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Yolanda quiere tener voz propia

Pilar Cernuda

Ha regresado de sus vacaciones marcando territorio, o pretendiendo marcarlo, después de semanas de perfil bajo desde que Pablo Iglesias la designó como futura candidata de Podemos a la presidencia del Gobierno, siempre que fuera confirmada por el partido. Yolanda Díaz ha vuelto a Madrid, y sobre todo al despacho, decidida a alcanzar determinados objetivos, al margen del papel de Belarra y Montero, que desde la salida de Iglesias actúan como las líderes de Podemos sin que nadie les haga sombra. Esta nueva actitud de la vicepresidenta y ministra de Trabajo augura momentos interesantes, probablemente tormentosos. Con Belarra y Montero, pero sobre todo con Nadia Calviño, a quien Pedro Sánchez presentó como el gran fichaje económico para su gobierno, con merecido reconocimiento en las instituciones europeas, pero que con el tiempo ha perdido batallas que ante la opinión pública la han bajado del pedestal. Yolanda Díaz ha iniciado el curso político con ganas de pelear por sus proyectos; a Calviño esas ganas se le notan menos. Todo apunta a que Pedro Sánchez va a ejercer de árbitro en las próximas fechas.

Díaz cae bien, más allá de sus propuestas, porque ha tenido buen cuidado en presentar una cara amable muy alejada del mensaje ‘feroz’ de la mayoría de los dirigentes de Podemos, partido al que no pertenece. Tras la sonrisa amable de la vicepresidenta, la elegancia en el trato y en el aspecto físico, hay sin embargo una comunista ‘pata negra’ que no renuncia a sus principios y que cuenta además con unas ambiciones que disimula pero que se advierten de lejos. ¿Que su amigo Garamendi se niega siquiera a negociar el incremento del Salario Mínimo Interprofesional porque supone ruina para grandes, medianos y pequeños empresarios y, por tanto, desempleo? Díaz no se inmuta, se salta a la CEOE y presenta propuestas directamente a los sindicatos. ¿Que Calviño no ve la conveniencia de una Ley de Vivienda que fije topes al alquiler? No ‘problem’, lo aparca un tiempo, solo un tiempo, hasta que crea llegado el momento propicio; igual que planteará la reforma laboral que tampoco ven bien algunos miembros del Ejecutivo y, sobre todo, la Comisión Europea.

«Tras la sonrisa amable de la vicepresidenta, la elegancia en el trato y en el aspecto físico, hay sin embargo una comunista pata negra»

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2021-09-18T07:00:00.0000000Z

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