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Siglo y cuarto

POR J.GARCÍA BERNARDO

AÑANA estaremos de efemérides por cuanto se cumplen 125 años de la presencia en Sarria de los seguidores de San Pedro Nolasco, fundador de la Orden de la Bienaventurada Virgen María de la Merced allá por 1218; cierto que siglo y cuarto poco parece en relación a los más de 800 años de historia de una orden cuya finalidad era la redención de cautivos, y de ahí que merced sea sinónimo de libertad. Se da la circunstancia de que el monasterio de la Magdalena había sido de la Orden de los Agustinos y que la regla que siguen los Mercedarios es la de San Agustín, de ahí que a la ex

Mclaustración motivada por las leyes desamortizadoras de los años treinta del siglo XIX —un auténtico desastre para el patrimonio histórico artístico español— se le puso fin tal día como el de mañana, pero de 1896, con la llegada de la Merced para enlazar la anterior vida religiosa bajo la misma regla monástica, que se debe a San Agustín de Hipona en el siglo V.

Pues bien, el primer intento de retomarse la vida religiosa en el convento sarriano fue en 1882, pero la dirección de la Provincia Filipina de la Orden de San Agustín declinó el ofrecimiento dado el muy lamentable estado del edificio tras medio siglo de desidia. Y así, a pesar de contarse solo con las pétreas paredes y de no pocos inconvenientes, el Padre Antonio Hortas inició, como primer comendador, un trabajo para el que a Sarria se trasladaron operarios desde Poio y Conxo, llegaron los primeros postulantes mediado 1897 y se dio lugar a dos décadas de obras. Los Mercedarios, históricamente, no habían tenido una gran presencia en Galicia. Únicamente, si la memoria no nos falla, los conventos de Conxo —psiquiátrico desde hace muchos años, pero tres frailes rigen la parroquia— y el de Monterrey —trasladado a Verín— eran las únicas casas. Y hoy las hay, además, en Poio, Ferrol y Sarria, una vez cerrada la de Xunqueira de Ambía con su impresionante colegiata.

En estos años muchos han sido los frailes que por Sarria han pasado, muchos los sarrianos que en la propia orden se han integrado, como muchos los postulantes, los alumnos y los feligreses, devotos y peregrinos que han orado en un templo que, al igual que el resto del convento, ofrece un muy buen estado gracias al esfuerzo de tanto tiempo y a la capacidad de gestión para la obtención de ayudas. En todo caso, lo más importante es mantener la vida religiosa y esta persiste, pero, ante la falta de vocaciones, ha de ser mimada para que pueda tener continuidad y siendo conscientes de que, en los tiempos que corren, hay que ser muy especial y muy valiente para asumir un compromiso de este tipo.

Sarria siempre ha de estar agradecida a la Orden de la Merced. La labor social desarrollada en todos estos años ha sido inmensa y no habrá en el callejero reconocimiento más merecido que el del Padre Severino Vega Cid, significativo incluso desde la óptica de la vía en su día elegida. Y no debemos olvidar aquel viejo dicho de que «los frailes de la Merced son pocos, pero más hácenlo bien».

Sarria

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2021-08-01T07:00:00.0000000Z

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