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Tabaco ambiental: Riesgos sobre la salud respiratoria infantil

Pocas epidemias han sido tan devastadoras y prevenibles como el consumo de tabaco, a pesar de lo bien arraigado que se encuentra en nuestra sociedad actual

Esther Martín

El consumo de esta droga constituye una de las causas principales de muerte evitable por su relación con el desarrollo de enfermedades cardiacas, pulmonares y cáncer. Solo en España, cada año mueren más de 55.000 personas a causa del tabaco.

A pesar de ello, durante el siglo XX el consumo de tabaco se hizo cada vez más frecuente en los países desarrollados, constituyendo uno de los principales problemas de salud pública. En España, el 71,7% de las personas entre los 15 y los 64 años reconocía en 2011 haber fumado alguna vez en la vida. Y, lo que es peor, es un hábito que a menudo se adquiere en la adolescencia; de hecho, en esa misma anualidad, la edad media de inicio de consumo de tabaco fueron los 16 años.

FUMAR AUNQUE NO QUIERAS: EL TABAQUISMO PASIVO

Los fumadores pasivos son aquellas personas que, aunque no fuman, se ven expuestas de forma involuntaria al humo del tabaco que fuman otras personas (humo de tabaco ambiental). Teniendo en cuenta los datos disponibles actuales, que revelan la existencia de más de 10,5 millones de adultos fumadores en España, nos encontramos con que tanto los niños como dos terceras partes de adultos no fumadores están expuestos al humo de tabaco ambiental. De hecho, se estima que el tabaquismo pasivo fue el responsable en 2010 de más de 601.000 muertes prematuras en todo el mundo y la causa de enfermedad en el 61% de los niños, fundamentalmente por infecciones respiratorias y asma.

El humo del tabaco ambiental contiene más de 4.000 sustancias distintas, entre ellas, nicotina, monóxido de carbono, alquitranes y otras sustancias irritantes de las vías respiratorias, y está conformado por una mezcla del humo que desprende el cigarillo encendido, fruto de su combustión, y el que exhala el fumador. El humo del tabaco exhalado tiene una concentración de sustancias tóxicas mayor que la que habitualmente se encuentra en el humo del tabaco. Este humo exhalado se disuelve rápidamente contaminando el aire que nos rodea y es por ello que, cuando permanecemos en ambientes donde hay humo, inhalamos sustancias tóxicas altamente perjudiciales para la salud. De esta manera, sin darnos cuenta, nos convertimos en fumadores pasivos y, aunque no fumemos, nuestra salud está en riesgo.

Pero la contaminación no termina aquí. El humo del tabaco, una vez disuelto en el aire, se deposita en las superficies de los objetos que nos rodean. Al entrar en contacto con el aire, la oxidación de estas sustancias da lugar a otras nuevas que también son tóxicas para nuestro organismo. De ahí que se haya acuñado el término “tabaquismo de tercera mano” para referirse a los componentes del humo del tabaco que quedan depositados en las superficies y que hacen que la contaminación continúe una vez que el fumador apaga el cigarrillo. Estas toxinas se absorben a través de la piel o los alimentos, o bien se inhalan a través del polvo suspendido en el aire. Los efectos que este tipo de contaminación tienen sobre nuestra salud aún no se conocen bien.

¿CUÁLES SON LOS RIESGOS DEL TABAQUISMO PASIVO PARA LA SALUD RESPIRATORIA INFANTIL?

Aunque todos nos vemos expuestos a los riesgos derivados de la exposición al humo del tabaco, los niños son los más perjudicados, ya que no pueden evitar la exposición. De hecho, el tabaco es la causa principal de contaminación ambiental para los niños, lo que les expone a un aumento del riesgo de sufrir determinados problemas de salud. No se conoce ningún nivel seguro de exposición, ni disponemos de ningún dispositivo que elimine el humo del tabaco ni sus productos tóxicos del ambiente. Se calcula que la exposición que sufren los niños al humo del tabaco de los adultos fumadores es equivalente al consumo de entre cuatro y diez cigarrillos por día. ¿Sorprendente, verdad?

