ZARAGOZA. La crisis de semiconductores no da respiro a la planta de PSA en Figueruelas (Stellantis) que de nuevo se ve obligada a parar la producción durante tres días, desde el miércoles hasta el próximo viernes.

Así lo trasladó ayer la dirección de la empresa a los representantes de los trabajadores, por lo que los operarios del turno que comienza a las 22.00 de hoy ya no acudirán a sus puestos de trabajo. Las dos líneas de producción están afectadas por este nuevo paro productivo.

Por el momento, explicó ayer el presidente del comité de empresa, Rubén Alonso, la inactividad en la planta se prolongará hasta el próximo viernes, fecha en la que está previsto que la compañía comunique a los trabajadores cuándo puede reanudar el trabajo.

Los fabricantes de automóviles afrontan desde finales de 2020 problemas en el suministro de semiconductores que han terminado por obligar a parar la actividad en las factorías. En la planta de Stellantis en Figueruelas esta crisis se ha hecho más evidente desde que la plantilla volviera de las vacaciones el pasado 17 de agosto. Desde entonces han sido continuos los paros productivos y no es la primera vez que esta decisión se alarga durante varios días. El más prolongado se produjo precisamente una semana después de la vuelta del descanso estival, cuando la falta de estas necesarias piezas paralizó la planta de Figueruelas durante cuatro días.

Esta situación incluso ha hecho que PSA comunicara hace apenas una semana que el turno de noche se suspenderá a partir del 4 de octubre. Una decisión que cayó como un jarro de agua fría y que obliga a la compañía a negociar la reubicación de los 650 trabajadores afectados, a los que ya ha ofrecido la posibilidad –con incentivos económicos– de trasladarse a trabajar a la planta de Villaverde en Madrid o a las francesas de Hordain y Poissy.

Desde el órgano de representación de los trabajadores manifestaron su esperanza en que la situación se reconduzca lo antes posible. Reconocieron, sin embargo, que las previsiones de los expertos no son muy halagüeñas, que auguran que la crisis por la falta de microchips amenaza con prolongarse hasta finales del año 2022.