EI tiempo se para y la vida, simplemente, sucede. Como en una de esas películas de Éric Rohmer que huelen a mar y hortensias, en verano parece que nunca ocurre nada, pero es precisamente en ese tiempo con fecha de caducidad cuando aprendemos a vivir. En la maleta, lo esencial; en los trayectos, nuestras canciones favoritas; y en esas largas sobremesas, nuestros amigos al tintineo de las copas. La excusa perfecta para descorchar un Viña Esmeralda, un vino blanco o rosado pálido, si lo prefieres, de sabor suave y certificación vegana que marida con cada ocasión. Porque el verano es algo más que esos romances caducos, son las pandillas de la infancia, las amigas que por fin encuentran tiempo y todos esos imperfectos actores que se entrecruzan en nuestra historia y se saben cada capítulo. Es la estación para rodearse de lo bueno y celebrarlo con un brindis de Viña Esmeralda. Un vino fresco, vegano, con notas afrutadas y aromas florales, que eleva cada recuerdo.