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Una jornada redonda

► Primer oro, con los geniales Alberto Fernández y Fátima Gálvez en tiro

PÍO GARCÍA Enviado especial

TOKIO. Tras muchos sinsabores olímpicos, los tiradores Alberto Fernández (Madrid, 1983) y Fátima Gálvez (Baena, 1987) ya tienen su medalla de oro tras ganar en la final (41-40) a San Marino. La primera que España consigue en estos Juegos. Horas después de subir al podio, Alberto y Fátima, relajados y sonrientes, repasan para este periódico un momento con el que han soñado «los 365 días del año».

– ¿Se han podido comer ya un buen chuletón?

– (Alberto) Eso es una broma que tenemos Alejandro (Blanco, presidente del COE) y yo. Me dijo que como no hiciera medalla me volvía andando a España y que por supuesto nada de comer chuletón. Así que en cuanto hemos asegurado la medalla le he dicho que se fuera a buscar un buen chuletón por Tokio, que me lo había ganado.

– ¿Se han quitado un peso de encima?

– (Alberto) ¡Nos lo hemos puesto, que la medalla pesa! (ríe) No, hablando en serio, sí. El tiro al plato se merecía una medalla desde hace mucho tiempo y Fátima también y yo mismo... Por nuestro trabajo y nuestra constancia. Y qué mejor que conseguirla juntos. – (Fátima) La hemos sufrido, pero al final ha caído.

– ¿Cuántas veces han vivido este momento en sus sueños?

– (Fátima) Todos los días. Los 365 del año. Cada minuto, cada cartucho, cada plato. Ganar una medalla olímpica es el sueño de todo deportista. Llevamos muchísimos años practicando el tiro deportivo y nos hacía falta esta medalla para dar a conocer nuestro deporte y, sobre todo, como recompensa a todo nuestro trabajo.

– Al comenzar la final, Fátima tuvo problemas para enfocar el plato y falló los tres primeros objetivos. ¿Cómo se sale de ahí? ¿Cómo consigue olvidarlo y rehacerse?

– (Alberto) Porque es la mejor.

– (Fátima) No... Porque una ya tiene tablas en finales. Con Alessandra compito mucho, pero su compañero, Gian Marco, es muy inexperto y sabíamos que la presión le podía pasar factura. Es verdad que mi comienzo ha sido un poco caótico porque tenía dificultad para ver los platos en la salida, pero había que mantener la calma porque Alberto estaba tirando fenomenal y era cuestión de tiempo que ellos fallaran.

– ¿Qué cualidad destacarían el uno del otro que les hace estar a gusto compitiendo juntos?

– (Alberto) Tirar con Fátima es fácil por muchos motivos. En primer lugar, por el cariño que te da. Te hace sentir muy bien en todo momento en el campo de tiro. Y también su tranquilidad en los

momentos difíciles, cuando tiene una palabra amable o una sonrisa que te alegra el día. Tengo otros muchos adjetivos, pero ya se los he dicho muchas veces. – (Fátima) Quien conoce a Alberto sabe que es un tío muy cachondo, que le gustan mucho las bromas... Es un grandísimo tirador que hace fácil las competiciones. Es verdad que tienes que estar a su altura para acompañarlo en sus resultados, si no, sería imposible aspirar a una medalla..., pero tenemos esa conexión. Nos conocemos desde hace mucho tiempo y en la cancha estamos muy a gusto.

– Antes de la competición, vi a Alberto apoyado en la sombrilla, con la escopeta al hombro, tranquilo. Parecía incluso relajado... ¿En qué se piensa en ese momento?

– (Alberto) No se piensa. Estás concentrado y con muchas ganas de que empiece. Estábamos deseosos de empezar a pegar tiros porque es lo que nos apasiona.

– ¿Y cuando tiran los rivales? ¿Están atentos a lo que hacen?

– (Fátima) No. Nosotros tenemos una rutina en cancha y procuramos hacer siempre lo mismo. Puede parecer supersticioso o maniático, pero nos permite estar concentrados y no perder los nervios en momentos puntuales. Tenemos que estar muy concentrados en la técnica y en la salida del plato.

– ¿Qué es lo más difícil de su deporte?

– (Alberto) El aspecto mental. Saber gestionar los nervios, los días de competición... Reaccionar como lo ha hecho Fátima después de tres ceros parece fácil, pero está al alcance de muy poca gente. Ella puede porque es la mejor y tiene ese don.

