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¿Podemos hablar de asma en los primeros años de vida?

Es un hecho constatado que un tercio de las niñas y niños presenta al menos un episodio de sibilancias en los primeros cinco años de vida

Un tercio de los niños presenta algún episodio de sibilancias en los primeros cinco años de vida. Sin embargo, no todos seguirán teniéndolas posteriormente. La presencia de atopía es el principal factor que ayuda a determinar el riesgo que tiene el niño de sufrir asma en el futuro.

Muchas mamás y papás se preocupan, y con razón, porque su hija o hijo menor de tres años “coge muchas bronquitis”. Estos procesos respiratorios suelen iniciarse con moco nasal y tos seca que, a menudo, en dos a cuatro días “le baja al pecho”, como dicen los padres. Esto se nota porque la tos se vuelve húmeda o productiva y se escuchan ruidos en el pecho del niño, como “silbidos o pitos”, que vienen acompañados de un mayor o menor grado de ahogo al respirar. Además, la respiración es rápida y entrecortada, y las costillas se señalan con una mayor o menor intensidad.

En algunos casos, estos episodios pueden repetirse con bastante frecuencia y suelen estar desencadenados, sobre todo, por virus respiratorios. De ahí su mayor presencia en los meses fríos del año.

Algunos pacientes no tienen síntomas entre episodios. Otros, en cambio, siguen con tos por la noche o cuando lloran, ríen, comen, corren o se exponen al humo del tabaco. En estos casos, es posible que mamás y papás piensen que la bronquitis no se ha curado bien y, si en los años posteriores a esta niña o niño se le diagnostica asma, atribuyan a los catarros “mal curados” la causa del desarrollo de esta enfermedad, o que incluso piensen que inicialmente ya era asma pero que en su momento no se le diagnosticó. Pero, ¿podemos hablar de asma en los primeros años de vida? El asma es una enfermedad crónica que dura toda la vida con mayor o menor intensidad y frecuencia de síntomas, y que, en muchos casos, se inicia antes de los cinco años de edad.

Es un hecho constatado que un tercio de las niñas y niños —en algunos casos esta proporción se eleva hasta prácticamente uno de cada dos— presenta al menos un episodio de sibilancias en los primeros cinco años de vida. De estos niños, un tercio tendrá sibilancias recurrentes, es decir, tres o más episodios de sibilancias durante un año, y de estos, dos tercios tendrán un asma que persistirá o se reactivará en la edad adulta. Por tanto, no todo niño o niña que tiene sibilancias en la edad preescolar seguirá teniendo episodios en la adolescencia y en la edad adulta. De ahí que actualmente se tienda a hablar de sibilancias recurrentes, y no de asma, en los menores de tres y cuatro años.

No obstante, no todos los profesionales estamos de acuerdo en cómo denominar este problema de salud. Hay sociedades científicas que recomiendan no utilizar el término de asma en la edad preescolar y otras, por el contrario, a los episodios desencadenados por virus prefieren denominarlos “asma inducida por virus” en lugar de “sibilancias por virus”, aunque reconozcan que en el lactante resulta difícil diagnosticar asma.

Para intentar clarificar este cajón de sastre que son las sibilancias recurrentes en el lactante y en la edad preescolar, así como su relación con el asma, nos ayudamos de los estudios epidemiológicos de cohortes. Estos siguen a una población (cohorte) a lo largo del tiempo y detectan qué factores protectores o de riesgo presentan aquellos que desarrollan la enfermedad. Es decir, qué factores disminuyen la probabilidad de padecer una enfermedad y qué factores la aumentan. Con estos estudios hemos aprendido que existen diferentes tipos de sibilancias en la primera infancia que denominamos fenotipos de sibilancias. Cada fenotipo tiene una evolución diferente, lo que se conoce como historia natural de la enfermedad, así como un tratamiento y pronóstico distintos.

Aunque hay muchos estudios de cohortes, citaremos los cinco más importantes: la cohorte de Tucson en EEUU; la de la isla de Wight; la ALSPAC de Reino Unido; el estudio del asma y la alergia ( MAS) de Alemania, y el NLSCY de Canadá. También se publicó hace relativamente poco el SLAM realizado en Asturias.

El inconveniente de estos estudios es que la respuesta a la pregunta con la que titulamos este artículo la obtenemos de forma retrospectiva. Asumiendo un símil cinematográfico, podríamos decir que, para saber qué pasa con nuestro protagonista, tenemos que esperar al desenlace de la trama.

Por ejemplo, la cohorte de Tucson, que se inició en el año 1980, sugiere que hasta el 80% de los niños y niñas que antes del primer año de vida comienzan a tener episodios de sibilancias desencadenadas por infecciones respiratorias víricas y que no desarrollan sensibilización alérgica, dejarán de “silbar” en la edad escolar. Algunos de estos pacientes tienen como factores de riesgo el tabaquismo pasivo en el embarazo y/o durante la etapa postnatal, ser varón, la prematuridad, tener hermanos mayores o la asistencia a la guardería. En cambio, un 20% de la cohorte de Tucson inicia los síntomas algo más tarde: lo hace a partir del segundo año de vida y tendrá episodios de sibilancias que persistirán hasta la edad adulta. Este fenotipo de sibilancias persistentes está relacionado con la sensibilización alérgica. Son, si se nos permite decirlo así, los verdaderos asmáticos. En cualquiera de estos fenotipos de sibilancias, el tabaquismo de la madre en el embarazo, así como el de los miembros de la familia con la que el niño convive en los primeros años de vida, es un factor muy importante para el desarrollo de asma.

Algunos estudios cifran en un 80% el porcentaje de niños con episodios de sibilancias antes del primer año que dejan de "silbar" en la edad escolar

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2015-05-28T07:00:00.0000000Z

2015-05-28T07:00:00.0000000Z

https://lectura.kioskoymas.com/article/281706908281233

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