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La chica de barrio entre Nietzsche y Los Miami

La actriz vive frente a la casa de sus padres, estudia filosofía y es devota del yoga. Compaginar dos series se traduce en horarios demenciales y horas al teléfono discutiendo escenas con su pareja en la ficción

SERGIO GARCÍA

No se puede decir que a María Hervás la pandemia le haya confinado en un limbo de inactividad, como les ha ocurrido a tantos compañeros de profesión. Y eso a pesar de haber contraído el Covid en el peor momento, con dos series de televisión en marcha y las productoras enviando enfermeras casi a diario a su casa de Madrid para atar en corto al virus. «Hasta cinco PCRs y tres tests serológicos en una semana, figúrate qué coñazo». Lleva cinco años sin parar de trabajar. ‘La Jauría’ e ‘Iphigenia de Vallecas’, para el teatro; ‘El Pueblo’, que va ya por su tercera temporada... Acaba de presentar ‘El Cover’ en el Festival de Málaga y rueda a ritmo frenético ‘El Inmortal’, en compañía de Álex García, basada en la banda de Los Miami. Sigue viendo en el barrio donde nació, estudia Filosofía en sus ratos libres y hace yoga a horas demenciales, siempre al ritmo del rodaje de turno. «Si salgo a la calle –asegura– es por prescripción facultativa. Bastante socializo ya».

Lunes

8.30 horas. Me despierto con la luz del día, de hecho no tengo persianas. Me lavo la cara y desayuno: papaya con manzana, melón con kiwi gold... siempre fruta con yogur. Un día normal, sin rodaje, dedico un par de horas a estudiar Filosofía. Hago cuatro asignaturas al año cuando lo normal son diez por curso, pero ya llevo más que mediado segundo. Para mí, estudiar es un refugio y la razón pura de Kant la clave de bóveda para entender el mundo actual, el andamiaje perfecto sobre el que se apoyan Heidegger, Hannah Arendt y la antropología feminista, Nietzsche y su tratamiento de la moralidad...

13.30 horas. Vivo en el barrio donde nací, en Puerta de Toledo, enfrente de mis padres. Me encanta bajar a la calle con él a tomarnos una cervecita en una terraza; la suya con alcohol, la mía sin. Luego cada uno se vuelve a su casa y yo me hago la comida. Me gusta cocinar, lo que pasa es que por lo general no tengo tiempo y además me cuido mucho. Soy muy fan de las ensaladas: espinacas, garbanzos cocidos, aguacate, tomate, tofu, ventresca... Si quiero marcarme un largo espero al fin de semana, con amigos en la terraza ya entrada la noche. Se me da bien lo exótico: curris o ‘baba ganush’, una crema de verduras para untar con pan de pita. A mi chico le chifla. 17.00 horas. Mi chico es Miguel y es arquitecto (nada que ver con lo que yo hago, lo cual es muy saludable). El lunes y el miércoles son Día del espectador en los Golem, así que voy todas las semanas. La última que he visto es ‘Otra ronda’, de Vinterberg. Cuando salgo aprovechamos para dar una vuelta o ir de compras.

Martes

8.00 horas. Hago yoga todos los días, adecuándolo siempre a los horarios de rodaje, da igual que me tenga que poner a las 5 de la mañana. Practico ashtanga, basado en el movimiento de los animales y las plantas, y en escuchar a tu cuerpo. Son seis series, pero uno podría tirarse toda la vida con la primera –donde estoy yo– sin que le hiciera falta evolucionar. Trabajas mucho la fuerza para conseguir estabilidad, elasticidad a través de los estiramientos, y desbloqueas el sistema nervioso para encontrar la calma. La idea es evitar ruidos que perturban la cabeza y eso me gusta.