– ¿Cambiarían esta medalla por una en el concurso individual?

– (Alberto) No.

– (Fátima) No... Mi madre me dijo antes de venir aquí: «Tú quieres ganar una medalla, ¿pero vas a dejar colgado a Alberto si él no la gana? ¿No será mejor ganarla los dos juntos?» Y tiene toda la razón. Es muchísimo más gratificante. – (Alberto) Es cierto. Y Fátima sabe lo que le dije antes de venir, y se lo dije de corazón.

– ¿Qué le dijo?

– (Fátima) Que íbamos a ganar. Y que si tuviera que ganar una medalla, quería que fuese la de oro y en equipos mixtos. Me lo dijo antes de entrar en la Villa Olímpica.

Con apoyo psicológico

– Alberto tiene un ‘coach’ mental, Fátima una psicóloga... ¿Eso es parte también del entrenamiento?

– (Fátima) Cuando te dedicas al deporte de alto nivel, una vez que dominas la técnica, se necesita un plus. Y ese plus es lo mental. Los viajes, los torneos... todo eso quema muchísimo y tener a alguien que te aporte ese extra de confianza, que te ayude reconducir tu carrera en los momentos cruciales... eso es muy importante.

– Ya tienen el oro olímpico. Lo máximo. ¿Y ahora qué?

– (Alberto) Ahora vacaciones. Nos las hemos ganado. Son muchos años con competiciones en agosto y en septiembre. Nos habíamos prometido, además, que si ganábamos una medalla nos teníamos que ir de vacaciones juntos, con nuestras familias o como fuera, pero juntos. Y a la vuelta de vacaciones, a seguir preparando la final de la Copa del Mundo, que este año es en Bakú, y luego a tratar de conseguir la plaza para los Juegos de París.

– O sea, Alberto, que en agosto tampoco se irá de gira con su grupo (es guitarrista en ‘Los Geiperman’,

FAN TAMBIÉN DE LOS BEATLES

Toca la guitarra y fundó un grupo de tributo a Hombres G que ya suma 70 conciertos

una banda tributo a Hombres G).

– (Alberto) En agosto no; pero en septiembre sí. El día 4 ya tenemos concierto y tengo muchas ganas de volver a ver a los chicos y de pasar unas tardes bonitas de rock and roll.

– ¿Qué música le pondría a esta medalla?

– (Alberto) No sé... Yo creo que le pondría ‘Me siento bien’, de los Hombres G, que expresa muy bien cómo estamos ahora. Queda guay porque además nos mola la canción a los dos. A Fátima también le gusta y le he dado mucho el tostón este año con los Hombres G. – (Fátima) Se ponía muy pesado..., no me dejaba poner mi reguetón. – (Alberto) ¿Reguetón? Anda...

– A Alberto, cuando compite, se le escapa una sonrisa. No sé si es un rictus, si es algo consciente...

– (Alberto) Es que hoy he disfrutado mucho. Lo que he hecho hoy ha sido jugar. Y a mis alumnos, en la escuela, les intento inculcar que disfruten cuando vayan a tirar al plato porque el deporte es un juego. Hay que tomarlo con respeto, pero es un juego.

– Sin embargo, casos como el de Simone Biles demuestran lo difícil que es tomarse como un juego el deporte de alta competición.

– (Fátima) A ver... Yo hablo por nosotros. Cuando la prensa, que por otro lado nos apoya y nos arropa, repite que somos una promesa de medalla... Eso, si no se sabe gestionar bien, si no hay una persona al lado que te ayude a poner los pies en la tierra, puede hacer que te pasen cosas como lo de esta chica. En nuestro caso, no debemos olvidar que estamos aquí porque nos apasiona el tiro olímpico, porque nos viene de familia y porque nuestro objetivo es disfrutar. Si disfrutamos, la medalla está más cerca.

– ¿Cuál ha sido la llamada que más ilusión os ha hecho recibir esta tarde?

– (Fátima) La de mi padre. – (Alberto) Sí, la familia. Mi mujer, mis padres...

– Además fueron sus respectivos padres los que les metieron el gusanillo del tiro olímpico.

– (Fátima) ¡Y los que más sufren con todo esto!

VOLCADA EN EL TIRO

Ha acabado los estudios de enfermería, pero no ha podido ejercer por el deporte

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