MADRID. La dirección nacional del PP teme que las aspiraciones de Isabel Díaz Ayuso a liderar el partido en Madrid eclipse la convención nacional del primer fin de semana de octubre. Un cónclave que se ha preparado con todo mimo desde la calle Génova y que debería ser la plataforma de lanzamiento de Pablo Casado a la Moncloa.

La preocupación está justificada porque entre los populares no se habla de otra cosa y porque los esfuerzos por colocar el mensaje de oposición sobre el precio de la luz o cualquier otro asunto se estrellan con el debate abierto por Ayuso y su candidatura. La presidenta madrileña conoce los temores de la dirección nacional y ayer aseguró que «nunca eclipsaría» al líder de su partido en su carrera hacia la Moncloa.

Pero al mismo tiempo no levanta el pie del acelerador en sus demandas para celebrar el congreso regional del PP cuanto antes. «Me gustaría –dijo en unas jornadas sobre nuevo periodismo– que se hiciera pronto porque es bueno para todos, pero no quiero presionar».

Casado resiste por el momento y, además de pedir que «no se dé pábulo» al debate, ha ratificado que el congreso se celebrará cuando está previsto, en el primer semestre de 2022. Pero Ayuso tiene prisa para tener mando en plaza y ser una baronesa en igualdad de condiciones con el resto de presidentes autonómicos del PP y, sobre todo, para controlar las listas de candidatos para las próximas elecciones locales y autonómicas y tener un partido a su medida. Una aspiración que ayer recibió el espaldarazo del presidente gallego Alberto Núñez Feijóo, una de las voces más respetadas en el partido. «Es normal» que quiera presidir el PP de Madrid, lo sorprendente, señaló, «sería lo contrario».

La presidenta regional, entretanto, prosigue con su agenda infernal y actos multitudinarios. El jueves se presentó en una universidad privada y fue recibida por los estudiantes como un icono pop al grito de «Viva Ayuso, viva España». Sofocada y despeinada por la acogida, confesó sentirse «como Britney Spears».