Estos días de numerosos desplazamientos vacacionales vienen precedidos por persistentes avisos de las autoridades de Tráfico sobre el preocupante incremento de conductas peligrosas y temerarias al volante. Las sucesivas etapas de confinamiento obligatorio y restricciones mayores o menores de la movilidad pudieron hacer pensar que la preocupación por la siniestralidad vial quedaba relegada en medio de más severas amenazas como la emergencia sanitaria y sus consecuencias económicas y sociales. Pero la llegada del verano, el ansia de disfrutar de la libertad de desplazamiento y el menor número de controles del consumo de alcohol y drogas impuesto por las medidas de protección de agentes y conductores, además de la creciente cifra de fallecidos, envían potentes señales de alarma. Hasta el punto de animar al fiscal jefe de Seguridad Vial, Bartolomé Vargas, a pedir un compromiso colectivo para «evitar un verano trágico» que incluiría denunciar actitudes potencialmente nocivas como excesos de velocidad o adelantamientos indebidos, además de reclamar que las infracciones se tramiten como delitos. Momento pues de conducirse con prudencia.