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Periodismo territorial

Director de CANARIAS7

FRANCISCO SUÁREZ ÁLAMO

Uno se reconcilia con el Senado con decisiones como la de conceder el premio Luis Carandell a Loreto Gutiérrez, Joaquín Anastasio y Silvia Mascareño. No solo por aquello del compañerismo y el corporativismo -que también-, sino porque pone en valor el periodismo que, desde la capital de la Villa y Corte, sitúa el foco en la realidad territorial. Y eso, viniendo de una Cámara cuya utilidad resulta muchas veces discutida, supone un reconocimiento de que España es algo más que Madrid. De hecho, es mucho más, por más que seguramente a Isabel Díaz Ayuso le pese.

También supone el galardón para los tres compañeros una reconciliación con el periodismo parlamentario. Una especialidad que ha contado con grandes figuras y que no puede perderse en estos tiempos apresurados en que lo que prima es el aquí, el ahora, lo más breve posible y con vídeo de acompañamiento. Eso está bien para la hipercomunicación instantánea, pero la crónica, el análisis y, sobre todo, la memoria parlamentaria son necesarias para situar las decisiones en su contexto. Incluso para entender por qué en ocasiones sus señorías se dejan llevar por modos que poco tienen que ver con la cortesía, y no solo la parlamentaria, sino la que deriva de la más elemental de las educaciones. Por eso es necesario que siga habiendo periodistas que estén atentos a comisiones, plenos y demás citas parlamentarias, que hagan pasillos, que aguanten interminables ruedas de prensa, que pregunten, que repregunten, que vuelvan a preguntar hasta que hayan resuelto sus dudas, que seguramente serán las de muchos lectores si no se atienden con respuestas un ánimo interrogador que no es inquisitorial. Y si lo fuera, pues es lo que hay en democracia.

No me extenderé en los méritos de los tres galardonados. Sus lectores y los espectadores los conocen de sobra. Y saben por eso mismo que son absolutamente fiables: es lo mejor que se puede decir de un periodista y seguramente es lo único que se debería decir.

Solo hago un apunte sobre la compañera Loreto: no hay más que estar con ella en alguna de esas sesiones especiales en las Cortes, ya sea una investidura o una censura. Es entonces cuando se calibra el respeto que se ha ganado entre los parlamentarios y los trabajadores de las cámaras. Algo que, como esa confianza de los lectores, se construye durante años pero se puede perder con solo un segundo, un traspiés o un exceso por aquello de que, por desgracia, esto del periodismo sigue siendo una profesión donde sobran los espejos en que mirarse y donde hay más de un ombligo en demasiados cuerpos.

Dicho lo anterior, y para las nuevas generaciones, vayan al buscador digital de turno y descubran quién fue Luis Carandell. Demuestren, oh sorpresa, que hubo un tiempo con políticos con ideologías todavía más antagónicas que las actuales y que, sin embargo, sabían discutir con contundencia y luego compartir un café. Y allí estaba Carandell, mesándose la perilla y tomando buena nota de todo.

CANARIAS

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2021-06-23T07:00:00.0000000Z

2021-06-23T07:00:00.0000000Z

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