El río Guadalope es una institución en el Bajo Aragón, 160 kilómetros de brazo fluvial que hacen el segundo aporte más grande al Ebro de cuanto afluentes le llegan por la derecha. El ilustre afluente es afluido por el Guadalopillo, que le llega por la izquierda; con sus 33 kilómetros es más cortito de recorrido, y también el protagonista de un paseo fantástico que le lleva desde poco después de su nacimiento en Ejulve a Calanda con pasos por Molinos, Berge, Alcorisa y Foz Calanda. Se trata del sendero BTT TE-01 (ruta 6), un descenso suave que se creó oficialmente en 2017.

La ruta va paralela al cauce, aunque obliga a cruzarlo varias veces por pequeños puentes y pasarelas. Se ha convertido en una alternativa de paseo muy popular en el mundo de la bicicleta todo terreno (BTT) y es frecuente ver ciclistas transitando por ella en casi cualquier momento del año; el abundante arbolado la hace una alternativa fresca, con paradas en los núcleos habitados para reponer fuerzas. Los más osados, eso sí, se lo hacen del tirón, pero es más disfrutable en tres o cuatro etapas.

El río nace en el término de Ejulve, pero la ruta comienza oficialmente en Molinos, donde hay un mojón identificativo de tal circunstancia. La primera parte discurre entre almendros y olivos; será en su tramo final cuando cambie el panorama a los frutales, especialmente a los melocotoneros calandinos. El pequeño y bonito embalse de Gallipuén, a la altura de Berge, sirve de remanso para sus aguas. Hay sitio en el recorrido para un vistazo a la historia, gracias al yacimiento íbero en el Cabezo de la Guardia.

A mediados de marzo, a veces un poquito antes, la ruta añade un interés extra a su paisaje habitual con la floración de los frutales en el área cercana a la desembocadura, destacando especialmente el blanco de los almendros y el violeta de los melocotoneros. Desde el puente de Foz Calanda, el recorrido es un parque fluvial que discurre hasta la desembocadura en el Guadalope, junto al puente del Estrechillo y la carretera hacia Torrevelilla.

En la zona hay pequeñas playitas, pozas y zonas de hierba baja que la convierten en un punto de encuentro para los vecinos, dada su cercanía al casco urbano de Calanda. Muy cerca de esta desembocadura, por cierto, está la antigua casa de campo de los Buñuel. La zona ya era escogida de manera habitual por los romanos más adinerados durante la ocu

pación de la zona, hace dos milenios.

Del tramo final de esta ruta parte un recorrido complementario, el PRT19. Admite varios trazados circulares entre Calanda y Torrevelilla, siendo el más habitual el que parte del Convento de los Carmelitas Descalzos (una visita muy recomendable; acaba de ser adquirido por el Ayuntamiento de Calanda) y regresa por la ermita de San Elías.

El acueducto de los Arcos

Esta obra hidráulica es la parada más llamativa en este tramo final del sendero, que cuenta con merenderos y una adecuación de trazado para facilitar el paseo a ciclistas y senderistas, gracias a varias pasarelas y cambios de orilla a lo largo de unos tres kilómetros y medio. Hay quien le atribuye origen islámico y reformas ulteriores, mientras que otras voces sitúan su procedencia en el siglo XVI. Por cierto, y para sorpresa de muchos, sigue en funcionamiento, surtiendo de agua a los riegos de Calanda. Tiene cinco arcos de medio punto, una largura de cien metros y otros dos de ancho.

Completar esta ruta es un regalo para los sentidos. En primavera, con las flores en su esplendor, el aroma es una maravilla; en otoño, con la caída de la hoja, puro romanticismo. Las nieves invernales hacen que esa época del año sea la única en que realmente se hace más complicado disfrutar del trote a la vera del brioso Guadalopillo.