El pueblo de Tanos festejó ayer su día grande, Santa Ana, aunque con un acto muy diferente al de años anteriores y marcado por las medidas de seguridad que impone la pandemia. La celebración, de la que no tenía conocimiento el alcalde, Javier López Estrada, se centró en un pequeño acto junto a la ermita de donde se sacó en miniprocesión la imagen de la virgen, acompañada por los integrantes de la agrupación de Danzas de Las Nieves.

Un breve desfile a cuatro metros del templo, seguido por el público que llenó las sillas dispuestas a modo de escenario, además de vecinos y visitantes que, de pie, siguieron el desfiles y el acto popular. El buen tiempo acompañó en una mañana en la que se registró menos público del habitual y todos los asistentes guardando la distancia y con mascarilla. No obstante llamó la atención que en la celebración no hubiera ningún representante municipal, salvo los concejales de Salud Pública y de Empleo y Desarrollo Local, José Luis Urraca y Jezabel Tazón, respectivamente. Tampoco hubo representación de la Corporación ya que ningún grupo político de la oposición fue avisado del evento, para el que el Ayuntamiento, según el alcalde, Javier López Estrada, ni ha recibido notificación alguna, ni se ha solicitado autorización a pesar de que las celebraciones populares como fiestas están sujetas a la autorización por parte de Salud Pública.

Preguntado por el acto, López Estrada reconoció que la celebración no estaba incluida en la agenda municipal «porque no teníamos conocimiento oficial del mismo ni en que condiciones se iba a desarrollar, lógicamente siguiendo las recomendaciones y cumpliendo con las medidas de seguridad de distancia y uso de mascarilla, y de la normativa que regula la celebración de actos religiosos y populares».

Un evento del que tampoco tenía constancia la concejala de Festejos, Patricia Portilla, quien mostró su sorpresa porque los organizadores no hayan consultado, ni solicitado ningún tipo de autorización en el Ayuntamiento para la celebración de un festejo, que a su juicio, «supone un agravio comparativo con el resto de comisiones de fiestas de barrios y pueblos de la ciudad que «por prudencia, ante la situación sanitaria, han optado por aplazar sus fiestas, renunciando a cualquier tipo de celebración».

Sobre las medidas adoptadas, Portilla recordó que las celebraciones populares «están sujetas a la autorización correspondiente por parte de Salud Pública» e insistió en que «actuar al margen de la normativa es un agravio para el resto de pueblos y barrios que por responsabilidad han aplazado o suspendido sus fiestas ante la imposibilidad de controlar situaciones en las que no se puede controlar el aforo».

Al igual que el alcalde, la responsable de Festejos en el Ayuntamiento resaltó que de «forma oficial» no se ha notificado, ni se ha pedido autorización de ningún tipo en el Consistorio, un hecho que lamenta ya que «estamos haciendo un esfuerzo muy grande para que cualquier acto o evento que se celebre en la ciudad lo haga con las máximas garantías de seguridad».

Tanos vivió ayer su segundo Santa Ana consecutivo marcado por la pandemia, y aunque la situación sanitaria, con la incidencia disparada, no ha dado el respiro suficiente como para recuperar algunas señas de identidad de la fiesta, todos miran con esperanza al año que viene con la ilusión de recuperar la normalidad y volver a llenar las inmediaciones de la ermita. Algo que ayer se vivió en formato reducido, con asistencia limitada al interior del templo, y sillas en la calle para seguir la homilía. Sin embargo, y a pesar de la implantación de medidas, hubo público que, de pie, se arremolinó para seguir los actos que concluyeron con la actuación del grupo de danzas Virgen de las Nieves. Y es que las fiestas de Tanos, que se inician con esta celebración de Santa Ana y se prolongan hasta principios de agosto, con la Virgen de las Nieves, este año también se tienen que aplazar y se han limitado a este acto organizado al margen del Ayuntamiento.