Pocas experiencias consiguen igualar la sensación de un paseo en plena naturaleza. Y más ahora, que los espacios, cuanto más abiertos y menos masificados, resultan mucho más seguros.

Mientras la situación sanitaria sigue luchando contra un gigante, y paralelamente, la económica intenta resurgir con gran dificultad, la frondosidad de la naturaleza permanece inalterable y continúa siendo la vía de escape para muchos. Porque aunque de un tiempo a esta parte prácticamente todo sea distinto a como lo conocíamos, la vegetación no se ha visto afectada por la pandemia. Y nuestros pueblos pueden seguir presumiendo de ella. Caudalosos ríos con verdosos campos, el hogar de una fauna que no conoce de pandemias. Ajena a datos diarios de contagios, de hospitalizados y de fallecimientos; a despidos y Ertes; a restricciones de horarios y toques de queda; a suspensión de eventos y festejos. Abierta siempre para quien quiera acudir a ella para huir de todo lo anterior y de sus problemas.