La campaña de esta primavera de Prada es un meme. No se ven las prendas, solo el rostro de los modelos, con gesto reflexivo, y enmarcado por preguntas trascendentales: ¿por qué utopía estamos dispuestos a luchar? ¿Es la creatividad un don o una habilidad? ¿Hay algo nuevo en el mundo? La idea no es nueva. Prada ya ha hecho autoparodia de esa presunta profundidad que impregna sus decisiones creativas a través del desfile o del fashion film. Lo nuevo es el formato. Una publicidad hecha para compartir en redes a ritmo vertiginoso, porque si hay algo que las firmas buscan en esta nueva era del consumo es la viralidad. Compartir es vender. De ahí que muchas marcas diseñen desde hace temporadas pensando más en la pantalla que en el armario. Bolsos mínimos o de tamaños extragrandes, colaboraciones

Una imagen (retocada) vale más que mil palabras. El meme es una expresión artística y el idioma del siglo XXI, también en la moda.

inesperadas, mensajes o estampados chocantes... ser 'carne de meme' ya no es una afrenta, sino un halago. Y bastante lucrativo.

De hecho, cuentas como @siduations o @freddiemade, pioneras en bromear con el sector (el primero, bajando el lujo a las miserias cotidianas; y el segundo, combinando campañas míticas con escenas de la cultura popular), ya han colaborado con distintas marcas. Otros acumulan miles de seguidores dando su opinión sobre desfiles y noticias del sector a través de imágenes cómicas. No hace falta más para tener poder prescriptor. Ni menos. En la guerra por la visibilidad, el puesto que antes ocupaban los contratos millonarios con celebridades o los eventos elitistas hoy lo ocupan una suscripción a Photoshop y un don para el ingenio