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Soy joven y sin trabajo, ¿por qué?

La altísima tasa de desempleo juvenil que sufre España tiene que ver con un conjunto de problemas, especialmente en el sistema educativo

Ángel Baguer Alcalá

Tenemos el mayor paro juvenil de la Unión Europea, más de un 40%, triplicando casi la media de esta. A su vez, tener un título universitario en nuestro país no garantiza un puesto de trabajo. Estos hechos no son achacables al virus. Esto viene de lejos. La pandemia ha podido aumentar la cifra, pero, un año antes del coronavirus, el paro juvenil en España ya era alarmante y aproximadamente el 28% de los titulados que habían finalizado sus estudios cuatro años antes no tenían empleo. En mi opinión, son varios los puntos que originan este grave problema.

En primer lugar, aunque no es el más importante, la existencia de pymes sin el desarrollo adecuado, cuyos puestos de trabajo no se ajustan a la formación recibida.

En segundo lugar, las ineficiencias del sistema educativo respecto a lo siguiente:

a) La desinformación a los jóvenes en los centros educativos (bachiller, formación profesional y educación superior) de cara a las disciplinas laborales que existen en el mercado (con objeto de que los alumnos descubran su vocación) y la demanda de este. Esto no se realiza con el rigor y la periodicidad que se precisa. Las conferencias o charlas de expertos externos deberían constar en la planificación anual del programa educativo de cada centro.

b) La relación de contenidos de asignaturas y prácticas con las exigencias de la 4.0 en todos los estudios, no solo en los de ciencias. Los cambios van a ser en todos los sectores donde una máquina inteligente pueda sustituir a la persona, como traducción de idiomas, diagnósticos médicos, servicios de abogados, técnicos de laboratorio, bibliotecarios, diseñadores, documentalistas…

En la universidad, no vale ofrecer únicamente estudios de ingeniería, medicina, filosofía, periodismo, veterinaria, económicas, derecho... La formación de muchos jóvenes debe encaminarse a la gestión del conocimiento, digitalización, robótica, gestión de desastres, bioingeniería, inteligencia artificial, baterías, nanotecnología, neurociencia, vehículos autónomos, impresoras 3D, gestión de la comunicación e internet. Para estas disciplinas se precisan personas que piensen, investiguen, fabriquen, mantengan y reparen.

En la formación profesional el cambio tiene que ser profundo. Parte de ella está desprestigiada por carecer de módulos atractivos en consonancia con los tiempos actuales y por ser refugio, en muchas ocasiones, de estudiantes mediocres. Hay que apostar por una FP atractiva para el estudiante y la sociedad, con módulos demandados por el mercado y con una formación complementaria y excelente en cultura e idiomas. Esta FP de calidad debe disponer de variadas disciplinas: informática, dietética, comunicaciones, sistemas de telefonía móvil, restauración de obras de arte, drones, ‘marketing’, publicidad, inteligencia artificial, comercio, digitalización, sanidad, técnicos de mantenimiento, tratamiento de aguas, impresoras 3D, imagen y sonido, restauración, vehículos autónomos, servicios socioculturales, robótica…

Este tipo de FP debe ser el destino de gran parte de los actuales estudiantes universitarios. Muchos egresados de la universidad no encuentran trabajo porque estudian carreras masificadas sin tener en cuenta la demanda del mercado, lo que les obliga a trabajar posteriormente en precario en otras disciplinas de las que estudiaron.

c) El profesorado debe ser excelente. Algunos, incorporados mediante oposiciones y otros procedentes del mundo empresarial, donde hay grandes profesionales que darían un valor añadido a la docencia. Además, los docentes tienen que reciclarse constantemente y adaptarse a los cambios continuos, ya que nos encontramos en una era de adelanto tecnológico exponencial.

d) Es preciso dotar de calidad al sistema educativo comenzando por eliminar en las enseñanzas primaria, secundaria y bachiller la posibilidad de pasar de curso al alumno con asignaturas suspendidas. En cuanto a los docentes, escandalizan los resultados negativos que se dan en algunas oposiciones públicas. En la universidad estatal, es preciso acabar con la endogamia, primar a los buenos profesores y prescindir de los malos, que pueden continuar de por vida en el cargo porque así lo permite el sistema.

e) Debe haber coherencia entre la demanda del mercado y la oferta universitaria. Solo la mitad de los egresados trabaja en un puesto acorde con la carrera que estudió. El número de plazas ofertadas en la universidad no guarda relación con la demanda del mercado. En las dos últimas décadas del siglo XX cayó la natalidad en España un 50%. Sin embargo, los centros universitarios se han multiplicado desproporcionadamente con una oferta similar, sin la alternativa de la diferenciación. Los números clausus de muchas facultades están sobredimensionados respecto a lo que precisa el mercado laboral. Muchos de los jóvenes universitarios deberían acudir a la FP, siempre que sea de calidad, como se ha expuesto.

En tercer lugar, el comportamiento de parte de la sociedad. Muchos jóvenes no tienen empleo porque no tienen formación, aunque tuvieron la oportunidad. Lo decidieron por propia voluntad y el consentimiento de sus padres. En bastantes hogares no se transmite la cultura del esfuerzo a los hijos. Hay que evitar que jóvenes que deben formarse prefieran trabajar unas pocas horas diarias en empleos superfluos, viviendo cómodamente en casa de los padres y gastándose la pasta en farras los fines de semana. Algo hay que hacer al respecto. Por ejemplo, países punteros en educación ponen trabas a los jóvenes que no quieren estudiar para obtener el carnet de conducir. Otros, obligan a formarse en el periodo de desempleo en disciplinas necesarias para poder optar a un puesto de trabajo. La prestación no puede ser a cambio de nada.

Puede darse el caso de que un joven no se haya formado por circunstancias personales justificadas, pero tampoco necesita un título siempre que se preocupe por perfeccionar sus conocimientos, aprenda idiomas y tenga espíritu de sacrificio.

Si usted, amable lector, estuviera al frente de un proceso de selección para un puesto de trabajo y analiza el currículum de jóvenes que optan al mismo con el siguiente perfil: sin apenas estudios, sin cultura del esfuerzo, sin saber prácticamente nada y sin compromiso, ¿les daría empleo?

Ángel Baguer Alcalá es consultor de Alta Dirección, escritor y profesor emérito de Tecnun-Escuela de Ingeniería de la Universidad de Navarra

TRIBUNA

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2021-06-23T07:00:00.0000000Z

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