Kiosko y Más

Por Emilio Baquero

Quién piensa en moda y no tiene la visión de una pasarela ?... Yo creo que casi nadie.

En el imaginario popular cuando pensamos en moda se nos viene a la cabeza la imagen de una modelo caminando, desfilando e interpretando el look que lleva puesto, haciendo soñar a propios y extraños, ayudada por su cuerpo y belleza casi de otro mundo. Una expresión teatral que nos muestra en movimiento la nueva colección, aquélla que regulará cómo se vestirán los próximos acontecimientos de nuestra vida, al menos hasta la siguiente temporada.

Pero por muy indisoluble que parezca el matrimonio entre moda y pasarela, estamos en un momento en el cual, como tantos otros aspectos de la industria, se está cuestionando, sobre todo, como medio principal de comunicación entre el creador y el público. Muchas voces gritan que es un modelo acabado, agotado y exhausto.

Sin duda, durante décadas las pasarelas han sido el primer gran escenario donde se han estrenado las historias que nos contaban los diseñadores, usando como lenguaje propio, sus inspiraciones y colecciones. Pero como decía antes, esto está cambiando y tras el tsunami tecnológico que nos inunda, las nuevas maneras de comunicar pasan irremediablemente por lo digital dando un aire retro a todo aquello que sea presencial; así quizás y esto ya es una opinión de mi propio huerto, que pongo encima de la mesa, olvidando todo lo que significa vivir la experiencia de lo real, donde todos los sentidos interactúan entre sí para llevar a nuestro cerebro a vivir y sentir a pleno rendimiento.

Estamos entrando en un terreno resbaladizo donde la vida la vemos pasar a través de una pantalla, donde en un mundo cada vez más comunicado nos aislamos con la vista puesta en nuestros dispositivos. Un tema interesante y para mí inquietante, digno de reflexión, si me lo permitís.

Ver un desfile in situ te lleva a la emoción plena, es un momento efímero, una experiencia que sólo vivirás una vez y que además puedes compartir con tus semejantes. Puedes vibrar, sentir, emocionarte, aburrirte si cabe o aplaudir fervientemente, pero estás, eres testigo de primera mano de lo que está sucediendo.

¿Alguien se ha planteado si es mejor ver una ópera por streaming o en el teatro sintiendo la vibración de la música?

¡Ahí lo dejo!, no creo que un amante de la ópera prefiera verla a través de su dispositivo móvil o en casa, en sustitución a la emoción que conlleva asistir a un gran teatro.

El formato estrella que ha llegado para quedarse, al menos de momento, y que hace algún tiempo, ya estaba incurriendo, como opción a la pasarela, son los fashion films, un formato cinematográfico, cortometrajes, en definitiva, donde marcas y creadores pretenden contarnos, hablarnos, presentarnos sus colecciones usando un lenguaje cinematográfico, más visual y artístico, queriendo llevar a la moda a un terreno más acorde a los tiempos que vivimos, a los tiempos modernos.

Marcas como PRADA han sido pioneras en este formato, rodando con reputados directores de cine e incluso con actores de primera fila, recordemos, la magnífica serie de cinco capítulos “The Postman” escrita y dirigida por la innovadora fotógrafa y directora de cine Autumn de Wilde, donde se hace una metáfora de la comunicación personal en un mundo de correos electrónicos, siendo el protagonista, además de un cartero y una banda de música, un bolso de la firma. Dando un paso más, la firma italiana GUCCI de la mano de su director creativo Alessandro Michele y el afamado director de cine Gus Van Sant nos ha dejado un excelente trabajo y ejemplo de este tipo de formato con “Ouverture of something that never ended”, una miniserie en donde cada capítulo nos muestra una escena surrealista de la vida cotidiana de Silvia Calderoni, una actriz, bailarina y DJ italiana; así como otros personajes que buscan encontrar refugio o respuestas en el arte, o simplemente divertirse. También se presentan temáticas de controversia, como la diversidad, la equidad de género, así mismo como la identidad o no identidad de género; por tanto, planteando de esta manera un debate social alrededor de la marca, señalando e iluminando aspectos que muchas veces están bajo la oscuridad de la incomprensión o el desconocimiento.

La firma italiana para esta ocasión ha realizado su propio festival de cine y durante una semana ha ido proyectando en abierto cada capítulo que le ha permitido presentar su colección para el verano 2021. Todo responde a unas declaraciones que hizo Alessandro Michele donde expresaba “su intención de abandonar el ritual agotado de las temporadas y los desfiles para recobrar una nueva cadencia, más próxima a su vocación expresiva”.

