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«Solo quiero que mi niño se despierte»

Alex sigue en coma tras la paliza salvaje de Amorebieta. Sus padres se aferran al hilo de vida que le queda con esperanza y una pregunta sin respuesta: «¿Por qué saltaron esos leones sobre él?»

LUIS LÓPEZ / BRUNO VERGARA

BARAKALDO. Alexandru Andrei Ionita tenía unas aspiraciones modestas. «Sólo quería trabajar y ganar algo de dinero para comprarse un piso pequeño en Rumanía». Ahora, el desafío es mucho más ambicioso: despertarse del coma en el que le dejó la paliza salvaje recibida hace una semana en Amorebieta. «Sigue estable, como ayer», continúan los padres. Muy grave. Cuentan que tras dos operaciones se mantienen los coágulos en la cabeza. Queda esperar. Y tener esperanza.

Ana Claudia Ionita, su madre, reside en Alemania y llegó ayer a las 13.30. Su exmarido y padre de Alex, Eugen, la sostiene y le acaricia el brazo con la máxima ternura. Ambos tienen la mirada vidriosa y apagada del terror levemente contenido con medicamentos. A ella la mano le tiembla un poco.

«¿Por qué le han hecho esto a mi niño? ¿Por qué le han saltado todos esos leones encima?», se pregunta ella. Eugen apenas habla. Es como si no quisiera sacar fuera una rabia que, se nota, a veces se cuela entre la pena. «Si tuviese la fuerza suficiente iría a por ellos y...», dice la madre apretando los ojos.

Ana Claudia, de 45 años, vio

ayer a su hijo por primera vez en dos años. La pandemia les mantuvo separados este tiempo. A las 18.30 entró en la UCI de Cruces y lo vio allí tumbado. No la pudieron sacar hasta las 20.00. Al salir le fallaron las piernas y tuvo que tomarse algo para la tensión.

«No tengo palabras»

«De pequeño era muy guapo... No tengo palabras... Pido de corazón que los que han hecho daño a Alex lo paguen muy caro».

De momento, la familia se va a personar como acusación particular en el caso contra los presuntos agresores: ya ha habido nueve detenciones, aunque la Ertzaintza ha contabilizado hasta una veintena de implicados en los vídeos divulgados por los propios atacantes. Presuntamente, se trata de la banda juvenil ‘Los Hermanos Koala’ (LHK), de Barakaldo. Ahí está ahora Alex, en el hospital de Cruces. «Él no ha hecho daño a nadie. No puedo parar de preguntarme por qué le han hecho esto».

Hace dos años, antes de venirse a vivir a Euskadi con su padre –ahora residen en Lemoa–, Alex se pasó tres meses en Alemania con su madre. «Se fue de allí porque no le gustaba el alemán», cuenta ella. Aquí se integró bien. Lo ha comprobado su madre ahora por el modo en el que se han volcado sus amigos con él. «Nos sentimos muy arropados». Habla muy bajo, arrastrando las palabras.

En Alemania también vive el hermano de Alex, que tiene 25 años, dos más que él, y un hijo pequeño. Todos se mueven como dentro de una masa densa e irreal desde que se enteraron de la salvajada. El padre lo supo cuando el mismo domingo la Ertzaintza le llamó por teléfono a las once de la mañana. Ella, la madre, cuando la llamó Eugen.

«Sólo quiero que el niño se despierte, que se ponga bien. Tengo la esperanza de que se va a despertar». El viernes le hicieron una resonancia y «le han limpiado algo los coágulos que tiene en la cabeza». Ana Claudia mira la foto de Alex y la besa. Se cubre la cara con ella y tiembla.

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2021-08-01T07:00:00.0000000Z

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