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El gigantón que desafía a las estrellas

JOSU GARCÍA

Constancia, entrega y nunca darse por vencido. David Valero es un ciclista con pundonor. Nacido en Baza, Granada, hace 32 años, este amante del deporte en la naturaleza y la música alcanzó ayer el gran triunfo de su carrera. A pesar de que cuenta con una exitosa trayectoria en España –ha ganado los seis últimos campeonatos nacionales, de forma consecutiva–, su esfuerzo es poco reconocido en el exterior.

Es probable que su nombre estuviera en muy pocas quinielas para alzarse con una medalla en Tokio, donde la flor y nata del mountain bike mundial se ha dado cita. Ya saben: Pidcock, Schurter, Van der Poel... La lista de aspirantes eran tan larga como la paciencia del granadino.

Pero si algo destaca en Valero es su constancia. Siempre está ahí, entre los diez o doce primeros –fue noveno en los Juegos de Río de Janeiro–. Da igual la cita. Da igual el tipo de circuito. Da igual el momento de la temporada. El ciclista de BH siempre da la cara. Y en una carrera brutal y accidentada como la de ayer (caída de Van der Poel, avería de Ondrej Cink...) , podía pasar de todo. Solo hay que estar ahí (qué fácil es decirlo) dispuesto a cazar con la escopeta un bronce que sabe a oro. Una presea que todavía es más valiosa si acuchillas por detrás, en el tramo final, a una leyenda de esta disciplina como Nino Schurter.

¿Es una sorpresa su tercer puesto? Sí y no. Sí, porque había rivales mucho más mediáticos que el español. Sí, porque en las cuatro carreras de la Copa del Mundo que se han celebrado este año, el granadino no ha podido entrar ni siquiera entre los cinco primeros y el año pasado, en el Mundial UCI de Leogang, había sido el 13º. Y no, porque Valero siempre rinde y nunca se rinde. Nadie regala nada en este deporte. Su regularidad merecía un premio. Ha estado en el momento oportuno, en el lugar indicado.

Valero mide 1,92 metros. Es un tipo espigado (76 kilos) y, si se quiere, muy alejado del arquetipo de biker menudo pero potente que se ha impuesto. Hay que recordar que los circuitos son cada vez más técnicos y ratoneros, ideales para gente como Pidcock (1,70 metros y 50 kilos) y el propio Schurter (1,73). En ocasiones, ver a Valero retorcerse en un repecho de tierra y piedras duele a la vista. Pero el granadino es un tipo hábil. Un obrero del pedal, capaz de repasar los circuitos una y mil veces en los días previos a la salida.

Su 1,92 de altura choca con el arquetipo de biker menudo pero potente que se ha impuesto en estas competiciones

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2021-07-27T07:00:00.0000000Z

2021-07-27T07:00:00.0000000Z

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