Ya avisó el pasado viernes Santiago Abascal de que el PP había cruzado una línea roja por permitir, con su abstención, que la Asamblea de Ceuta le declarara persona non grata tras haber llamado «promarroquíes» a los grupos de la oposición de la ciudad autónoma. Y su advertencia se materializó ayer con la ruptura de relaciones con el partido de Pablo Casado, pese a que horas antes Andrea Levy intentara tender puentes desautorizando a los concejales que no impidieron la reprobación. Adversarios, pero a la vez aliados por necesidad en muchos territorios, la decisión hace tambalear los cimientos de no pocas instituciones sustentadas por Vox.