Toda vez que sea de forma pacífica y sin armas, manifestarse no es delito. Pero antes de proceder a poner en marcha la protesta en cualquiera de sus formas, toca definirla. Aunque no se requiera autorización previa, sí es conveniente, como en cualquier proyecto, tramitar otros asuntos dirigidos a conseguir los mejores resultados. Organizarse para que la improvisación sea sólo la necesaria es importante. Al margen de establecer la mejor fecha, el horario más adecuado y el lugar correcto, las posibilidades de ejecución son infinitas. Desde mostrar las típicas pancartas hasta representar escenas poco menos que teatrales. Estrategias que captan la atención de los ciudadanos, quienes no pueden escapar al mensaje de lo visual. Que se consiga o no el fin último de la movilización dependerá de varios factores, pero cada uno de los que han participado de una forma u otra podrán tener, al menos, la conciencia tranquila. Defender los ideales y llevar a gala los principios tienen esa recompensa.