Hay personas que dejan huella; quienes lo hacen bajo un doble prisma: en lo meramente personal y en el desarrollo de sus funciones de trabajo. Una buena persona y un buen compañero. De esta manera tan sencilla y tan veraz podríamos calificar a Pepe Marrero.

Él acaba de poner su punto y seguido como trabajador de la Autoridad Portuaria, pues nunca dejará de estar vinculado, después de 25 años de relación laboral. Es justo que se le reconozca su labor y sirvan estas palabras de homenaje para un hombre en el que siempre se pudo confiar, que siempre buscó el bien común y que en muchas ocasiones se mostró como una persona resolutiva de conflictos.

El puerto de Santa Cruz de Tenerife ha aportado mucho a la Isla y lo ha hecho y lo hace gracias a personas como Pepe Marrero, defensor de sus valores y de su importancia. Como jefe de prensa y responsable de protocolo, aportando siempre su grano de arena en pos de un bien colectivo que no solo beneficiaba a los propios trabajadores del puerto y de la Autoridad Portuaria, sino que tenía su reflejo, además, en el bien de toda una Isla. Ya se sabe que las instalaciones del Puerto son un termómetro para medir la salud del resto de nuestra sociedad.

Pepe Marrero, asimismo, ha sido un incansable defensor de las tradiciones de Tenerife y de las Islas Canarias. Su papel en el Puerto siempre ha ido un poco más allá de sus meras funciones laborales, pero para sumar, para hacer región, para aportar unidad y puntos de encuentro en esta vida con tantas vertientes como es la vida en un puerto como el de Santa Cruz Tenerife.

Las buenas palabras, para quien realmente se las merece, deben ser escuchadas en su justo momento. Y ahora, para el que firma, y me atrevo a decir que para todo el colectivo de estibadores, es un buen momento para decir: Gracias, Pepe, por 25 años de complicidad y de compromiso. Gracias por ser un hombre de puerto, un hombre de valores.