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Mitos y leyendas en el cuidado del niño con asma

Imaginemos unos padres: Juan y Ana. Y una situación: la pediatra de su hijo Jaime, de ocho años, les acaba de comunicar que el niño tiene asma.

Pese a ser la enfermedad crónica más frecuente en la infancia, los padres siguen teniendo muchas dudas cuando a sus hijos les diagnostican asma. La pediatra Isabel Moneo responde a las principales preguntas que las familias se formulan en ese momento.

Un montón de dudas se acumulan desde ese momento en las cabezas de estos padres imaginarios, así que un día deciden acudir a su consulta con un guión de preguntas preparados para intentar aclararlas.

¿Qué es el asma? Es una enfermedad crónica del pulmón producida por una inflamación de las vías respiratorias inferiores. Normalmente estas permiten el paso del aire, pero, al estar inflamadas, este pasa con más dificultad, causando tos, pitidos o dificultad al respirar.

¿Es muy frecuente? Sí. Uno de cada diez niños tiene asma. Se da más en niños que en niñas, aunque, entre los adultos, es más frecuente en las mujeres. La cantidad de personas que sufren la enfermedad varía de unos países a otros y en nuestro país es más frecuente en la costa que en el interior.

¿Es hereditaria? La enfermedad tiene relación con varios genes y que el asma se desarrolle o no depende de la interacción, aún no completamente entendida, entre estos genes y el medio ambiente. Se dan casos en la misma familia porque se hereda la predisposición a padecerla. Si los dos progenitores son asmáticos, el riesgo todavía es mayor. Algunos factores ambientales pueden inducir asma: un claro ejemplo es el tabaquismo, sobre todo en el embarazo.

¿Es contagiosa? El asma no es una enfermedad infecciosa, por lo que no se contagia. Sin embargo, las infecciones víricas como los catarros y la gripe, que sí se contagian, son una de las causas más frecuentes de la aparición de los síntomas de asma.

¿Se cura? En este momento no tenemos cura para el asma, pero sí tratamientos que permiten su control y que el niño asmático lleve una vida normal. Además, es una enfermedad de curso variable que puede tener periodos sin síntomas en los que no se necesita tratamiento, y otros, en los que los síntomas son intensos y frecuentes.

¿Es consecuencia de “catarros mal curados”? No. Aunque esta es una idea bastante extendida, es errónea. Si bien es verdad que muchos niños con asma han tenido muchos catarros durante los primeros años de vida y antes de evidenciarse el asma, esto solo indica que esos niños tienen unas vías respiratorias más sensibles.

¿Qué tiene que ver la alergia con el asma? La alergia es una respuesta desproporcionada del organismo ante una sustancia, llamada alérgeno, que para otras personas es inofensiva. Los bronquios de los asmáticos son muy sensibles y responden mucho a los alérgenos y también a sustancias como el tabaco o la contaminación, que son irritantes para todos. Aunque la alergia juega un importante papel para favorecer el asma, no todas las personas con asma tienen alergia, ni todas las que tienen alergia padecen asma. No obstante, se debe investigar la alergia en todo niño asmático, ya que ello nos puede ayudar a controlar la enfermedad.

¿Qué tipos de medicamentos tenemos para tratar el asma? Los síntomas del asma aparecen cuando se estrechan los bronquios. Para mejorar ese estrechamiento, hay medicamentos llamados aliviadores porque ‘alivian’ las molestias al dilatar los bronquios. Cuando se usan, su efecto se nota muy pronto, gene-

ralmente entre tres y cinco minutos después de utilizarlos, aunque a las pocas horas desaparece. Sin embargo, no tienen acción preventiva porque no actúan sobre la inflamación y, por tanto, no controlan el asma: solo alivian los síntomas porque abren el bronquio transitoriamente. Para disminuir la inflamación y hacer que los bronquios estén menos sensibles, hay que tomar de forma continua medicamentos controladores de la inflamación bronquial (antiinflamatorios). Estos medicamentos se deben utilizar durante periodos prolongados de tiempo, pero son seguros y fáciles de usar. Se administran todos los días y se emplean según la gravedad de la enfermedad, por lo que su uso se va modificando según el control de los síntomas que se consiga. El niño y su familia deben conocer cómo actúa cada medicamento y cómo se debe tomar. Hay que asegurarse que el pequeño siempre lleva consigo los aliviadores y que toma regularmente los controladores. También es importante pactar con su médico un plan escrito para saber cuándo usar cada fármaco y cuándo pedir ayuda especializada.

Los padres han de asegurarse que el niño lleva siempre consigo los medicamentos y que sabe cómo actúan y cómo se debe tomar cada uno de ellos

¿Los tratamientos producen dependencia y efectos secundarios a largo plazo? ¿Pierden su efecto con el tiempo? No, los medicamentos para el asma son seguros y eficaces siempre que

se usen a las dosis que se necesitan para conseguir el control de los síntomas. En la mayor parte de los niños, el control de la enfermedad se consigue con tratamientos a dosis bajas o medias que no afectan a su crecimiento o lo hacen de forma mínima. Los efectos secundarios de la medicación no suponen un problema comparado con los beneficios que aportan.

¿Las medicinas alternativas como la homeopatía, la medicina natural o la acupuntura tienen algún resultado en el tratamiento del asma? En la actualidad no hay estudios cien- tíficos rigurosos que hayan demostado un efecto beneficioso de estas terapias para el asma.

¿Tener una crisis de asma es cuestión de mala suerte? No. La mayor parte de las crisis son evitables si se establece un control adecuado. Por ello, es fundamental conocer los desencadenantes de cada niño para evitarlos en lo posible, y también por ello hacemos las pruebas de alergia. La familia debe saber cómo evitarlos y es importante que aclare con los sanitarios qué medidas prácticas son útiles y más sencillas de aplicar. ¿El asmático debe evitar el deporte? No. La práctica deportiva tiene muchos efectos beneficiosos para la salud y los asmáticos pueden y deben practicar deporte. Muchos deportistas de alto nivel son asmáticos. Solamente debemos evitar el deporte cuando el asma no está bien controlada, es decir, cuando tenga muchos síntomas. En caso del asma inducido por el ejercicio, es importante hacer precalentamiento, tener cuidado con los cambios bruscos de temperatura (gimnasio-calle-gimnasio) y hacer la actividad de forma gradual. Si se necesita, hay que usar la medicación antes de iniciar el esfuerzo.

Juan y Ana están ahora más tranquilos: han aclarado sus dudas y, sobre todo, han comprendido que los padres y los propios niños pueden controlar el asma. La evolución de la enfermedad depende mucho de sus cuidados, así que ¡tienen mucho por hacer!

CUADERNOS DEL AIRE

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2015-05-28T07:00:00.0000000Z

2015-05-28T07:00:00.0000000Z

https://lectura.kioskoymas.com/article/281754152921489

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