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Capitalismo fagocitario

José Luis Mateos

Así como el comunismo siempre necesitó de la violencia bien explícita, a lo largo de la historia el capitalismo ha ido consiguiendo sus objetivos de forma taimada y como quien no quiere la cosa. Durante el siglo XX y aún antes, las revoluciones, sembraban el terror entre ‘las gentes de orden’, que tenían muy claro que traían el apocalipsis. Estaba todo muy claro, pero muchos recordamos cómo los cantautores-protesta, hippys, ‘underground’ y así, eran absorbidos por la industria discográfica y a partir de ese momento muchos se convertían en millonarios de la contracultura. Es decir, eran fagocitados por el mismo capital al que atacaban con ganas.

El poder del dinero siempre es inmenso. Si no puede con el enemigo, lo compra. Es paradigmática la anécdota del potentado mallorquín Juan March, financiador de Franco desde el mismo 18 de julio del 36, que, encarcelado por el gobierno republicano por presuntos negocios turbios en 1933, escapó sobornando al director de la prisión de Alcalá de Henares, y convirtiéndolo así en su hombre de confianza. Y es que, tras la caída del telón de acero, hasta los comunistas chinos se han vuelto capitalistas –sin abjurar del comunismo, lo que ya es bien difícil–, siendo en los últimos tiempos todo un ejemplo a imitar más o menos conscientemente en todo el mundo y de diversas formas. Así, vemos a conspicuos marxistas de toda la vida instalados cómodamente en el capitalismo más friedmaniano.

Y es que el capitalismo se come todo. Y si es de forma salvaje y sin el más mínimo control –el problema es quién ejerce ese control– tiene una voracidad sin límites. Como ahora. Y también mata de manera subrepticia y a más o menos largo plazo, pero mata a los desfavorecidos, al pensar solo en unas personas, para desahuciar a las más. Cierto que no mata como su histórica antítesis, el comunismo, que lo hace sin disimulo y con la violencia revolucionaria. Pero esta gente para quien la vida es exclusivamente productividad, monopolios, rentabilidad y así, provoca la miseria, que llevará a las muertes. Lógicamente me refiero a los que dirigen el cotarro, y no a los que viven sin protestar bajo un sistema de neocapitalismo salvaje.

Lo mismo que no existe nadie fuera del comunismo gobernante (están en las cárceles o desaparecidos), existen no capitalistas (de verdad) tolerados aparentemente por nuestro sistema, pero condenados a un ostracismo muy sutil, que también es una muerte en vida. ¿Y el capitalismo social?

TRIBUNA

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2021-09-18T07:00:00.0000000Z

2021-09-18T07:00:00.0000000Z

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