a ese pasado?

La sostenibilidad ahora es más necesaria porque la construcción se está apartando de la relación con el lugar. Si te pongo una foto de Santorini ya sabes dónde es. Si te pongo un edificio de un país africano o de Venezuela... enseguida los asocias con la tipología de esa zona. En cambio te pongo un edificio de cristal de los últimos 40 años y se está construyendo exactamente igual en cualquier parte del mundo, no sabrías decirme de qué parte es.

Edificios que además se asocian a la modernidad, como esas fotos del skyline de ciudades llenas de torres de cristal.

Claro. Los cambios cada vez son más rápidos. El Románico duró siglos, el Gótico menos, el Neoclásico algo menos y los estilos arquitectónicos cada vez duran menos. El gran cambio fue el llamado estilo internacional, el movimiento moderno, Le Corbusier, en los años 20. Le Corbusier hablaba de aspectos sostenibles como la cubierta jardín, la planta libre, las ventanas corridas... Esos conceptos se fueron diluyendo y lo que ha ido quedando como estilo internacional son edificios modernos, blancos, acristalados, que no son su esencia. Nos hemos quedado con la parte más estética y nos hemos olvidado de la parte funcional. Y por eso se asocia un edificio moderno con una gran torre acristalada.

Pues en Pamplona les llaman edificios inteligentes...

[Risas] Le ponen ese nombre cuando tú dices, “Joe, algo no estamos haciendo bien”. Y esa imagen de edificios acristalados y con ese skyline, es un ejemplo de modernidad mal entendida. El mismo edificio necesita durante el mismo día que por una fachada se le dé calefacción y por la otra aire acondicionado.

¿Podrían tener los días contados?

No lo sé. Todo lo que tiene que ver con la sostenibilidad muchas veces es una preocupación que parece muy latente, porque decir lo contrario no sería políticamente correcto, pero el trasfondo real no es tan cierto. Se considera que en el año 2050 habrá 9.000 millones de personas en el planeta y la gran mayoría vivirá en ciudades, muchas de las cuales aún no existen. Esta es la realidad. Pensar que la sostenibilidad está cuajando es un poco ingenuo.

¿Por qué?

Muchas veces nuestra visión de la sostenibilidad tiene que ver con la visión europea. Digamos que tenemos solucionados unos problemas de primera necesidad pero, claro, la sostenibilidad tiene que ser global. Si algo hemos visto desde 1972, que fue la primera cumbre de la Tierra en Estocolmo, es que es algo que afecta a todos. Hay otras zonas que tienen unas preocupaciones mucho más importantes que tienen que ver con desigualdades, migraciones, problemas geopolíticos...

Pero al menos sí que se escuchan voces críticas frente a grandes operaciones como un mundial de fútbol en Qatar, por ejemplo.

Es normal, es que hacemos barbaridades. Hasta finales de los 80 se pensaba que todas esas cosas eran por el bien de la economía. A partir de los 90 empezó a haber esa conciencia cada vez más contra esta economía lineal, que dice que hay que producir y lo demás da igual, y que representa un poco el anterior presidente americano.

...Con su propia torre acristalada en Nueva York, por cierto.

Claro, representa ese concepto de la economía lineal que es fabricar, manipular, utilizar y desechar. Eso se está viendo que no es sostenible. El planeta no da.

El propio premio Pritzker reconoce ahora a Lacaton y Vassal, por ejemplo, que aprovechan lo existente frente a los arquitectos que hacían espectáculo con sus obras.

Tal cual. Ya llevaban como tres años buscando esa línea. Los primeros ecologistas eran alteradores de conciencias, el Pepito Grillo que te decía “esto está mal”, pero tampoco había una solución. En cambio Lacaton y Vassal suponen un “esto está mal y esto se puede hacer”. He estado viendo la exposición que tienen en el museo ICO en Madrid, y es de arqui

“Hoy tenemos la suficiente tecnología para construir torres de viviendas de madera” “Cosas como la Expo de Zaragoza, que cuando las hicieron las fuimos a ver, ahora dan pena”

tectura pero lo que se ve dentro son vídeos de la gente que vive en sus casas y lo que dicen. Se trata de no destruir, no derribar, no generar basura, sino reutilizar, reusar. Los últimos dos años de los premios Mies van der Rohe, también han sido proyectos de rehabilitación. Eso está cambiando. Pero está cambiando en nuestro entorno, no en todo el mundo.

¿Aquí a los alcaldes quizá ya no les da votos construir un edificio de Calatrava en su ciudad?

Claro, la arquitectura del espectáculo se ha visto que estaba un poco vacía. Tú te das una vuelta por la Expo de Zaragoza, por el puente de Zaha Hadid o la Torre del Agua, un edificio vacío que no se usa para nada, y todas estas cosas que cuando las hicieron las fuimos a ver ahora dan pena. Hay cosas que se empiezan a cuestionar. La profesión va por esa línea.

¿La propia tecnología, al permitir hacer cualquier cosa, ha podido ir contra la sostenibilidad?

Sí. Ese darle la espalda al clima ha venido favorecido por nuestra capacidad tecnológica. En el momento que yo puedo vivir de espaldas a mi clima, qué más me da que haga fuera -5 ó 40 grados si puedo artificialmente mantener mi clima. Eso ha llevado a una carrera que no nos podemos permitir.

¿Respecto a los materiales, aquí también sería como en la cesta de la compra, cuanto más de proximidad sean mejor?

El informe Brundtland para la ONU utilizó por primera vez el concepto de desarrollo sostenible en 1987. Lo que va de entonces hasta ahora es un periodo mínimo en la historia de la humanidad, pero si algo hemos aprendido es que no hay metas. Esto es un proceso. Cuando tú te piensas que has llegado a la meta, pues no, la meta échala más para allá.

¿Por ejemplo?

Hace unos años se pusieron de moda los biocombustibles y luego desaparecieron. Se vio que para acallar nuestra conciencia de países ricos estábamos echándole a la gasolina unos aceites que venían de productos que necesitaban los países del tercer mundo para sobrevivir. Hace unos años había un concepto que decía “de la cuna a la tumba”, que era el análisis del ciclo de vida de los materiales. Desde hace unos años, está “de la cuna a la cuna”, que intenta evitar la primera y la última fase, la fabricación y el final, y que ha dado lugar al concepto de la economía circular. Ahí estamos. Tiene que ver con el Kilómetro cero, utilizar el material de proximidad...

¿Otra vez la historia puede servir de inspiración?

Sí. La Mezquita de Córdoba es uno de los mejores edificios en España. Tiene una historia de invasiones, pero es un ejemplo de reciclaje también. Cada vez que llegaba alguien destruía lo que había pero la mezquita está construida con columnas de iglesias que se iban quitando, y cuando ya no había árabes la catedral se construyó dentro. Vista con el tiempo es un ejemplo de cómo se ha ido reutilizando. O el Patio de los leones de La Alhambra, que tiene una fuente en medio que es visigoda.

¿Podremos ver en los próximos años cada vez más edificios de madera, por ejemplo?

El hecho de utilizar la madera, que es un material fantástico, ya lo tenemos a día de hoy. Tenemos la suficiente tecnología para construir torres de viviendas de madera. Nosotros tenemos dos edificios en Navarra construidos enteramente en madera con certificado Passivhaus. Lo que es verdad es que hay que acondicionar las velocidades con las de producción del mercado.

¿No hay suficiente?

Hay desfases. Este último año el precio de la madera ha subido mucho y hay problemas de suministro. Mucha de la madera que se está produciendo en Europa se está exportando a China. Ahora mismo no se podría construir todo lo que se está proponiendo en madera.

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