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900 jubilados de Abando abren una sede donde «seguir aportando a la sociedad»

Aburto preside la inauguración del nuevo centro de mayores y defiende que el envejecimiento es «un éxito, no un problema»

LUIS LÓPEZ

BILBAO. Las últimas películas que se publicitan en el tablón de anuncios como próximas proyecciones son ‘Sissi’ y ‘El árbol del ahorcado’. Se ofrece también una visita guiada al Guggenheim. Y se facilitan los teléfonos de la peluquera Edurne y de un podólogo justo encima de un cuadrante con actividades variadas que se dan ahí, en el centro de mayores de Abando: hay euskera, sevillanas, gym yoga e informática. También hay inglés, punto y ganchillo, poesía y baile.

«Nuestra jubilación no es el final, sino una nueva etapa para seguir aprendiendo y disfrutando de la vida», proclamó Reyes Navarro, presidenta de la asociación de mayores de Abando. Y, lo más importante, es tiempo también «para seguir aportando a la sociedad», sobre todo en el ámbito del voluntariado. En esto también se fijó mucho el alcalde, Juan Mari Aburto, al hacer ver que «el tercer sector debe estar fundamentado en el voluntariado», que se nutre muy especialmente «con gente mayor».

Ayer se inauguró de forma oficial el nuevo centro de mayores de Abando, que viene funcionando desde mediados de septiembre, y que es una especie de segunda casa para unos 900 pensionistas del barrio. Está en el número 52 de Henao, ubicación muy céntrica que le ha valido la llegada de nuevos asociados que no veían bien el anterior emplazamiento, en Uribitarte. De hecho, era una reclamación histórica del colectivo el cambio de sede por los problemas que presentaba la anterior, de manera especial en lo referente a la accesibilidad.

Lo recordó Aburto: cómo desde 2015 los pensionistas de Abando

El nuevo centro sustituye al de Uribitarte, que desde 2015 no gustaba a las personas usuarias por su déficit de accesibilidad

pedían marcharse de los bajos de las torres Isozaki por lo incómodo que les resultaba. Pero hubo que atender antes, dijo el alcalde, compromisos más urgentes en barrios como «Matiko, Txurdinaga y Arangoiti. Y ahora os ha llegado el momento».

El local que ahora acoge a la asociación de personas jubiladas del centro de la ciudad tiene 465 metros cuadrados y es propiedad del Ayuntamiento. Su adecuación ha costado 830.071 euros en una obra que ha durado seis meses. Aparte está, claro, el mantenimiento, con el que también corren las arcas municipales. Hay varias salas (de informática, de baile, etcétera) y también oficinas y un espacio en el gran patio de manzana que está en la parte de atrás para, en verano, poder poner unas mesas y tomar el aire o cuidar las plantas.

Una red de apoyo

Este centro tiene algo de club social, de segundo hogar, de centro formativo y de red de apoyo, todo en uno. En lo último, en la dimensión como red de apoyo, incidió el alcalde y también la presidenta de la asociación. Ambos se refirieron a la vocación del sitio de «crear comunidad». Porque, dijo Juan Mari Aburto, «hay gente que necesita apoyos, sobre todo la que está más sola», y en este espacio se facilita el entorno para fomentar relaciones. También quiso el alcalde incidir en que «el envejecimiento es un proceso natural, un éxito del mundo en el que vivimos». En ningún caso, añadió, «es un problema», aunque sí «un reto».

A la inauguración asistió el concejal de Acción Social, Juan Ibarretxe, y representantes de todos los partidos con presencia en el pleno municipal, tanto en el gobierno como en la oposición. Tras un recorrido por las instalaciones, el coro de la asociación cerró el acto con el Agur Jaunak y la gente regresó a la sala donde se lee el periódico.

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2024-12-10T08:00:00.0000000Z

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