ZARAGOZA. Aprovechar el año de la pandemia para invertir. Eso es lo que ha hecho la empresa aragonesa Cintasa, fundada en Utebo en 1973 y especializada en la fabricación de cintas transportadoras, que ya tiene operativas las dos nuevas naves de 2.100 metros cuadrados, destinadas a las áreas de pintura y montaje, que ha levantado en sus terrenos tras una inversión de 2,2 millones de euros. «El 30% de ese dinero se ha destinado a la instalación de un túnel automatizado de granallado, que reduce de seis horas a una un trabajo que era manual y duro, mientras que el resto de la inversión ha ido a la construcción de las naves, los nuevos puentes grúa, los compresores, etc.», explicó Rafael Simón, consejero delegado de la firma, que exporta más del 80% de lo que produce a destinos tan diversos como Estados Unidos, Japón, Australia, Canadá o muchos países de Europa.

Las nuevas instalaciones le van a permitir incrementar la capacidad productiva en un 20% o 25%, precisó, ya que «el trabajo de limpieza y pulido de las estructuras de acero con este túnel automatizado supone un ahorro en tiempo y esfuerzo y además convierte lo que era un trabajo penoso de una persona en un proceso automático, mucho más eficiente, que tiene un efecto multiplicador en el resto de las secciones».

Ganar en productividad y poder acometer nuevos proyectos de gran envergadura es lo que pretende esta inversión, la segunda mayor realizada por esta empresa familiar desde el traslado en 2004 a sus instalaciones actuales en Utebo, que supuso un desembolso de 9 millones de euros.

Con 16.000 metros cuadrados de instalaciones en el polígono La Casaza de Utebo, Cintasa –dedicada al diseño, fabricación y montaje de cintas transportadoras y otros elementos auxiliares para la industria como sistemas de pesaje, ‘tripper’, galerías o torres de transferencia– solo paró de producir los días obligados por el estado de alarma. Aún así, muchos proyectos, según Simón, quedaron paralizados, aunque en la actualidad están todos lanzados y la cifra de negocio les bajo un 10% respecto a los 12 millones facturados en 2019. «Los resultados son satisfactorios. Salvamos el año más que dignamente gracias a la exportación: la directa es un 60%, pero en realidad muchos de los proyectos que hacemos para ingenierías españolas acaban en Chile, Egipto y Australia, con lo que indirectamente el 80% de nuestros pedidos van al mercado exterior». De hecho, desde hace cinco años cuentan con una oficina comercial en Estados Unidos. «Este año esperamos un crecimiento del 10% sobre la cifra de negocio de 2019, y si todo va como ahora podríamos superarlo», adelantó el directivo. «Este año hemos tenido que incorporar a siete personas. Nos hacen falta algunas más, sobre todo caldereros y soldadores, pero es difícil encontrar candidatos», reconoció.