En una semana catastrófica para las expectativas de la oposición laborista en el Reino Unido, apenas dos victorias electorales aportan luz a un panorama sombrío. El musulmán Sadiq Khan ha logrado ser reelegido alcalde de Londres, aunque el recuento final demostró que su ventaja sobre los conservadores no era tan holgada como decían las encuestas.

La capital británica utiliza un sistema de votación de dos vueltas, en el que para proclamarse vencedor cualquier candidato debe obtener más de un 50% en el primer conteo. Los Verdes y los liberal-demócratas pusieron su reelección en apuros, y Khan tuvo que esperar hasta última hora del sábado para saber que al final lograba retener la alcaldía.

Los últimos datos de criminalidad en la ciudad, y su batalla con el Gobierno de Boris Johnson por la financiación de un transporte municipal deficitario, habían erosionado su popularidad. “Construiremos puentes en lugar de muros entre el Ayuntamiento y el Gobierno central para crear un Londres más verde, más justo y más seguro para todos sus ciudadanos”, prometía Khan en su discurso tras la victoria.

Gran esperanza

Londres permanece como territorio laborista, pero la gran esperanza de la izquierda británica está en la ciudad de Manchester. Su reelegido alcalde, Andy Burnham, logró hacerse con un 69% de los votos. Su enfrentamiento con Johnson, cuando Downing Street castigó a la ciudad con un confinamiento más severo que al resto del país sin proporcionar ayuda financiera necesaria, aupó a Burham en el imaginario progresista, hasta el punto de que su nombre comienza a circular como futuro líder.

El laborismo de Keir Starmer atraviesa una crisis cuyo desenlace aún es incierto. Un año después de situarse al frente del partido para sustituir al veterano izquierdista Jeremy Corbyn, la debacle en las elecciones municipales del pasado juevesha puesto contra las cuerdas a la dirección de la formación. Starmer aseguró que asumiría la responsabilidad, pero al final ha expulsado a la número dos del laborismo, responsable de la campaña y presidenta del partido, Angela Rayner. El primer ministro no ha tenido tiempo de saborear su victoria en las urnas. La promesa de Nicola Sturgeon, del nacionalista SNP y vencedora en las elecciones autonómicas en Escocia, de celebrar otro referéndum de independencia deja la pelota ahora en el tejado de Downing Street.