BRUSELAS. La UE devuelve el guante a Joe Biden. «Estamos preparados para implicarnos tan pronto como se ponga una propuesta concreta sobre la mesa». Así sintetizaba ayer el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, la posición común de los líderes sobre la liberación de las patentes de las vacunas que el mandatario norteamericano, Joe Biden, avanzó como intención el pasado jueves. La cumbre informal de Oporto –la primera del año– ha permitido así consensuar una respuesta más reposada a Estados Unidos, tras una reacción inicial que evidenció divisiones y cierta premura por el viraje sorprendente de Washington.

Por tanto, tras la cita portuguesa –en la que Angela Merkel, Mark Rutte y el maltés Robert Abela no participaron presencialmente por las restricciones de la pandemia–, Europa mantiene abierta esta vía. Pero ha conseguido controlar el timón del debate: liberar las patentes no resuelve las necesidades urgentes de vacunación –el proceso requiere meses de recorrido hasta alcanzar un pacto internacional en el seno de la Organización Mundial del Comercio (OMC)–. Así que «a corto plazo no es una solución mágica», incidía el político belga. Las claves son incrementar la producción y «facilitar las exportaciones para que haya la mayor cantidad posible de dosis que se puedan movilizar en todo el mundo».

Así que con el guante, Europa acompaña el reproche a Estados Unidos. Se le «anima» a permitir el flujo al exterior tanto de vacunas como de ingredientes clave para su fabricación. Líderes como el francés Emmanuel Macron o el italiano Mario Draghi se lo reclamaron expresamente (también a Reino Unido). El presidente galo, de hecho, iba más allá al considerar el debate de la propiedad intelectual como «un falso debate en estos momentos». «La prioridad no son las patentes, nos engañaríamos, es la producción», apostilló.

«Es insuficiente»

Draghi, por su parte, insistía al término del Consejo que si bien «la liberación temporal de patentes no implica desincentivar la producción ni la investigación», antes «Estados Unidos debería desbloquear la producción». España, Bélgica, Suecia, Dinamarca, Polonia o Países Bajos son algunos de los socios que ya se han expresado en la misma línea. La propuesta de Biden camina en la buena dirección, pero «es insuficiente», dijo Pedro Sánchez. Alemania, el país sede de Biontech, rechaza cualquier posible levantamiento de la propiedad intelectual.

Un suma y sigue dialéctico en el que subyace la gran contradicción: Estados Unidos aboga por liberar patentes después de haber controlado la exportación de sueros fabricados en su suelo (los de Pfizer-Biontech, Moderna y

Johnson and Johnson) para inocular primero a su población. También sustancias imprescindibles para completar las fórmulas.

La alemana Cure Vac, que se prepara para lanzar resultados definitivos sobre su vacuna, planteaba esta misma semana que por la Ley de Producción de Defensa norteamericana (el escudo a esa exportación) «no estamos recibiendo todos los materiales que necesitamos».

Por contra, la UE ha exportado el 50% de la producción en sus plantas; más de 200 millones de dosis a 90 países; «un número similar a las distribuidas entre los europeos», volvía a insistir la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. «Somos la farmacia del mundo», añadía.

La gratuidad de los test PCR y de las pruebas de inmunización que el Parlamento Europeo exige para dar el visto bueno al Certificado Covid-19, que permitiría impulsar los viajes turísticos a partir de junio, se ha convertido en asunto central de controversia en la actual fase de negociación con el Consejo Europeo. Al menos una veintena de países, España entre ellos, rechazan esa exigencia bajo el argumento de que no podrían asumir los costes de esas pruebas. La cumbre prevista para el próximo día 25 debería marcar el punto final a la negociación para que este documento.