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El estado de la cuestión

▶ Conferencia autonómica de la nación sin rendir cuentas al Congreso. Sanchismo virtual sobre el estado de la cosa

POR JENARO CASTRO

COMO TODO lo que se cocina en Moncloa, la Conferencia de Presidentes fue concebida como la Conferencia de Sánchez, una regresión al futuro del Aló Presidente desde la informalidad improvisada. El debate sobre el estado de la nación y la cuestión ha derivado en una conferencia con la que engordar el álbum de fotos del sanchismo bajo el paraguas del Rey. Ya le habrá cabreado a Pedro Sánchez la ausencia de su chantajista preferente Aragonés y la contestación de algunos colegas autonómicos, porque eso devalúa su hegemonía mediática y le resta el protagonismo que necesita para recuperar fuelle en las encuestas. A Pedro hay que reconocerle su tenacidad presidencialista, la apuesta por sí mismo, su enorme constancia ególatra inasequible al desaliento pese a la fatalidad de su obra. Todos los hombres y mujeres del presidente, incluida esa interminable legión de asesores hasta ahora nunca vista, trabajan para mimarle, protegerle y mantenerle en el pedestal más altivo, a salvo de la oposición ‘fascista’ y al servicio de una España hecha a su imagen y semejanza, una España huérfana de principios, valores y referentes.

Así que Sánchez ha vuelto al cultivo de su graciosa persona, con balance de Aló Presidente en los prolegómenos de su Conferencia de Presidentes, siendo él mismo el único y más grande líder que ha dado España. Ese andar tan sexy, ese contoneo de estrella de Hollywood ha causado estragos en EE.UU. previo florecimiento en el Magariños de Serrano. Desde Elvis y las giras de los Beatles no se vivía nada igual en la América del descubrimiento. No sabemos los españoles la suerte que tenemos de tenerle sólo para nosotros, nosotras y nosotres, de disfrutar su liderazgo salvador para gloria olímpica de la nación de naciones y la vacunación. Sin Pedro, tan alto y guapo, España no sería lo mismo, porque a Pablo Iglesias no se le echa de menos, pero la ausencia de Pedro sería una desgracia para este país necesitado de políticos honestos, que siempre dicen la verdad, alérgicos a la traición y que nunca pactan con los detractores de la unidad territorial.

La España olímpica se queda más tranquila al ver que Sánchez sigue siendo el mismo, que su viaje a USA, Galicia o Salamanca no le han cambiado, que su espíritu autocrático permanece intacto en nuestro sistema. Como Junqueras con la República de Galicia, que vota mayoritariamente a Feijóo por puro sentido común, Sánchez nos propone un Estado a su medida, hecho de guerracivilismo, confrontación y polarización. Se le queda tan corto el populismo de Zapatero y la coleta, que La Ley de Memoria Histórica se ha reencarnado en memoria democrática. Y si la libertad es de Casado y Ayuso, la desmemoria democrática es de Sánchez y su séquito aquejado de alzhéimer político y cultivado a base de cordones sanitarios, como demuestra la infame impunidad de la pandemia. No es recomendable que los cándidos partidos del centro derecha caigan en las trampas que el sanchismo va sembrando desde Ceuta a Cataluña para perpetuarse como rey del mambo en la monarquía española. La Corona es un adorno que distorsiona el mando único del emperador de la moción. Expulsar a Rajoy resultó incomprensiblemente fácil, pero lo de Murcia ha contagiado la enfermedad del declive al sanchismo podemita predominante y de paso se ha llevado por delante a la Miss Moneypenny ciudadana. Por eso, confiarlo todo a la recuperación económica y al reparto de fondos europeos tiene una lógica aplastante pero escasa probabilidad de éxito si el reparto es partidista y chantajista. Ahí está el separatista catalán de los malversavales para recordarle a Sánchez que la reconquista pasa por la desigualdad y el castigo fiscal a Madrid. El Plan E de Sánchez es al mismo tiempo aislar y dividir a la oposición, dinamitar la suma mayoritaria del PP y Vox, mantener la cuarentena franquista desde el Barrio de Salamanca a Vallecas y gastar a manos rotas dejando la factura a los pensionistas, a la clase media pagadora del IRPF y a los gobiernos que vengan. No hay nada como la fiesta deudora de la democracia, como el Estado soy yo, como no hay más poder que el Ejecutivo porque el Judicial y el Legislativo han de morder el polvo del camino que las togas han acumulado. Salvo las sumisas Lola-fiscalía y la abogacía del Estado sanchista, le han salido contestones al régimen el Supremo, el Constitucional y el Tribunal de Cuentas. A eso hay que sumar la llamada prensa crítica que el Gobierno ha querido amordazar y someter en pleno covid, cuya labor libertaria de justicia social fue definida por la coalición como ‘cloaca de cárcel’. Sólo hay algo más hortera que un nuevo rico, y es un político emergente con los resortes del poder a su servicio sin transparencia ni control parlamentario. Eso siempre deriva en tentaciones autoritarias que devalúan la calidad democrática y empobrecen moral y económicamente a la sociedad. En el relato oficial, los presidentes de la Conferencia son corresponsables de la acción gubernamental de Sánchez para lo malo de la crisis y de la pandemia. Para el disfrute virtual de lo bueno ya tenemos el resurgir de los Aló Presidente como en los mejores tiempos de aquel encierro del miedo.

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2021-08-01T07:00:00.0000000Z

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