No hubo sorpresa. Sucedió lo previsible, un empate suficiente para ambos. El Español en la vieja Romareda consumaba su ascenso matemático, que se había ganado muy merecidamente a lo largo de la temporada, en la que fue un equipo de Primera que jugaba en Segunda. Hay que felicitarle porque ha sido un justo campeón de la categoría y sus números son irrefutables.

El punto también es importante para el Zaragoza que da otro pequeño paso adelante, además lo revaloriza el haberlo conseguido ante el mejor equipo del torneo. Ahora, mientras el club catalán celebra su regreso a las alturas, el aragonés sigue metido en su objetivo de no hundirse en las profundidades de la Segunda B. Tiene por delante un calendario complicado con un déficit de puntos y para no correr ningún riesgo necesitaría sumar dos victorias en los cuatro partidos que le quedan.

El encuentro tuvo un primer tiempo igualado, con dos buenos remates de Adrián y una decisiva parada de Álvarez, que también evitó el gol en el minuto 67 frente a Puado. A partir de entonces prácticamente se terminó el partido y se entró en un pacto de no agresión porque era evidente que el empate satisfacía a todos. Lo mejor que se puede decir del Zaragoza es que se mostró sólido, bien ordenado sobre el campo y con un trabajo muy solidario. La parte negativa es algo que todos sabemos, su falta de gol, pero esto es estructural y tiene difícil solución.