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Pedro Sánchez calma a los barones regionales

PILAR CERNUDA

HAN GANADO los presidentes regionales. No los del PP, sino todos. Cualquiera que haya hablado con presidentes autonómicos socialistas ha encontrado las mismas quejas hacia Sánchez que las de los presidentes populares: el presidente de Gobierno tenía desesperados a los gobiernos regionales, obligados a un esfuerzo social inconmensurable para atender a los ciudadanos en condiciones más precarias, y sin dinero para llegar a donde querían llegar. Por no mencionar que en las últimas semanas las vacunas han llegado con cuentagotas y sin cumplir con los calendarios y cantidades prometidas.

Con un molesto ingrediente añadido: el trato a los vascos y a los independentistas catalanes, mientras Urkullu y Aragonés alardeaban de que no acudirían a la cumbre. Se sienten superiores, presidentes de primera frente a los que gobiernan regiones de segunda o tercera clase. A Urkullu lo convenció Sánchez con unos millones y competencias para gestionar algunos impuestos. Aragonés, en cambio, pide aún más competencias y que además lleguen «rapiditas».

Los independentistas provocan ronchas con su chulería, pero no es a ellos a los que deben dirigirse las críticas, sino al presidente que, con su dadivosidad, les permite actitudes prepotentes.

Sánchez ha debido ver las orejas al lobo, se ha dado cuenta de la indignación que provoca su obvio desinterés hacia todo lo que no sea vasco o catalán. Hasta presidentes socialistas han expresado su descontento… Ha callado la boca a todos en Salamanca con algo que era de justicia: la mayor parte de los fondos europeos serán para los gobiernos autonómicos, para que los utilicen en función de las necesidades de sus ciudadanos. Y además Pedro Sánchez ha anunciado que llegarán varios millones más de las vacunas prometidas. Espléndidas noticias las dos. Para los gobernantes regionales y para todos los españoles ahogados por una situación insostenible, a la que se suma una quinta ola de la pandemia. Y es buena noticia también para potenciar la imagen de un Pedro Sánchez que no remonta a pesar de la profunda remodelación de gobierno que hizo para quitarse de en medio a media docena de ministros que se habían convertido en personajes incómodos… o que podían tener problemas con la Justicia en un futuro más o menos próximo.

La cumbre de presidentes ha ido bien. Probablemente porque un Sánchez contra las cuerdas necesitaba que fuera bien y ha atendido los requerimientos que le hacían miembros de su partido, los presidentes autonómicos y medios de comunicación afines. Todos ellos con posiciones muy parecidas respecto a cómo se debía enfocar desde Moncloa la relación con los gobiernos regionales. Más todavía cuando era tan escandalosa, y tan dolorosa, la diferencia de trato hacia Urkullu y Aragonès respecto a los demás dirigentes autonómicos. Lo único que cabe pedir es que la generosidad que ha demostrado Sánchez en Salamanca no sea para callar bocas si, cuando inicie las negociaciones con Aragonès, muestra mucha más generosidad política y económica hacia los independentistas catalanes.

Opinión

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2021-08-01T07:00:00.0000000Z

2021-08-01T07:00:00.0000000Z

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