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Precuela sin sentido

La serie mítica y de culto por excelencia tuvo una traslación a la pantalla tan radical como insulsa

GUILLERMO BALBONA

TWIN PEAKS: FUEGO CAMINA CONMIGO ●● Twin Peaks: Fire Walk with Me. 1992. 129 min.EE UU. Dirección. David Lynch: Guion: Lynch, Robert Engels. Personajes: Mark Frost y Lynch. Música: Angelo Badalamenti. Fotografía: Ronald Víctor García. Reparto. Sheryl Lee, Ray Wise, Moira Kelly, Chris Isaak, James Marshall, Dana Ashbrook, Kyle MacLachlan, Eric DaRe, Phoebe Augustine, Kiefer Sutherland, Frank Silva, Género: Thriller/ Drama.Salas: Bonifaz. Filmoteca. Esta semana.

Vista hoy, ayer o mañana la pregunta sigue siendo la misma. ¿Era necesaria esta especie de precuela, más allá del capricho o la, por supuesto, libre elección de su creador? ‘Twin Peaks’ conforma un imaginario que cada espectador alimenta con sus propias obsesiones, imaginación e incluso perversiones, de ahí que fuera no solo uno de los grandes acontecimientos audiovisuales en su momento, con una calidad muy por encima de las celebradas ahora series de plataformas. Pero, sobre todo, creció como un hábitat sagrado que nadie quería violar. En cada enigma suspendido, en cada pregunta sin respuesta la ficción continuaba estando viva. ‘Fuego camina conmigo’, de alguna manera, supuso un paso errático, como estirar gratuitamente la extrañeza. Cuando la trama de la serie terminó, es un decir, con Laura Palmer habitando ya todos nuestros pequeños mundos narrativos, tras una larga segunda temporada, llegó la película, ‘Fuego Camina

Conmigo’, que servía de supuesta precuela. Casi un cuarto de siglo después se estrenó una tercera temporada que iluminaba el mítico pueblo tantos años más tarde. Una serie influyente de manera decisiva en formatos y ficciones posteriores, de ‘Fargo’ a ‘Los Soprano’ o ‘Mad Men’. La entrega, que aborda el retrato de los acontecimientos previos al asesinato que supone el mantra de la serie, se convierte en una mirada radical que acentúa todo el tono críptico y subraya la atmósfera surreal hasta la exasperación. El cineasta de ‘Terciopelo azul’, incluso, montó una versión de más de tres horas, que solo se exhibió en el Festival de Cannes. La mezcla agitada de enigma, lírica, amor, dolor y perversión que de manera dosificada pero incisiva y lacerante, acabó por seducir de manera masiva, muta en una diluida escapada en su cita con la pantalla. Las secuencias oníricas o fantasmales, atractivas como siempre en Lynch, parecen fragmentos deslavazados y el filme más que gozar de una identidad propia y, a su vez, vinculante con la serie parece la sucesión de una serie de descartes o residuos que Lynch reúne más por nostalgia de éxito y de ganas de contar. Sueños, pesadillas, alucinaciones, horror kitsch, excentricidad conforman un combinado que por acumulación se transforma en una rutinaria sucesión de relámpagos deslumbrantes pero vacíos.

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2021-07-27T07:00:00.0000000Z

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