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Miravete de la Sierra, un lugar de postal que alegra el alma

Esta joya a escala del Maestrazgo se ve de maravilla con la guía de Serafina Buj, emprendedora turística local que no se cansa de alabar la belleza de los pueblos pequeños de la zona, con una visión sostenible muy clara

Es difícil ser guía turístico. Hay que saber, pero no abrumar; ser simpático, pero no pasarse; animoso, pero no monitor de aquaerobic en secano. Si no se es natural del lugar que se muestra, hay que estudiar y patear bien el terreno; los discursos de cortapega se desenmascaran rápido en la era de la interconexión mundial. Pues... voilá; en el Maestrazgo hay una guía que da en el clavo.

Serafina Buj es la fundadora de T-guío, una firma de servicios turísticos radicada y centrada en el Maestrazgo. Conoce bien la zona; es de Villarroya de los Pinares, y entre otros pueblos y parajes efectúa las visitas guiadas por Miravete de la Sierra, sin duda uno de los pueblos más bonitos de Teruel entre los que no tienen ese título explícito en la entrada. Serafina, de hecho, lo afirma encaramada en el coqueto puente sobre el río

Guadalope que se alza junto al casco antiguo del pueblo. «Parece que Miravete te abraza, es muy acogedor y abundan los rincones de postal. Hay fruta, por cierto; está más bajito que el resto del Maestrazgo. Y el entorno... bueno, ya veis lo bonito que es».

El silencio en Miravete es sorprendente; dice Serafina que a veces solo lo rompen los zapatos sobre las hojas secas, y eso pasa en otoño. Las hojas no hacen ruido ahora. «A los de las ciudades les sugiero incluso que caminen en silencio algún tramo del recorrido y traten de escuchar el latido de sus corazones, que no suelen tener esa opción». El antiguo molino harinero es una de las primeras paradas recomendables; fue restaurado en 2002 y ahora es un pequeño museo. Tiene también zona de esparcimiento para los chavales del pueblo, y una antigua balsa encima, que se nutría del

desvío del río aguas arriba. «Los molinos siempre están en sitios bucólicos, ¿os habéis fijado? El de Miravete funcionó hasta 1974 y el último molinero, Juan José Herrero, que falleció en el mismo 2002, dejó un gran legado en cuanto a tradición oral; fue convenientemente rescatada».

Una cruz gótica de término adorna la calle más ancha del barrio del Arrabal. «No hay muchas como esta, en la comarca tenemos otra en Santa Eulalia y poco más, si no me falla la memoria. Por un lado de la estructura se representa una crucifixión, por el otro aparecen la Virgen, San Pedro, San Pablo y unos ángeles músicos. En el fuste hay un apostolario y en la parte baja, ángeles con pergaminos o filacterias y los donantes de fondos para hacer la cruz, que como no tenían selfies en la época, figuran así».

Hay quien decidió en los últimos años venirse a vivir al pueblo, como una pareja de artesanos que vende belenes en Las Ramblas de Barcelona y pasa en Miravete casi todo el año. «En los últimos meses, con toda esta situación, no han venido al pueblo, pero no suelen fallar. También se ha instalado un chico joven que trabaja por internet», explica Serafina, sin especificar nombres.

Hay dos ayuntamientos en Miravete, uno viejo y otro nuevo. Ahí encontró el historiador local Antonio Gargallo en 1981 el llamado Códice de Miravete de la Sierra, de finales del siglo XIII, conservado sin llave en la alacena de una estancia de la casa consistorial que nunca se abría. Se trata de una versión de los Fueros de Aragón en lengua romance que difiere de las otras conservadas. Está en el Archivo Histórico Provincial de Teruel.

La iglesia está consagrada a Nuestra Señora de las Nieves, y data del siglo XVI. Serafina bromea al decir que el resumen histórico del templo está en uno de los arcos y en forma de ‘chuleta’ para el guía, que puede leerlo si se pone de espaldas al altar. «Me explicó un fraile que la decoración está inspirada en la Capilla Sixtina; junto a la virgen siempre se colocan flores y cintas». Junto a la iglesia hay un magnífico atrio.

Abriendo Pueblos

El gran proyecto de Serafina es Abriendo Pueblos: una idea madurada durante años y que acaba de echar a andar. «Mi vida está aquí, y lo que se me ocurre es en este ámbito. A ver, estudié fuera desde los seis años, y volví a Villarroya por circunstancias familiares hace 23 años. Llevo ya mucho tiempo trabajando en turismo; cuando faltó mi padre y mis hijos se hicieron mayores pensé que era el momento de montar algo en este sector, que me tenía enganchada, y así surgió T-guío en 2018. Abriendo Pueblos comenzó en 2019».

Los pueblos más grandes de la comarca tienen sus propias oficinas, pero los más pequeños tienen otros retos. «Todos se han preocupado de restaurar patrimonio en mayor o menor medida, pero esos espacios interiores suelen estar cerrados. Yo me encargo de abrir esos sitios; llegué a acuerdos con alcaldes de la zona para hacer esta actividad; llevo a los turistas por el pueblo, les explico lo que hay en cada lugar y para dar una contrapartida, les animo a que consuman en el multiservicio o las tiendas. Para que el turismo sea sostenible debe aportar algo al lugar visitado».

Serafina prefiere volúmenes manejables. «Trato de hacer grupos pequeños, para que la visita sea más cálida; si hay que acompañar un autobús lo hago, pero el formato reducido es mejor, sin prisas; no vamos con banderín y el tiempo marcado. A la gente le gusta. El año pasado, cuando se pudo, comenzamos a hacer baños de bosque; ahora estoy preparando una ruta de turismo oscuro porque en la zona hay muchos lugares de padecimientos históricos y hay posibilidad de conectarlos, sin entrar en esoterismos. Había mucho bandolero en la zona, y las cárceles tienen mucha historia. Irá del carlismo hacia atrás, evitando la Guerra Civil, que aún levanta ampollas entre la gente mayor; no quiero remover eso. La ruta estará lista para el otoño».

ARAGÓN

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2021-06-23T07:00:00.0000000Z

2021-06-23T07:00:00.0000000Z

https://lectura.kioskoymas.com/article/281681142841978

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