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Países Bajos apuesta por el reparto no contaminante en las ciudades

Las grandes urbes holandesas podrán establecer desde 2025 zonas de servicios logísticos solo para vehículos sin emisiones. Ámsterdam ya dispone de áreas libres de humo

ISABEL FERRER,

La imagen del cartero en bicicleta —la modalidad de reparto libre de emisiones por excelencia— con las alforjas repletas se repite a diario en cualquier barrio de Países Bajos. Sin embargo, el confinamiento forzado para intentar frenar la pandemia con el consiguiente aumento de las compras por internet y por teléfono han aumentado por las ciudades la circulación de furgonetas y camiones de reparto, que sí que son contaminantes. La presencia de este tipo de servicios tal vez se mantenga en el tiempo, aunque lo hará con un cambio sustancial: a partir del año 2025, los ayuntamientos holandeses podrán establecer zonas en las que la entrega de mercancías se hará mediante vehículos que no quemen gasolina ni diésel; es decir, solo mediante bicicletas y coches eléctricos.

El acuerdo nacional del clima, sellado en 2019 por el Gobierno holandés, indicaba que entre

30 y 40 grandes ciudades podrían favorecer así la transición hacia una logística sostenible. Ámsterdam lleva la delantera: tiene ya zonas libres de humo con las que espera reducir la contaminación generada por el tráfico, que acorta en 13 meses la vida de sus habitantes y los del resto de las grandes urbes, según el Instituto para la Salud y el Entorno del país (RIVM en sus siglas en holandés). El Ayuntamiento desea ampliar el modelo a todo el centro de la ciudad para 2030.

Hasta los años cincuenta, las bicicletas de carga, que son en realidad triciclos con un cajón grande entre el manillar y las dos ruedas delanteras, eran usadas a diario por los pequeños comerciantes holandeses. Servían para repartir, entre otros productos, leche, queso o pan a domicilio, y también las utilizaban el servicio postal y el municipal de limpieza, entre otros. Actualmente son más populares para llevar a los niños, pero las firmas de paquetería han sido las primeras en adaptarse al futuro paisaje urbano y ya circulan de nuevo en estos triciclos de carga por algunas calles. Sin embargo, los bultos más pesados necesitan ser transportados en camionetas y camiones que han ido llenando el centro de las ciudades a las más diversas horas.

El servicio de información del Gobierno holandés indica que una cuarta parte de las emisiones de dióxido de carbono (CO2) registradas en Países Bajos provienen del tráfico rodado y que en muchos distritos “la circulación es la principal fuente de contaminación del aire respirado por la gente”. Como el Ejecutivo quiere rebajar en un 49% este tipo de emisiones para 2030, la transición del motor de combustión al eléctrico se ha planteado como una tarea conjunta entre municipios, pequeños y grandes empresarios, y, a la postre, particulares.

En Ámsterdam, la reducción de las emisiones de CO2 planeada por el acuerdo nacional del clima se suma a la política municipal de lucha contra la contaminación, acelerada por un informe publicado en 2019 por el RIVM. Los investigadores de este instituto indicaron lo siguiente: “Los holandeses pierden cuatro meses de vida por la exposición al dióxido de nitrógeno (NO2) emitido por los coches, y otros nueve meses por culpa de las partículas finas en suspensión. En ciudades como la capital, vemos estos problemas de aire contaminado en zonas de congestión de tráfico”.

Debido a ello, el Ayuntamiento ya no permite el tráfico rodado en los puntos de mayor contaminación y aspira a que todo el tráfico, desde taxis a autobuses, y de autos particulares a motos, “sea de cero emisiones para 2030 en la parte de la ciudad comprendida por la carretera de circunvalación de la ciudad (A10), que mide 32 kilómetros”. Para ese mismo año, se espera que haya bajado en un 95% la contaminación por el tráfico; en un 52% las partículas finas, y en un 96% el óxido de nitrógeno, comparado con 2020.

Egbert de Vries, teniente de alcalde de Tráfico, Transporte, Calidad del Aire y Aguas de Ámsterdam, explica en conversación telefónica: “El Consistorio estimula el transporte eléctrico y ofrece subsidios para comprar este tipo de vehículos, pero para que haya cero emisiones es preciso también que la red eléctrica esté a la altura de la demanda que soportará. Y necesitamos suficientes cargadores en vías públicas y cerca de las casas particulares. Hoy disponemos de 4.600, pero calculamos que para 2030 serán necesarios unos 80.000”. Y añade que no solo “limpiará el transporte, sino que se favorecerá un mayor uso de la bicicleta en toda la ciudad”.

Los transportistas no son los únicos que serán animados a cambiar de vehículo. El Consistorio tendrá que convencer a su vez a los dueños de coches particulares, “porque en Países Bajos tenemos la flota de vehículos más antigua de Europa occidental”, continúa de Vries. Portavoces municipales añaden que las estaciones de carga eléctrica “se nutrirán de energía solar y eólica, y a medida que la red aumente también lo hará la producción de esta energía limpia”.

Plan ambicioso

A escala nacional, el transporte más contaminante será el primero en desaparecer de la calzada. Ello ocasionará un gasto adicional a las compañías, que podrán acogerse a una serie de rebajas de impuestos y subsidios para poder invertir en modelos limpios. Bart van Pagée, portavoz de la organización Transport en Logistiek Nederland (TNL), que cuenta con unas 5.500 empresas de transporte por carretera, admite que es “un plan ambicioso, pero su aplicación debe ser también razonable. Un camión eléctrico grande puede costar 300.000 euros —un modelo pequeño de esta clase vale una media de 50.000 euros— mientras que uno de diésel sale por unos 80.000. Las ayudas son esenciales para hacer la transición y también la infraestructura, con una red eléctrica capaz”. El plan del Gobierno señala que los Ayuntamientos deberán anunciar con cuatro años de antelación la zona libre de emisiones que desea implantar, y las compañías que operen allí dispondrán de sendos plazos para adaptarse: hasta finales de 2027 para las camionetas, y hasta 2029 los camiones.

Van Pagée explica que el paso debe ser factible para todos, “porque 13 furgonetas pequeñas caben en un camión grande, y si bien ahora hay unos 130 camiones eléctricos en el país, para 2030 necesitaremos unos 5.000”. Por su parte, el teniente de alcalde De Vries señala que los taxis han sido los primeros en ir poniéndose al día, y que hay empresas como Ikea que ya disponen en Ámsterdam de camiones eléctricos de carga.

SOCIEDAD

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2021-05-10T07:00:00.0000000Z

2021-05-10T07:00:00.0000000Z

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