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«EL Rocío Molina APLAUSO Bailaora NUNCA ME HA IMPORTADO»

Hacer un recorrido hacia atrás, solo ella y la guitarra, le curó en un momento de falta de ilusión y creatividad. Esta semana presenta en el Cervantes el resultado de ese trabajo

REGINA SOTORRÍO

La malagueña presenta en el Cervantes su proyecto con el protagonismo de la guitarra a través de tres generaciones

No tiene whatsapp y la mayor parte del día su móvil está en ‘modo avión’. Rocío Molina se ha plantado ante el ritmo frenético y la dinámica de alto rendimiento en la que estaba inmersa. No la necesita, ya no, y ha tenido que atravesar una crisis creativa para darse cuenta y cambiar. ¿Cómo? «Imponiendo el no.

Hoy en día no se aplaude mucho el no, pero a mí como el aplauso nunca me ha importado...». La bailaora malagueña se cura de ese no querer ni poder crear con un recorrido hacia atrás, volviendo al origen de su movimiento, buscando la frescura de la niñez. Solo ella y la guitarra. Rocío Molina dedica una trilogía al instrumento, uno de los «amores» de su vida, un proyecto que tenía que haber preestrenado su primera parte en Málaga hace un año, sin pandemia mediante. Ahora recupera esa cita en el Teatro Cervantes por partida doble, con ‘Inicio (Uno)’ el viernes 30 de julio junto al toque de Rafael Riqueni y ‘Al fondo riela (Lo otro del Uno)’ un día después con las cuerdas de Eduardo Trassierra y Yerai Cortés. El cierre de la trilogía está en pleno proceso de gestación con fecha de estreno en diciembre en Matadero Madrid. Antes de eso regresará con una gira a Francia, la segunda patria de su arte, pero la nueva Molina tiene claro que esta vez quiere trabajar más en su país. Le atan aquí vínculos familiares (la pequeña Juana) y también profesionales: la Aceitera, su casa-estudio en Bollullos de la Mitación (Sevilla), es ya un centro de creación con residencia de artistas durante todo el año.

–La cita con el Cervantes era una de las asignaturas pendientes que dejó la pandemia. ¿Se están recuperando muchas fechas aplazadas?

–A mí no muchas, porque yo trabajaba sobre todo en Francia, América, Japón... Pero me hace mucha ilusión recuperar Málaga porque esto iba a ser preestreno, era la primera fecha de esta trilogía. Y además me hace mucha ilusión estar en mi tierra.

–Sin guitarra no hay cante y no hay baile, sin embargo da la sensación de que es la hermana pequeña del flamenco. Pocos se acercan al renombre y la fama de Paco de Lucía.

–El homenaje a la guitarra es porque es un gran amor de mi vida. Me gusta mucho interpretar la guitarra, las diferentes guitarras y los diferentes guitarristas. Es algo que me encanta, lo disfruto muchísimo. Y es como dices: después de Paco de Lucía hay que mostrar lo que está ocurriendo con la guitarra. Hay unos guitarristas, unos intérpretes y unos compositores maravillosos. A mí se me queda corta la trilogía. No pararía de hacer trabajos sobre la guitarra. Estoy trabajando con tres guitarras diferentes, como tres generaciones diferentes, y me faltarían muchas guitarras.

No hay palmas, no hay cante, solo hay notas y se consigue mantener la obra.

–Es quizás su espectáculo más desnudo, más sencillo en apariencia, que no en ejecución. ¿Había una necesidad de volver al origen?

–No es tanto volver al origen sino hacer un recorrido hacia atrás con todo lo que conlleva, con todo lo que sé también. Es verdad que hay muchísima sencillez, ha sido la gran obsesión, pero también te das cuenta de la complejidad que hay en esa sencillez. Y sobre todo, la complejidad que hay en la búsqueda de la frescura. Esta obra es un no querer revestir ni querer hacer espectáculo, sino algo muy sencillo desde el origen de mi movimiento, volver a una niñez.

–Suena nostálgico.

–Tampoco es una melancolía por

querer volver a esa niñez, es más querer encontrar el sentido de tu danza, querer renacer, querer redescubrirte pero sin ningún invento, solo desde lo más puro y honesto.

«Parar una inercia»

–La pandemia le sobrevino en plena crisis creativa, ¿esta propuesta es fruto de ese momento complicado?

–Tenía una crisis creativa antes de la pandemia. Estaba necesitando una parada mucho antes, parar una inercia sobre todo. Y esta trilogía ha pillado justo en toda esta crisis y ha sido un aprendizaje. Ha sido muy duro y muy difícil por mantenerme ahí, pero a la vez me ha ido ayudando. Me he permitido, y he sido disciplinada, no forzar nada. La clave de todo ha sido el no forzar. Ha sido lo interesante y el gran aprendizaje, porque llegas a lugares muy profundos.

–¿Siente que antes se forzaba demasiado?

–Ha sido la naturaleza mía. A mí me ha llamado la atención y me ha gustado el extremo físico, es algo que he necesitado. Ahora necesito otras cosas. Se trata de escucharte e ir cambiando.

–¿Ha entendido qué pasó para llegar a esa crisis?

