– ¿Hay que hablar de nuevo estatus o de nuevo Estatuto?

– El nacionalismo acostumbra a utilizar terminología muy ambigua: hecho diferencial, nación foral, derecho a decidir, nuevo estatus... La cuestión es que nadie sepa muy bien de qué hablamos, pero que suene a épico y desafiante. Es mejor que seamos realistas, a lo máximo que aspira Euskadi es a un nuevo Estatuto, que no es poco.

– ¿Y debe ser ahora?

– Más vale que nos enfrentemos a esa tarea más pronto que tarde porque de ello depende que se pueda elevar el techo competencial que en estos momentos limita la transferencia de algunas materias. Ya va siendo hora 40 años después porque tenemos un Estatuto de primera generación.

– Un Estatuto que tras cuatro décadas aún no ha sido cumplido en su integridad. El PSOE ha gobernado España 24 años. ¿No hace autocrítica?

– El Estatuto se cumple cada día. Que no se haya alcanzado un acuerdo para transferir todas las materias es una cosa de dos. Hay dificultades legales, técnicas y financieras que no son fáciles de resolver, y menos con golpes sobre la mesa.

– ¿Qué mínimo consenso debería tener uno nuevo?

– Un listón que se me antoja interesante es al menos el que obtuvo el de Gernika. No creo que debamos abrir un proceso para desandar un camino de pactos que nos llevó mucho tiempo.

– ¿Este proceso puede crear un conflicto entre PNV y PSE?

– Sobre el papel, estas cuestiones están fuera del pacto de gobierno. Cada uno se da libertad para defender lo que quiera.

– ¿Y en Cataluña, hace falta un nuevo Estatut o un nuevo estatus?

– No creo que deba ser yo quien anticipe la solución. En todo caso, tendrá que ser plenamente constitucional y caber en la ley.