Aunque conocemos desde hace tiempo los efectos perjudiciales del tabaquismo sobre la salud de las personas que fuman, es decir, del tabaquismo activo, y a pesar del tiempo que generaciones previas han estado expuestas a este tóxico, el estudio de los riesgos que el tabaquismo pasivo tiene sobre nuestra salud es muy reciente. Al final de la década de los 60 comenzó a aflorar la preocupación de que los niños de padres fumadores pudieran desarrollar enfermedades respiratorias, por lo que se pusieron en marcha los primeros estudios que más tarde confirmaron esta hipótesis. En 1986 nuevas investigaciones demostraron que el tabaquismo pasivo causaba cáncer de pulmón en personas no fumadoras y, en 1992, la Agencia de Protección Medioambiental estadounidense llegó a catalogar el humo del tabaco ambiental como un carcinógeno del grupo A. Pero, ¿y los niños? ¿Se verían afectados de igual manera por la exposición al humo del tabaco? Numerosas investigaciones han puesto de manifiesto cuáles son los efectos perjudiciales de la exposición al humo del tabaco ambiental en la salud respiratoria infantil:

1. Síntomas respiratorios

como tos, dolor de garganta, ruidos respiratorios o problemas de oídos e infecciones de las vías respiratorias como bronquitis, bronquiolitis y neumonías.

Los niños son los más perjudicados por la exposición al humo del tabaco, ya que no pueden evitarla; de hecho, se calcula que es como si fumaran entre cuatro y diez cigarrillos al día

Algunas de las sustancias presentes en el humo del tabaco alteran los mecanismos defensivos de los pulmones e irritan las vías aéreas, favoreciendo la aparición de síntomas como la tos, la mucosidad o los estornudos. Por ello, estos síntomas son más frecuentes en los hijos de fumadores, especialmente cuando los que fuman son ambos progenitores. Además, estos niños tienen más probabilidad de sufrir infecciones de vías respiratorias altas, es decir, catarros, así como otitis media y neumonía. También tienen un riesgo alto de sufrir enfermedades respiratorias bajas, es decir, bronquitis y neumonías, durante el primer año de vida. Y no solo eso, sino que estas enfermedades suelen ser más graves y frecuentes que las que sufren los hijos de no fumadores.

En cuanto a otros problemas respiratorios más graves, numerosas investigaciones han llegado a la conclusión de que el tabaquismo pasivo es una causa de desarrollo de cáncer de pulmón. Por ello, los niños y adolescentes que habitan en hogares expuestos al humo del tabaco tienen un mayor riesgo de desarrollar a largo plazo cáncer de pulmón. Y este riesgo parece ser mayor en los niños más expuestos: un estudio demostró que los niños que habían vivido en hogares expuestos al humo del tabaco durante más de 25 años tenían el doble de riesgo de sufrir cáncer de pulmón. Se estima que la exposición durante la infancia y adolescencia a ambientes con altos niveles de humo de tabaco es responsable del 17% de casos de este tipo de cáncer.

2. Muerte súbita en lactantes. El llamado Síndrome de Muerte Súbita consiste en la muerte inesperada de un bebé, aparentemente sano, mientras duerme. Los hijos de padres fumadores tienen un riesgo hasta tres veces mayor de sufrir muerte súbita durante el primer año de vida frente a los hijos de padres no fumadores, más aún si ambos padres fuman y la madre lo hace durante el embarazo. También se ha descubierto que la exposición al humo del tabaco ambiental podría ser una de las causas de este síndrome, ya que por cada 1% que aumenta el número de hogares libres de humo disminuye la aparición de este síndrome en prácticamente el 0,5%.

3. Asma, disminución de la función pulmonar y un empeoramiento de los síntomas asmáticos.

Aunque no se conoce bien cómo se produce, numerosos estudios han demostrado que existe un vínculo entre la exposición al humo del tabaco y el desarrollo de asma en la infancia.