11.45 horas. Me recogen para ir a grabar ‘El Pueblo’. Generalmente vamos a Valdelavilla, un pueblo de Soria, donde nos quedamos a dormir. Hoy, sin embargo, toca interiores en Madrid. Maquillaje, vestuario... Once horas con media docena de secuencias y diez páginas de texto que llevar aprendidas. Menos mal que la memoria a corto plazo me va como un tiro –a largo ya es otra cosa–: lo leo una vez y me basta para retenerlo. 21.30 horas. Mi personaje presenta anuncios en una teletienda y luego hace de cajera en el mercado cuando, de repente, se me rompe la funda de un diente. Mi directora, Laura Caballero, trata de protegerme y pone la cámara donde no se note tanto. Ya de vuelta en casa, me enchufo a ‘MasterChef’. No me lo pierdo nunca.

Miércoles

11.30 horas. Lo primero de todo, al odontólogo de urgencia para arreglar el desastre de la víspera. No soy miedosa, ni para el dentista ni para nada. Y eso, que a veces es una virtud, se puede convertir también en un defecto. Cuando salgo de la consulta veo en la acera de enfrente la pastelería de Oriol Berdaguer y una tarta de cinco chocolates que ha sido premiada. Le compro una porción a mi padre y antes de subir a comer se la dejo en el portal. Yo entre semana me cuido un montón, y esos placeres se los dejo a los demás. 17.00 horas. Vienen a buscarme para ir a trabajar, esta vez al set de ‘El Inmortal’, que protagonizo con Álex García. Es muy amigo mío, tanto que a veces nos tiramos una hora al teléfono discutiendo sobre nuestros personajes hasta dar con la tecla para mejorarlos. Hay una escena de una pedida de mano que nos trae por el camino de la amargura y que todavía no hemos resuelto.

22.00 horas. Es una locura de noche. La productora ha alquilado la casa donde vive mi personaje y tenemos que rodar un montón de secuencias de capítulos distintos. Ni sé los cambios de vestuario que llevo ya. Álex y yo haciendo el amor tirados en el suelo, escenas de la vida cotidiana, discutiendo porque quiero dormir sola y él se va ofendido... Aunque hay catering, Álex me habla de un japonés donde ponen un sushi delicioso y vamos allí, vestidos de faena e interpretando a nuestros caracteres. Así de frikis somos.

Jueves

12 horas. No soy muy sociable, mi trabajo implica tal grado de exposición que te deja sin energías. Aprovecho para estudiar las secuencias de hoy, que vuelvo a trasnochar. Una horita para memorizar los diálogos, esquematizar la actuación... Eso sí, soy de repetir los textos en alto para comprender mejor cómo esta construida la frase y así transmitirlo mejor. Procuro ir contracorriente y buscar posibilidades donde nadie más ha reparado.

15.00 horas. Es un momento jodido cuando te quedas sin serie de televisión. Me encantó ‘Succession’ y acabo de terminar ‘Ozark’. Han puesto el listón tan alto que es difícil encontrar algo que te motive. Hago tiempo hasta que me vengan a buscar. Como estudio Filosofía, leo mucho ensayo. Ahora estoy con ‘Pornotopía’, de Paul B. Preciado.

24.00 horas. Rodamos en una mansión una fiesta de los años 90, cuando está ambientada la serie. Desfase total: una tía en bolas haciendo una performance con pintura, gente esnifando cocaína del pecho de un tipo... acción de noche que el público siempre agradece, pero que entraña una logística de pesadilla, entre figurantes, decorados...

Viernes

6.00 horas. Acabo de llegar a casa, no puedo más. Llevo 5 años sin parar de trabajar y, aunque sé la suerte que tengo, me apetecería parar un mes y hacer un viaje por Latinoamérica. 15.00 horas. Quedo para comer con mi amiga Lara y vamos a ‘La Encomienda’, en Lavapiés. Tienen un cocinero africano que borda el maafe (un guiso de maní). Me gusta la comida saludable, pero que conste que yo por unas buenas anchoas del Cantábrico con un tomate aliñado, mato. Reservo entradas para ver el sábado ‘Los Mariachis’, en la Abadía. Me voy a llevar a mi primillo: le acaban de dar un premio con 17 años por diseñar una ‘app’ y ese será mi regalo.

«No soy miedosa. Y eso, que puede entenderse como una virtud, es también un defecto»

DOMINGO

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2021-08-01T07:00:00.0000000Z

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