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Miradores

Los que venimos del norte hemos sabido pasarnos las horas tras el mirador. Tardes enteras con nuestras abuelas zurciendo mientras nos echaban un ojo para resguardarnos de todo mal. Mañanas con un café en la mano tratando de dirimir la dirección del viento y si lloverá o no para hacer planes en función del tiempo. Al llegar a Madrid, una de las cosas que más sorprenden a quienes aquí llegamos con mochila de temporales son los escasos miradores que contamos por la calle. Cancio nos ha regalado uno esta semana. Anuncian frío y lluvia para hoy lunes. Los vecinos de esta balconada, con su propio sistema nervioso de metales y reflejos, utilizarán los cristales como escudos contra las gotas persistentes. Siempre resulta mejor ver llover a cubierto que calarse. En eso consiste nuestro instinto de supervivencia: en protegerse, buscar refugio y prepararlo. El sonido de las gotas contra las cristaleras y los barrotes de este edificio conformará una sinfonía líquida, más bien armónica que disonante, de esperanzas y melancolías. La geometría es un redondo cuadrilátero en esta esquina de la fotografía por obra y gracia de la cámara y el ojo de Cancio. Algo posible en el cálculo de estructuras, que diría el poeta y arquitecto Joan Margarit, cuyo relámpago bilingüe resuena profundamente en nosotros tras su muerte. No así, la cuadratura del círculo en que desde hace tiempo nos hallamos. Ese es otro cantar.

MADRID

es-es

2021-05-10T07:00:00.0000000Z

2021-05-10T07:00:00.0000000Z

https://lectura.kioskoymas.com/article/282321092881775

Prisa