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La cultura de la precariedad

EL REVENTÓN

El estrés, la ansiedad y la depresión por causas laborales es carne de libros de autoayuda, menos tratados están a través de la ficción, con excepciones maravillosas como La punta del iceberg, del canario Antonio Tabares, texto teatral que fue galardonado con el Premio Tirso de Molina 2011. La actriz Maribel Verdú fue la protagonista de la versión cinematográfica de esta historia, en la que una empresa multinacional investiga el suicidio de tres de sus empleados en pocos meses.

En los últimos años, cada vez son más las noticias que aparecen sobre el reconocimiento en los juzgados de las bajas por ansiedad o depresión como accidente laboral en vez de enfermedad común. Así ha ocurrido con un caso reciente en Madrid, en el que un empleado sufrió un episodio de ansiedad, tras el cambio de maquinaria y la reducción del personal encargado de atenderla. Así, la producción se retrasaba y las herramientas se estropeaban con frecuencia, lo que dificultaba aún más el trabajo.

Al parecer la diferencia para que sea enfermedad común o accidente laboral gira en torno a si se puede demostrar que la ansiedad y depresión es causada solo por el trabajo y no por circunstancias sobrevenidas en el resto de la vida. Si partimos de la base de que la mayor parte de la sociedad que necesita trabajar para pagar las facturas ocupa unas ocho horas de su día, y que el tiempo libre es un bien escaso, es bastante probable que la causa radique en ese entorno. Si una plantilla está feliz, porque se siente bien pagada, escuchada, se le otorgan las herramientas necesarias para producir con eficiencia y destreza, será difícil que sufra trastornos mentales como estos. El problema es cuando una persona que atiende al público se enfrenta a quejas de clientes con razón y sabe que no se solucionará el problema planteado. O si le obligan a llevar a cabo una labor comercial agresiva que choca con su ética. O si quiere atender a un paciente en condiciones, pero lleva dos turnos seguidos de trabajo. Claro, la respuesta fácil es decir que se levante y se vaya de su puesto. Pero entonces llegará otro tipo de estrés, el de no poder cumplir con esa maldita costumbre que tienen las personas de comer al menos tres veces al día, de vestirse y de disfrutar de esos avances de la civilización llamados agua y luz. Necesitamos más productos culturales que reflexionen sobre la cultura de la precariedad, que parece instalada en este iceberg que es el sistema capitalista.

D T RULENQUE

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2022-07-02T07:00:00.0000000Z

2022-07-02T07:00:00.0000000Z

https://lectura.kioskoymas.com/article/282926684088979

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