Volviendo a la pasarela como medio en sí, debemos decir que ha sido una compañera fiel de viaje de los creadores, ha sido el pupitre donde realizar el examen cada temporada, el púlpito donde predicar cada colección o el atril donde exponer la masterclass del estilo y las tendencias, ¿por qué se dice que está agotada?, ¿qué ha pasado en la moda para que desde una parte se pida el divorcio con la pasarela?

La moda aquí toma otro rumbo, no sólo quiere vestirnos, también quiere remover conciencias, hacer planteamientos que van más allá de lo meramente textil y estético, pero ¿es incumbencia de la moda entrar en estas cuestiones?, quizás ha llegado la hora de participar de lleno de una sociedad que hasta el momento sólo se ha servido del sentido estético y artístico de la moda menospreciando el poder de comunicación y de cambios sociales que ha tenido y de hecho tiene.

Hagamos memoria, la moda ha contribuido a cambiar y derribar muchos obstáculos sociales, sólo tenemos que referirnos a Gabrielle Chanel que con su mente visionaria dio la libertad a las mujeres de su época, acortando faldas o con la liberación del corsé, todo acompañado de una filosofía que incorporaba la mujer moderna a una sociedad del pasado. O los grandes diseñadores de los años 60 como Paco Rabanne, Yves Saint Laurent o Courrèges que dieron respuesta a las exigencias de una nueva generación ávida de cambios y que escribiría la historia de las próximas décadas, la generación que construiría el futuro.

Hubo un tiempo en el que cada creador presentaba sus colecciones en un desfile o salón donde la clientela yacía ávida de conocer las novedades, más tarde, la necesidad que impuso la prosperidad del negocio de la moda hizo que evolucionara y se buscarán formatos más acordes para atender a la prensa, compradores y clientes, lo que hizo aglutinar en semanas de la moda a diferentes diseñadores y establecer un calendario, para así, hacerlo todo más fácil y en el menor tiempo. Para quien no lo sepa, la primera semana de la moda, no fue en París, sino en New York, aprovechando el vacío de moda que dejaba la II Guerra Mundial con un París ocupado. Fue la publicista de moda Eleonor Lambert en 1943 quien estableció los cimientos de la semana de la moda de New York, en un principio solo para la prensa especializada, con objeto de la promoción de la moda hecha en Estados Unidos, siendo después la base sobre la que se construyó la actual New York Fashion Week.

Las semanas de la moda también han ido evolucionando a la par que la voracidad de su industria, estableciendo también un sistema agotador de presentaciones y temporadas, eso a lo que se refería Alessandro Michele y que no le falta razón. Por lo que mi planteamiento es, que lo cuestionable no son las pasarelas sino la velocidad de crucero que han alcanzado, todo sin olvidarnos que estamos en la era digital y global, que tenemos la necesidad de llevar la información a más público y lo más rápido, por lo que realmente, la solución puede pasar por hacer un trío, moda, pasarela y tecnología.

¿Por qué hago esta proposición tan deshonesta?, pues porque tras más de un año de pandemia donde todo lo hemos visto a través de nuestras pantallas, parece que hay un cierto agotamiento generalizado y vemos como ya las primeras semanas de la moda que se están celebrando son más presenciales que nunca, dando un papel protagonista a la pasarela como escenario principal. En la última semana de la moda de Shanghai han asistido al desfile de Dior mil espectadores presenciales y 126 millones por streaming, acompañados de una tecnología que permitía el “See now, buy now”, es decir, los espectadores pueden comprar la colección que están viendo y recibirla en pocas semanas.

No quiero decir con todo esto que no me gusten los medios tecnológicos que nos permiten la comunicación a gran escala ni los fashion films, amo el cine y todo lo que huela a él, pero creo que tanto la tecnología como el formato fashion film lejos de suplantar a la pasarela, pueden aumentar su poder, ayudar a comunicar, tanto en la propia pasarela como recurso, así como desarrollar y extender la presencia de una marca y su colección más allá del desfile, sirviendo de recordatorio en los canales de comunicación como son las redes sociales y por qué no en festivales de cine, en proyecciones en tienda, en eventos culturales … aquí se abre un catálogo extensísimo de posibilidades, todo listo para ser servido y conquistarnos.

Moda de calidad, pasarela como escenario principal y tecnología, todo bien combinado nos dará el cóctel perfecto, nada debemos menospreciar, saquemos partido de la experiencia para cambiar el presente y elevarnos hacia el futuro. Un futuro que a veces se nos antoja incierto pero que estoy seguro que nos permitirá brindar juntos por el éxito de la moda y seguir escribiendo páginas brillantes de su historia.

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2021-06-10T07:00:00.0000000Z

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