ZARAGOZA. Apenas habían pasado unos minutos de las 10.00 y Francisco Javier Gimeno ya recorría el pabellón 7 de la Feria de Zaragoza disfrutando de los ejemplares de rasa aragonesa que allí se exponen. «Ya teníamos ganas de feria, la echábamos en falta», aseguraba este joven ganadero de ovino, de apenas 26 años, que se incorporó a la actividad el pasado año. Reconocía que no había visto aún el resto de pabellones porque acababa de llegar de Azuara (Zaragoza) y su primera parada había sido el espacio en el que se exhiben los animales vivos.

Unos pocos pasos más allá, Jacobo Morales acondicionaba el espacio que ocupan sus flamantes ejemplares de Rubia de Aquitania. Morales, que se dedica a la cría y venta de animales de alta genética desde su granja en Villanueva de Gállego, agradecía también poder asistir a la Figan. «Había ganas sí, el contacto es importante», señalaba Morales, que destacaba que para los productores es vital la presencia en ferias «porque así la gente te conoce, habla contigo y visita después tu granja y compra tus novillos», explicaba.

Con las misma «ilusión» comenzaban las primeras horas de feria en los expositores de la empresa leridana Arvet o de Nutrisol, la firma turolense dedicada a la fabricación de piensos, que coincidían también en señalar que expositores y profesionales del sector estaban deseando ya poder acudir a un certamen. «Es cierto que hay ganas de feria, pero también de una cierta normalidad», señalaba Alberto Asensio, responsable gerente de Nutrisol que insistía en que «ahora lo que hace falta es que nos acompañen los visitantes».