La exposición al humo del tabaco aumenta el número de niños que sufren asma y ruidos respiratorios, las sibilancias o “pitos”, así como la gravedad de sus síntomas, llegando a aumentar la probabilidad de padecer asma hasta en un 85%. La exposición al humo del tabaco materno durante el embarazo también puede afectar al desarrollo pulmonar, de forma que los hijos de madres que fumaron en el embarazo padecen asma antes de los dos años y presentan una respuesta de las vías aéreas exagerada a algunas sustancias o situaciones, algo típico de enfermedades como el asma, así como un deterioro en la función pulmonar mayor que la de los hijos de madres no fumadoras. Un estudio demostró, incluso, que los niños que estaban expuestos solo durante la gestación al humo del tabaco de madres fumadoras, y no después de nacer, tenían más riesgo de padecer asma y ruidos respiratorios entre los cuatro y los seis años de edad.

Además, la exposición infantil al humo del tabaco puede producir una sensibilización alérgica, aumentando los niveles en sangre de ciertas inmunoglobulinas responsables de las respuestas alérgicas y el riesgo de predisposición alérgica, sobre todo en niños menores de siete años. La probabilidad de que un niño desarrolle asma aumenta de forma llamativa cuando ambos padres fuman y presenta una relación directa con la cantidad de tabaco que consumen. Respirar en ambientes contaminados con humo de tabaco parece empeorar la gravedad de los síntomas de asma y la función pulmonar en los niños, y también se ha asociado a un aumento en la prevalencia de asma en la edad adulta.

4. Problemas en el crecimiento y desarrollo pulmonar.

La exposición habitual al humo del tabaco afecta de forma negativa al crecimiento pulmonar y a su función durante la infancia, especialmente en aquellos niños con problemas pulmonares previos.

Además, el tabaquismo pasivo no solo se asocia a enfermedades respiratorias: se ha demostrado que también hay una asociación entre la exposición al humo del tabaco y otros problemas no respiratorios de salud infantil como muerte perinatal, problemas del desarrollo y crecimiento fetal, prematuridad y aterogénesis (formación de placas de ateroma en la pared de los vasos sanguíneos). A largo plazo, se ha demostrado que los niños expuestos al tabaquismo pasivo tienen más riesgo de desarrollar enfermedades de corazón, riñón u oídos, junto con un mayor riesgo de convertirse en futuros fumadores.

En resumen, hemos visto los numerosos efectos perjudiciales que tiene el tabaco sobre la salud de nuestros pequeños y lo difícil que parece, sin embargo, conseguir ambientes libres de humo en una cultura donde el tabaquismo está tan arraigado. No obstante, lograrlo es posible si los adultos tomamos conciencia de los riesgos que entraña para la salud infantil y protegemos a los niños del humo del tabaco.

En este sentido, la única medida realmente eficaz para proteger a nuestros pequeños de los efectos perjudiciales del tabaquismo pasivo es convertir nuestro hogar y vehículos en lugares libres de humo, puesto que es donde los pequeños pasan la mayor parte del tiempo. Pero, ¿qué podemos hacer cada uno de nosotros para evitar que los niños se conviertan en fumadores pasivos?

Deja de fumar: darás ejemplo y obtendrás muchos beneficios para tu salud y para la de todos los que te rodean. Si esto aún no es posible, no fumes nunca en casa. Recuerda que cuando fumas un solo cigarrillo en una habitación, las partículas del humo permanecen allí durante horas y no pueden ser eliminadas mediante la limpieza o la ventilación de la habitación. Por eso no es suficiente con crear habitaciones sin humo o fumar cuando el pequeño no esté presente.

No fumes ni te expongas a espacios contaminados con humo de tabaco durante el embarazo y la lactancia. Pídele a los familiares u otras personas que comparten es-

paciolos efectos contigo negativosque se que abstenganel humo de del fumar. tabaco Infórmatetiene sobre sobre el crecimiento y desarrollo del feto.

Facilita a tus pequeños actividades de ocio y tiempo libre que potencien una vida sin tabaco.

Informa a tus hijos sobre los efectos perjudiciales del humo del tabaco en su salud.

Colabora con el centro escolar en las actividades que se programen para potenciar estilos de vida saludables.

Defiende el derecho a no ser fumador en todos los centros y situaciones donde no se respete el derecho a respirar aire sin humo de tabaco.

La probabilidad de que un niño desarrolle asma aumenta de forma llamativa cuando ambos padres fuman y presenta una relación directa con la cantidad de tabaco que consumen

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2015-05-28T07:00:00.0000000Z

2015-05-28T07:00:00.0000000Z

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