Los indultos están bien. O sea, mal. Ni siquiera es como cuando a Melanie Griffith le preguntamos en unos Goya si iba a venir a Málaga en Semana Santa y dijo: «Jesus is ok, but...». Vaya, que tenía cosas que hacer en Los Ángeles. No digo que los indultos estén bien como ‘Jesus is ok’, quiero decir que los indultos están bien para escribir, pero hay más cosas. Por ejemplo, los calcetines de Marcos Llorente.

No los que se olvidó el día que fichó por el Madrid y se hizo la foto con Florentino con un palmo de tobillos al aire. Él lleva calcetines como Gordillo se bajaba las calcetas. Cuando Marcos jugaba en el Madrid, alguna vez se le vio con las calcetas con tomates por detrás. Contó entonces que le aliviaba. Supongo que para dar suelta a los gemelos. Porque Llorente tiene unos gemelos que ni Begoña Villacís. Marcos Llorente, además de los calcetines, se ha llevado su cama a la Ciudad Deportiva de Las Rozas. Vio que iban a estar un tiempo, pidió permiso y duerme en su colchón Hogo, de 35.000 euros. Reduce el tiempo de recuperación, fortalece el sistema inmunitario, protege de la contaminación electromagnética... Sólo falta que ganen hoy.

Díaz Ayuso ya ganó lo suyo. Y tomó posesión con un vestido de Vicky Martín Berrocal que no tengo muy claro si era cereza o algo parecido al fucsia. Leo que el modelo Jimena (207 en rebajas) se agotó. Desde la firma se decía que era un vestido de boda con «carácter, fuerza y pasión». La literatura costurera, que diría Coco Chanel para burlarse.

Una vez una amiga y yo vimos a Vicky Martín Berrocal desde el tren. Ella estaba todavía en el andén. Muy guapa. Muy gorda. Y mi amiga soltó: «Mira, Ana Karitina». Que luego las mujeres no tienen gracia.