–Creo que es algo normal que suele pasar en la trayectoria de cualquier artista. También fue el agotamiento por el rendimiento. No me gustaba saber que formaba parte de un sistema de rendimiento. No era tanto hacia mi arte sino hacia lo que mi arte implica muchas veces como responsabilidad, como empresaria y directora, manejar el día de muchas personas. Eso es lo que realmente provocó en mí la crisis, no el baile. El baile siempre me sana.

–Pero, ¿cómo se cambia esa inercia formando parte del sistema y al nivel en el que está su baile?

–Ahí sí que hay que poner disciplina. Se cambia imponiendo el no. Hoy en día no se aplaude mucho el no, pero a mí como el aplauso nunca me ha importado...

–Es decir, que ha dicho que no a muchas cosas por frenar el ritmo.

–Sí. No necesito tanta dinámica ni tanto ritmo. La creación necesita contemplación, la creación no necesita un móvil sonando continuamente. Solo silencio, escucha. Y mi vida es la creación.

–Ese refugio que se ha creado en Bollullos de la Mitación, su casa-estudio, le permite esa desconexión.

–La verdad es que sí, es una forma de vida. Te permite estar en contacto con la naturaleza, con el silencio y con mi baile. Es todo lo que necesito para el día a día.

–¿Da ya por superada esa fase?

–Sí, ha sido en realidad un recorrido muy bonito que me ha enseñado mucho. Ya sí está superándose pero tengo que cerrar el ciclo, que llegará con la tercera parte de la trilogía que estoy creando ahora mismo.

–Este proyecto ha sido entonces su medicina.

–Totalmente.

–Siempre dicen que las crisis son oportunidades.

–Es necesaria. No tengo un exceso de positividad porque entiendo que a veces no es lo mejor. Lo mejor es tener conciencia y no luchar contra momentos así que te llegan, si no permitirte estar y ver qué te enseñan. Me ha enseñado mucho a mí y a mi baile.

–Habla de un exceso de positividad, como si fuera obligatorio

CRISIS CREATIVA «No me gustaba saber que formaba parte de un sistema de rendimiento»

EVOLUCIÓN «La inercia se cambia imponiendo el no. Hoy en día eso no se aplaude mucho, pero el aplauso nunca me ha importado»

AGENDA «Tengo mucha actividad en los próximos meses, pero de otra manera, más en mi país»

DESCONEXIÓN «La creación necesita contemplación, no un móvil sonando continuamente»

TRILOGÍA DE LA GUITARRA «Después de Paco de Lucía hay que mostrar lo que está ocurriendo con la guitarra, que es maravilloso»

mostrarse siempre feliz.

–Hay veces que hay que ver que no se está bien para vivirlo y padecerlo, y no huir. Yo me he permitido decir que no estaba bien, que no estaba creativa, no estaba inspirada, no estaba ilusionada y eso me ha enseñado mucho. He transformado mi baile a bailar desde el no movimiento, porque no te puedes mover. Es duro, pero sin esa crisis no lo hubiera hecho.

–También llevaba un ritmo brutal. Su agenda de conciertos era una locura de fechas por todo el mundo.

–Cada época tiene su momento también.

La tecnología

–Ha sido de las que en este tiempo de pandemia ha aprovechado las tecnologías con el uso del ‘streaming’. ¿Le han convencido?

–He hecho solo cosas que realmente yo podía entender y me hacían sentir cómoda. También he probado y he jugado un poco a ver qué es eso, porque no lo sabíamos. He descubierto otras cosas. La pantalla no te da lo que te da el directo, está claro, y si haces delante de la pantalla lo mismo que hace 20 años eso no va a funcionar, va a tener muchas carencias. Pero si le das un poco de fantasía a lo que te permite la cámara que no te permite la escena, ahí es cuando te lo empiezas a pasar bien. La verdad es que he tenido experiencias bonitas. –Nunca le han programado en la Bienal de Arte Flamenco de Málaga, algo que no deja de sorprender, pero al final estuvo en su inauguración hace unos días en el homenaje a la Repompa.

–En realidad no he participado en la Bienal. He participado con compañeros y con la familia de la Repompa, que me apetecía, no sabía que era dentro de la Bienal de Málaga. Me daba igual, estaba ahí en apoyo a la familia, por cariño y admiración a La Repompa. Me autoprogramé (ríe).

–Quedan pocas bailaoras como ella, de las criadas en en el flamenco de la calle y los corralones. ¿Con ellos se va una parte del flamenco?

–Es verdad que eso ya no existe y es una pena, pero se mantiene el espíritu, se mantienen esos cantes. Se transforma, es bonito así también.

–Bailó su maternidad en solitario en ‘Grito pelao’. ¿Se plantea ser madre de nuevo?

–Me encantaría, pero con dos únicas manos no puedo. Mi vida no tiende a lo cotidiano. Mi baile se lleva mucha energía, y mi niña se la lleva toda (ríe).

–¿Cómo se presenta el verano?

–Estoy de creación todo el verano. Estreno en diciembre la tercera parte de la trilogía, ‘Vuelta a Uno’, en Matadero Madrid. Anterior al estreno tengo toda una gira grande por Francia, donde vuelvo tras este año y medio de parada y con los teatros cerrados. La verdad es que tengo mucha actividad, pero de otra manera, más en mi país.

–Con todo esto, ¿ha descubierto que se puede ser una feliz ama de casa?

–Bueno, no lo he descubierto, ya lo sabía, pero he tenido la oportunidad de comprobarlo (ríe).

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2021-07-27T07:00:00.0000000Z

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