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Estado de sosiego

Alejandro E. Orús

Ojalá el decaimiento del estado de alarma nos hubiera transportado, como por ensalmo, a un estado de sosiego y beatitud. No es así, por supuesto. Aquí sigue el virus y aun sin él nuestro estado natural como país parece arrastrarnos siempre al conflicto y la ofuscación. España «necesita una conversación política más inteligente», decía esta semana, tras la campaña electoral madrileña, el ‘Financial Times’, biblia del periodismo económico y complemento perfecto de la flema británica.

Este deseo de serenidad ibérica no debería ser una ocurrencia naif. Se trata más bien de una clave fundamental de convivencia. Lo es porque solo desde la templanza que concede el sosiego se puede acertar en la ímproba labor de calibrar el mundo. Es en realidad la cordura mentada por Gracián, aunque la acompañara de retruécanos, metáforas y desdenes que exasperaban al mismísimo Borges.

El oficio de calibrar la realidad es un arcano antiguo, una ciencia oculta que hoy, sostenida en la demoscopia, tiene en personajes como Iván Redondo o Miguel Ángel Rodríguez a sus máximos exponentes, como, salvando las distancias, lo fueron en su día el conde-duque de Olivares, la princesa de los Ursinos o Godoy. Es una convención asumida que en democracia un resultado electoral sirve para medir cuán alejada ha estado de la realidad la estrategia de una candidatura. De ahí la importancia de atinar en la lectura cambiante de la sociedad.

Cabe deducir que el error de la izquierda en los comicios madrileños estuvo, antes que nada, en una visión distorsionada. No ha funcionado esa inflación de denuncias con la que asaetea a todos sus adversarios: no hay tantos fascistas, machistas, racistas, acosadores y homófobos y harían un gran servicio a quienes sufren agresiones de cualquiera de esos tipos si delimitaran con rigor a quienes sí lo son.

Ya no hay estado de alarma y Pablo Iglesias, primer responsable de la crispación política para la mayoría, según el CIS del inefable Tezanos, se ha retirado a sus cuarteles de invierno citando versos de Silvio Rodríguez –para asaltar los cielos, solo para intentarlo, hay que escuchar antes a muchos cantautores–, así que aunque no nos haya alcanzado aún la serenidad, debemos estar en el camino correcto.

TRIBUNA

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2021-05-09T07:00:00.0000000Z

2021-05-09T07:00:00.0000000Z

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