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Fundación y Ejecutivo, de la mano en los Encuentros.

Paloma O’Shea y Zuloaga destacan la colaboración

GUILLERMO BALBONA

20 años de Música y Academia. En 2001 la Fundación Albéniz propuso los Encuentros para llevar la música de excelencia al verano santanderino. La colaboración con el Gobierno hizo posible un novedoso modelo e imaginativo programa sobre el que reflexionan sus gestores

qué medida cree que la música ha contribuido a superar un tiempo de miedos e incertidumbres marcado por la pandemia?

–La música es necesaria siempre, porque nos conecta a un nivel emocional muy profundo, pero se convierte en imprescindible en una situación como esta, en la que el contacto entre las personas se ha visto reducido drásticamente. La música nos ha ayudado a salir adelante.

–¿Este aniversario tiene un sello de celebración mayor en torno a la idea de cultura segura?

–El Encuentro es una maravilla. Personalmente, he vivido en sus ediciones algunos de los momentos de más intensidad musical de mi vida. Estamos muy contentos de haber podido celebrar este veinte aniversario, pese a todas las dificultades. Hemos puesto todas las medidas de protección necesarias y, ¡toquemos madera!, no hemos tenido ningún contratiempo serio.

–¿Puede decirse abiertamente que la música es parte del motor económico-cultural del turismo en Cantabria?

–Creo que sí. Estoy convencida de que el turismo evoluciona hacia destinos de tipo cultural y natural. El verano cultural de Santander, que tiene un fantástico Festival en el mes de agosto, el Encuentro en el mes de julio, la UIMP, el Ateneo, la Universidad de Cantabria, el Centro Botín, el Museo de

Altamira, las Naves de Gamazo, que han quedado muy bien, y tantas otras iniciativas, nos sitúa en posición de ventaja y creo que es necesario seguir apostando por esta vía.

–¿Ha evolucionado el público del Encuentro a la hora de apreciar determinada música o de plantear exigencias?

–La programación del Encuentro se distingue por ser novedosa y, en algún sentido, valiente. Su base es la música de cámara, un repertorio que está abarrotado de obras maestras, pero no siempre muy conocidas. Se hace también mucha música reciente. El público ha demostrado tener curiosidad por oír una música diferente y se ha mostrado abierto a las novedades.

–¿Es posible desarrollar nuevas acciones en el futuro?

–Siempre estamos dispuestos a mejorar, pero la verdad es que el modelo actual funciona muy bien y, como dicen los ingleses, si no está roto, no lo arregles.

–¿La suma de compositores cántabros responde a la necesidad de conectar aún más con la vida cultural de la comunidad?

–En realidad, los compositores cántabros, desde Jesús de Monasterio a Juanjo Mier, han tenido presencia en el Encuentro. La cuestión es la proporción. No puede ser todos los años, porque la programación cubre el mundo entero y toda la historia de la música, pero es algo que tenemos siempre en cuenta. Estamos trabajando ya en un proyecto de música cántabra para el año que viene, pero aún es pronto para dar detalles.

–¿Quedó descartado definitivamente el proyecto de una escuela musical infantil para la ciudad?

–Era un proyecto bonito, pero no tuvo suerte. Justo cuando estaba maduro, llegó una crisis fortísima que nos impidió llevarlo a cabo. La operación era compleja y, por el momento, no veo oportunidad de retomarla.

–¿El Encuentro con sus patrocinadores demuestra que hay fidelización a un modelo?

–Yo siempre he creído en la colaboración público-privada para la cultura. El Encuentro es un buen ejemplo. Lo pusimos en marcha el Gobierno de Cantabria y la Fundación Albéniz en una colaboración que sigue funcionando tan bien como el primer día. Al proyecto se sumó en seguida el Ayuntamiento de Santander y un conjunto de entidades privadas que demuestran que la acción social a través de la música es una opción real, que puede ser muy útil a su propósito empresarial.

–¿Cómo definiría el vínculo con Santander en este periodo?

–Santander se ha consolidado como una de las capitales europeas de la cultura en verano y creo que el Encuentro ha aportado su granito de arena. Uno de los retos que tenemos por delante es romper esa estacionalidad reforzando la actividad cultural cántabra de octubre a junio.

–¿Siente debilidad por algún músico protagonista de próximas ediciones?

–Si tuviera que elegir una, lo tengo claro: Péter Csaba. Es un gran violinista, ganador en su día del Concurso Paganini, aunque ahora cultive más sus otras facetas. Es un director de orquesta diferente, capaz de profundizar como nadie en algunas músicas. El público de Santander recordará sus fantásticas interpretaciones. Además, como director artístico, se muestra como un programador genial. No se puede pedir más.

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2021-07-27T07:00:00.0000000Z

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