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Exhibición de la UD Las Palmas de Pepe Mel ante los Wolves (2-3)

Excelente imagen y enorme resultado ante un Wolves plagado de estrellas. Reaperece con nota Loiodice tras siete meses

IGNACIO S. ACEDO

Victoria impecable y con sensaciones muy positivas de los amarillos ayer, con tantos de Ale García, Adalberto Peñaranda y Jesé Rodríguez, que sumó sus primeros minutos.

En un nuevo amistoso de cartel, en el que hubo pierna y nervio, con la UD luciendo palmito ante un Wolverhampton de máximo rango en Inglaterra, las noticias que siguen llegando desde Marbella refuerzan la buena pinta que tiene el equipo. Con tres ensayos al lomo por Andalucía, a cual más exigente, los chicos de Mel mantienen una línea ascendente en cuanto a rendimiento y prestaciones. Ayer, incluso, con la ausencia de Sergio Ruiz, del que huelgan comentarios acerca de su importancia estratégica. La UD ganó, se gustó, metió en la rueda a varios futbolistas que venían de arrastrar molestias y lanzó un nuevo mensaje para la ilusión de su gente. Todo lo que pasa en julio no computa en la clasificación. Cierto. Pero los deberes que ahora se cumplen, ese sudor y esfuerzo que están modelando las piernas, van a tener incidencia en los meses que vienen, en lo importante. Y si además de llenar los pulmones de energía se ameniza todo apuntándose resultados de los que alimentan la estima, mejor.

Tuvo que salir satisfecho y orgulloso de la primera mitad que le ofrecieron los suyos Pepe Mel. Una UD de jerarquía, al son de Loiodice, y que le bailó a todo un equipo de la Premier y plagado de figuras reconocibles como Moutinho, Semedo o Trincao. Tremendo el empaque del grupo, intratable atrás, simétrico siempre y que terminó adueñándose de pelota, juego y goles. Dominio completísimo en el que todos rayaron a un nivel pluscuamperfecto, tal y como se requiere ante rivales con músculo y categoría como el Wolves, prueba de las que no engañan y de la que salió reforzada Las Palmas. De inicio, Mel ofreció una disposición ambiciosa, con línea de cuatro y una zona ancha con Loiodice de ancha y Moleiro y Kirian en el enganche, Clemente y Peñaranda abriendo en los costados y arriba Álex. Sin excepción, buscaron la asociación y, a medida que corrieron los minutos, conectaron de maravilla. Porque el partido, en esta fase, se manejó a antojo de una UD que no se dejó impresionar y que cuando se hizo al campo, borró al Wolves. No tuvo tarea Raúl bajo palos salvo algún centro facilón, y tampoco requirieron a Navas o Ferigra, más orientados a mirar para arriba que a poner el retrovisor. Eso dio vuelo a Lemos y Cardona, más presentes en campo contrario. Orientados al marco rival, haciendo las faltas que se tenían que hacer y con esfuerzos de una solidaridad entrañable, como ver a Peñaranda achicando con todo, Mel pidió a los suyos que sí, que se animaran e hicieran lo mismo que ante Espanyol o Sevilla.

Sin complejos, y con Loiodice como centro de gravitación, finísimo el francés en distribución, corte y colocación y eso que lleva desde diciembre fuera de foco, la UD terminó ejecutando con aciertos su crecida. Moleiro, ojo a este pelotero de sangre cubana, le metió picante a un pleito hasta entonces muy horizontal con un chutazo desde fuera del área que obligó a Sá a una parada de las que lucen. Mole le pegó arriba y con toda la intención al ángulo más dañino. Fue el anticipo de lo que vendría poco después, con Álex García atento a un rechace tras mano a mano de Peñaranda. El 0-1 no sació el hambre porque, en una contra de vértigo, y con Peñaranda arrancando desde la dercha, permitió al venezolano firmar el segundo. Lo merecía por esfuerzo, presencia y decisiones inteligentes. Había brillado Peñaranda desde su perfil más generoso pero lo que le da de comer es meterla y eso hizo tras un amague que le dejó vía li

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2021-07-27T07:00:00.0000000Z

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