Kiosko y Más

Cómo indagar en el mundo

Itinerario a través de la notoria presencia de Cantabria en Artesantander 2021

GABRIEL RODRÍGUEZ

Artesantander, una feria de arte y una fiesta. El reencuentro que crea tejido social, que permite la recuperación de sensaciones, la exaltación de la salida del túnel de aislamiento. Una cita que regresa para aliviar la anomia, para revertir la tendencia asocial que se iba infiltrando bajo la piel silenciosamente. Están presentes las líneas generales que diversifican el arte actual, como forma de conocer, de indagar en las relaciones con el mundo, que son, necesariamente, variadas: la preocupación por la relación entre la vivencia individual y el contenido político; la coherencia entre proceso y resultado, que se prolonga en la actividad del receptor; la reivindicación de enfoques propios de la mujer, feministas; la dimensión ecológica del conocimiento; la memoria individual y colectiva; o el refugio formalista como apuesta individual de acercamiento a la experiencia estética.

Tras el acierto consolidado de la estructura ‘Solo Proyect’, Juan Riancho ha incluido en esta convocatoria la novedad de una exposición conjunta de artistas cántabros presentados por galerías que participan en la feria, de tal modo que se apoya a los creadores de Cantabria, se incentiva la presencia de estos artistas en galerías nacionales y se facilita una mayor presencia de las galerías integradas en Artesantander. Este espacio común reúne a 12 artistas, comisariados por Carmen Quijano, con el título de ‘Still Alive’.

En la galería Daniel Cuevas de Madrid, Concha García (Santander, 1960) nos ofrece una obra unitaria, ‘Y la vida va’ (2020), que recorre varios soportes. Empieza con un vídeo en el que vemos las imágenes furtivas que enmarca la ventanilla del tren que recorre el trayecto vital entre Santander y Madrid. A partir de los fotogramas de esa filmación, realiza ampliaciones dibujadas a carboncillo, para, posteriormente, por medio de una impresión digital sobre papel japonés Tengucho, de delicado gramaje, llevar esas imágenes a un formato más grande y más frágil. Es un trabajo sobre el tiempo y la memoria, sobre los viajes como paréntesis del devenir, como goznes que articulan y cambian la vida, y sobre la inestabilidad de los recuerdos que huyen de la memoria como las imágenes fugitivas de la ventanilla del tren, cada vez con una entidad más lábil, inconsistente. Concha García nos habla del tiempo del cuerpo y de los sentimientos, y de cómo la fractura del viaje nos hace tomar conciencia de la fragilidad del instante y de la memoria.

En Espacio Alexandra podemos ver la obra de Vicky Kylander (Estocolmo, 1971), cuadros de factura clásica, como ‘Wave and Particle’ (2020), óleo sobre lienzo, de trazado enérgico, expresionista, centrado en un mundo de formas, de línea y color, antes que de significados. No reposa su mirada atenta en lo narrativo, sino en la música, las asociaciones o derivas que se generan a la hora de pintar, en el contraste, el ritmo, la fuerza, la composición, movidos por una forma de meditación estética, más que sentimental. Son obras que promueven una comunicación prelingüística, que habitan en un mundo en el que el color actúa por sí mismo, sin finalidad en la distancia de los significados.

Albano Hernández (Ávila, 1988) presenta, en la galería Espiral, algo así como una carnicería en la que se despiezan y se venden pinceladas cortadas en lonchas finas y envasadas al vacío. El proceso creativo, que ha llevado a cabo en el Royal College of Art de Londres, parte de la pintura, de unas grandes pinceladas gruesas, matéricas, realizadas en cerámica fría, con una costra de color vivo que, seguidamente, filetea en húmedo por medio de una cortadora mecánica, para ser, posteriormente, envasadas al vacío y, finalmente, colgadas en un expositor metálico. Es una obra que plantea una reflexión sobre los métodos con los que el capitalismo trata a la materia y al arte. En el corte, se mezcla la huella del artista con la de la fileteadora. Es un trabajo de acabado virtuoso, con una gran coherencia que atraviesa la pintura, la escultura y la instalación, que genera en el espectador reflexiones fuertes sobre mercado, arte, ecología y política.

De nueva presencia en la feria, el espacio Exhibit Lab ha quedado fecundado, saturado, por las obras exuberantes de Jesús Alberto Pérez Castaños (Santander, 1950). En el políptico ‘Pandémica’ (2020-2021), formado por doce piezas, conviven en estrecha relación las naves espaciales, los cometas lisérgicos, las figuras de cómic propias de loa años cincuenta, de la Guerra Fría, con todo tipo de signos gráficos, explosiones, mensajes minuciosamente rotulados. Todo se activa y se mueve, las letras están vivas, todo es orgánico, se relaciona y dialoga. Tiene, a la vez, un dibujo de arquitectura férrea y una constante presencia del azar: en los textos traducidos mecánicamente al inglés, en las figuras que se deforman para adaptarse a su espacio, en la asociación libre que va articulando relaciones de continuidad u oposición, en el azar de las figuras que asoman ansiosas la cabeza frente al espectador como si fueran las crías de una camada que buscara el pecho de su madre a empujones. Hay, en todo ello, una mezcla muy atractiva, entrañable, de lo perverso y lo cándido.

En la galería Juan Silió, la obra de Néstor del Barrio (Socabarga, 1994) plantea una relación explosiva entre el universo digital, virtual, y un sentido apocalíptico del paisaje. Fondos pictóricos, matéricos, dan soporte a una hiriente nitidez tecnológica. Sobre una textura expresionista, que genera un espacio en la lejanía, aparece un gran neón tridimensional, un anuncio de un futuro sobrecogedor, lleno de conexiones, información secreta, códigos desconocidos. El elemento mínimo informático se ha erigido en el habitante principal de esa realidad sustitutoria e inquietante. Néstor del Barrio abre una reflexión sobre la deriva hegemónica, el poder y la presencia abrumadora del espacio virtual.

Teresa Moro (Madrid, 1948) presenta en Siboney el proyecto ‘It’s easy to find a Judd bed’, un poliédrico conjunto de obra pequeña realizada con acrílico, gouache y acuarela. Son obras de una minuciosidad exquisita. Las camas y las sillas de los grandes artistas, lo cotidiano, íntimo, aparentemente sin importancia, pero que son los lugares donde ha estado el cuerpo, donde ha dejado su hueco, el molde que revela lo no visible.

Documentar la parte táctil, lo que ha tocado, donde ha sufrido o gozado. ¿Qué piensan, qué sienten cuando sueñan o trabajan? Hay una mitificación de los objetos que ha escogido el artista, el estar enredado entre solicitaciones cercanas. La necesidad de que una vida estéticamente definida tenga una coherencia entre todas sus partes. La mirada transforma al objeto. La mirada, ejercida desde un punto de vista estético, moldea un entorno que no es casual, en el que se han ejercido, de forma suave, intervenciones significativas, en el que se han dejado huellas para una lectura entregada.

CULTURAS

es-es

2021-07-27T07:00:00.0000000Z

2021-07-27T07:00:00.0000000Z

https://lectura.kioskoymas.com/article/282565906172051

ABC